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lunes, 16 de abril de 2018

España, Madrid


Madrid estaba en pleno auge de manifestaciones y trafico parado, con el ambiente caldeado, que se estaba haciendo cada día más familiar para el oso y el madroño de la Puerta del Sol. Cristóbal, estaba en el asiento de atrás de su coche oficial, que enfilaba la transitada calle Alcalá, hablando por teléfono.

¾    ¿Estás seguro Antonio? Si eso es cierto la corazonada de Óscar es cierta. No los pierdas de vista y contacta ante cualquier anomalía.

Cristóbal, pedía a su secretaria, una línea segura para la conferencia con Bruselas.

¾    Antonio vio como los alemanes hablaban con otro alemán en el hotel Monasterio Benedictino. Dice Antonio que el alemán que se hospeda en el hotel sirvió con él en Afganistán, y lo echaron porque sospechaban que robaba armamento. No pudieron probar nada, pero le pusieron a limpiar letrinas y él mismo pidió la baja voluntaria con la autorización del general al mando. Tenías razón, son nuestros hombres, pero siguen sin gustarme las monjas.

¾    Te enviaré un informe exhaustivo de él. Pero sigo pensando que son ellos los que van a robar la Cruz. Antonio que siga protegiendo a las mujeres y que agudice los sentidos como le enseñe. Te tengo que dejar, hoy tengo el día lleno de reuniones.

Cristóbal llegaba a su oficina y después de recibir las novedades del día, ordenaba que no le molestaran durante cinco minutos, tiempo que necesitaba para relajarse y poder ordenar toda la información que acababa de recibir. Se puso a leer y a releer todos los informes de Marina y Antonio, por si se le había escapado algo, pero nada. Ninguna anomalía entre el resto de los peregrinos que indicaran que estaban con los alemanes, aun así, presentía que alguien más estaba tapado y no lo descubrían. Llamó a Antonio para contarle su corazonada, y para pedirle que no bajar la guardia con el resto.

Antonio guardaba su teléfono mientras paseaba, pensando en qué nuevo seguimiento comenzar, por las calles de Daroca. La llamada de Cristóbal le había desarmado todo su razonamiento de que los alemanes eran los peligrosos. Recordaba que el lobo, casi siempre, se esconde detrás de la piel de cordero.

 

Iban comiendo zarzamoras con los agradables aromas de tomillo y lavanda, se distraían viendo la belleza del vuelo alto de las tórtolas, que parecían provocar al buitre, pero no conseguían relajar las piernas las señoras, que apenas podían dar un paso. Tampoco los alemanes ni Alfredo que intentaba disimilarlo, pero al final les cedía el paso a los musulmanes que encabezaban el grupo cuando entraban por la Puerta Alta de Daroca.

 Los darocenses amablemente les indicaban donde podían alojarse a buen precio, recomendándoles una casa rural donde estarían todos juntos. Callejeando admiraban como el pueblo conservaba su encanto de la Edad Media. Su Colegio Escolapios, sus templos que en principio fueron románicos y terminaron mudéjar, como sus calles cuentan como las construyeron los moros, con su fortificación y la importancia que tenía su situación estratégica para el buen comercio de aquella época.

¾    Antiguamente los cristianos peregrinaban hasta aquí, por el milagro de los Corporales Sagrados, con los que los cristianos echaron a los moros. Se conservan en la colegiata de Santa María, y en donde no sólo se pueden admirar los Corporales, sino que también el órgano del siglo XIV y a su altar mayor dedicado a la Asunción. Es una maravilla.

¾    Ana, para no tener estudios sabes bastante de arte. Yo, no tenía ni idea

¾    Bueno Covadonga, esta es la segunda vez que vengo, y en la primera me la explicaron los peregrinos que lo sabían.

¾    ¡Pues venga!, Bernard, Madison, Omar y Hakim, vosotros sois los expertos en arte, a ver que nos enseñáis.

¾    Marina, yo estoy de acuerdo con lo que la hermana Ana, nos contó. Es más, los moros comenzaron a refugiarse en Andalucía

¾    Si Bernard, pero no fue por los Corporales que dice Ana, sino que mis antepasados se retiraron porque no era tan importante el sitio e influyendo también es su decisión, el clima. Nosotros tenemos invierno, pero no es tan duro como el de aquí, y no estaban acostumbrados. No creo que fuera por los Corporales.

¾    Mi querido amigo, Hakim, sino fue así explícame como los Corporales se tiñeron de sangre.

¾    Una leyenda más, como tantas que tienen vuestra religión. Yo opino como Hakim, si fuera este sitio tan estratégico, hoy sería una ciudad tan importante como Barcelona o Madrid, y no lo es.

¾    Bueno no discutamos por nuestras creencias. Omar y Hakim piensan que lo abandonaron y nosotros que fue un milagro y los echamos.

¾    Yo estoy entre Hakim y vosotros. ¡Qué un mulo blanco decidiera llevar al Matías, y que, luego echándolo a suerte, pusieran sobre el mulo los Corporales y los trajera hasta aquí! Si creo que sea leyenda.

¾    Covadonga, cada vez estoy más convencida de que serás una buena feligresa.

¾    No te hagas demasiadas ilusiones, Belén, que eso, lo dudo mucho.

Encontraron un alojamiento acogedor y cálido donde el recibimiento fue exquisito y el agradecimiento fue mutuo. Quedaron para cenar, aunque las ganas eran pocas y donde siguieron discutiendo sobre el milagro, hasta que el cansancio dijo basta. Cada uno fue a sus habitaciones sin tener demasiado claro el asunto del milagro los menos creyentes y absolutamente convencidos los más fervorosos.

¾    Bueno mejor es que descansemos. Chicas, me quedo con la mejor cama.

¾    De eso nada Montse, para ser justas lo echamos a suertes.

¾    ¿Qué opinas Montse de lo que sabe Ana?

¾    Pues que sabe de arte, Cova. Los que me siguen sin convencer son los alemanes, que de arte saben lo justito. Si los escucháis veréis que siempre repiten lo que dicen las monjas.

¾     Sí, me di cuenta y por eso te lo preguntaba.

¾    ¡Vamos chicas! Que los milagros no son arte.

¾    No Marina, pero toda Daroca es arte mudéjar y no los escuché decir nada.

¾    Yo me acuesto que mañana será otro día y las piernas no se acostumbraron al camino y puede que digan, ¡hasta aquí!

¾    ¿Te das por vencida?

¾    Ni lo sueñes, Marina. Una descendiente de Pelayo, nunca, se rinde.

Se acostaron temprano en un silencio de recogimiento, o de cómo descubrir al compañero y de cuáles serían sus intenciones. Silencio monasterial que las llevaba hasta conciliar el sueño.

Los claros del día anunciaban que se les había pegados las sábanas. La etapa del día era corta, pero querían descansar más en Calamocha, de la que los separaba unos veintisiete kilómetros y unas seis horas de camino. Salían de la casa dando las gracias por toda la ayuda prestada a la casera, con destino a la Plaza de Santiago donde tenían previsto desayunar antes de ver la colegiata de Santa María, lugar elegido para partir rumbo a Calamocha, por la Puerta Baja, enfilando la carretera nacional con la compañía de las sierras y los valles.

A paso medianamente ligero llegaron hasta un monolito que les daba la bienvenida a la provincia de Teruel, dejando atrás la provincia de Zaragoza. Los abundantes pinos, hacía que los vaivenes de la carretera no fueran tan interminables para los peregrinos que rodeaban Bárguena para seguir hasta Burbáguena. Burbáguena, es un pueblo pequeño y acogedor con rasgos renacentista aragonés. Pararon por la iglesia, donde el arte impresionaba al feligrés y todo amante del arte, para que el sacerdote les sellara el pasaporte peregrino, y seguir la ruta hasta uno de los palacios, conservado en buen estado, del Marqués de Montemuzo. Las ruinas del castillo parecían contarles las batallas que libraron de los Templarios, a los que sus murallas arroparon. Parecían lamentar que no volviera aquella gloriosa época, donde el peregrino descansaba y, con la fe renovada, volvía al camino de la Vera Cruz de Caravaca con la protección de tan nobles hombres. Algunos del grupo hicieron tentativas de descansar un poco más en el pueblo, eligiendo al final seguir hasta el hotel que estaba a las afueras del pueblo. Un hotel que previamente era un molino harinero y del que conserva el salto del agua trasformado en cascada y en que un chopo y un monumento le da la bienvenida al lugar invitándolos a sentarse en la terraza y así aprovechar los débiles rayos de sol que los acompañaba. Se relajaron un poco, lo necesario, para afrontar los catorce kilómetros que les quedaba para llegar a Calamocha. 

Los alemanes fotografiaban cada ruina, al igual que los musulmanes, y más alejadas Las Damas los observaban con la cámara enfocando, disimuladamente, a cada uno de ellos. Marina tenía puesto un largo objetivo por lo que veía en cada enfoque lo que ellos hacían. Alfredo hablaba con su mujer, Norma, sin perder detalle de lo que estaba sucediendo y tomando notas en un bloc pequeño del que caía al suelo una estampa de Josemaría Escrivá, momento que inmortalizó Marina. Al otro extremo Madison se fotografiaba sin percatarse, de un emblema del Temple: “Non nobis, Domine, non nobis, sed nomini tuo da gloriam” para risas de Bernard.

¾    ¡Anda, Bernard! Llama a la hermana Belén que nos diga lo que dice.

Bernard volvía al lugar con ella y con la hermana Ana señalándolas la inscripción.

¾    ¡Dios, Santo! Es un emblema Templario.

¾    ¿Y qué dice?

¾    No a nosotros, Señor, no a nosotros, sino para la Gloria de tu nombre. Este emblema lo usaron cuando buscaban recursos para financiar las Cruzadas. Al igual que en Daroca. Por aquí también debió de pasar el Santo Grial.

¾    ¡Bueno, eso lo habrá puesto algún bromista! Esa frase la dijo el rey David, antepasado de Jesucristo, y todo aquel que leyó la biblia, lo sabe. No creo que los templarios dieran pistas de cómo se financiaban, que por otra parte estoy convencido que salieron del Templo de Salomón.

¾    Se financiaba con las dotes de los que querían entrar en el Temple y también de reyes y poderosos que les daban cuantiosas limosnas. Eso está escrito en varios libros, como podréis ver. Yo no estudié, aunque Cova piense que sí, pero esa historia ya os la conté.

¾    Ana, si tú dices que no estudiaste no tengo por qué discutirlo. Otra cosa es que me lo crea. ¿Alguno de vosotros le gusta leer?

Solo Alfredo, la hermana Belén, Omar y Bernard y Montserrat dijeron que sí, el resto agachó la cabeza en silencio.

¾    ¡Muy bien! Sin ser Belén, que naturalmente dirá que lo sabía, ¿me puede confirmar quién sabía que ese eslogan era del Temple?

El silencio detuvo el sonido del viento, el silenció de los árboles y hasta el de las aves que sobrevolaban por encima de ellos.

¾    Lo dicho, no sé en dónde, pero que estudios tienes, no me cabe la menor duda. Ahora si os parece bien, seguimos el camino.

Al salir del pueblo, rumbo a Calamocha, los despedían unos campistas al pie de la carretera, deseándoles un buen peregrinaje. Su caminar era alegre y desenvuelto como si comenzaran el camino en ese momento. Cuando llevaban medio camino hecho, cerca de Luco de Jiloca, pararon a descansar los pies y a tomar aire en un merendero, al lado del camino llamándoles la atención los colores de las mesas a juego con los bancos, y de paso aprovecharon para tomar las bebidas isotónicas, sentados a la mesa, como si de una cafetería se tratara. La parada no fue larga para retomar el camino hasta llegar a la ermita-iglesia de la Virgen del Rosario, en Lechado, al pie de la carretera nacional, en donde se detuvieron a rezar. Después de una larga y aburrida recta, llegaban a la villa de Calamocha, capital de la comarca del Jiloca, a orillas del rio Jiloca, en pleno valle.

Qalat Mussa (Castillo de Muza), o lo que es lo mismo, Calamocha, villa dedicada a la industria agroalimentaria, con secaderos en los que se producen el jamón de Teruel. Con su puente romano sobre el rio Jiloca, es uno de los sitios, que no hay que dejar de ver. Por el pasaron El Cid, Alfonso I (El Batallador), Jaime I (El Conquistador) entre otros ilustres, que por peregrinaje o por conquista, dejaron su huella. Pero los peregrinos se fueron directos a la iglesia barroca Santa María la Mayor, donde sellaron su carné de peregrino. La noche se echaba encima y al día siguiente tomarían rumbo a Pancrudo, por la carretera provincial, con unos treinta y tres kilómetros y medio de camino y con un tiempo estimado de siete horas y media, si el cansancio acumulado lo permitía.

El acogedor hostal donde se alojaron todos juntos, les pareció un palacio para sus doloridos pies, que se iban hinchando. Cenaron todos juntos y en medio de la cena, la conversación se iba hacia las costumbres religiosas. Montserrat, no se le ocurrió otra cosa que preguntar sobre los hábitos católicos

¾    ¿Por qué nos persignamos de izquierda a derecha y no al revés? Que sería lo más razonable, según las enseñanzas.

¾    Buena pregunta, Montse. ¡A ver, qué contestan las hermanas!

¾    Al empezar por el lado izquierdo simbolizamos la Rendición y la Pasión de Cristo hasta su Ascensión a la derecha del Padre.

¾    ¿Y de arriba abajo?

¾    La llegada de Cristo hasta nosotros. Baja del cielo a la tierra.

¾    ¿Y por qué tú, hermana Belén, te santiguas con tres dedos? A mí me enseñaron con dos, al igual que a todos los que conozco.

¾    Por la Santísima Trinidad. Por eso me persigno con tres dedos de la mano derecha. Tú lo haces con dos porque simbolizas lo Divino y lo humano.

Omar y Hakim permanecían en silencio respetando las creencias de sus compañeros sin decir las expresiones que sus rostros reflejaban. Bernard y Madison preguntaban a las hermanas si conocían las obras maestras del Vaticano y cuáles eran sus preferidas, sin darles a ellas opciones a que les preguntaran

Se recogieron pronto, pensando en las costumbres que la humanidad tiene y de las que no se da cuenta, ni saben de dónde vienen.

 

Bélgica, Bruselas



Óscar estaba en su despacho de la OTAN, viendo como el día amanecía gris y los viandantes se iban despertando sin demasiado ánimo. Escuchaba el canto de las aves y al aleteo de las ramas de los árboles que parecían enfadarse con el ruido que hacían las persianas de los locales. Echaba de menos a sus islas, sus comidas, sus aromas a salitre y a sus dunas que caminaban cerca del mar.

¾    ¿Qué sabemos Cristóbal? Dame algo que avance en la investigación. La CIA me enviaron unos expedientes de los alemanes que no tienen desperdicio. Ahora sí, tengo el presentimiento de que son los que buscamos. Bernard fue capitán de las boinas azules y está casado con una musulmana. Al parecer, le dio a su suegro una suculenta dote que no pudo rechazar; sin embargo, Madison es racista hasta el extremo, por lo que es de extrañar que haga el camino con los musulmanes, y lo que es más extraño si cabe, es que lo fotografiaron hablando con chiitas y con unos ucranianos islamistas. Avísame cuando tengas algo.

¾    Estamos examinando unas fotos de Rabat y otras de Calatayud, que llegaron en un paquete anónimo hasta mi oficina. En cuanto sepa algo te llamo

Óscar colgaba despidiéndose con un hasta pronto, y llamaba a su colega norteamericano para unificar las informaciones que eran demasiado escuetas para el deseo de Óscar. Después se puso en contacto con el Senescal, que estaba en Londres, pidiéndole reunirse con él ante la lentitud de las informaciones. Óscar pensaba que eran demasiados riesgos para tan pequeños resultados

Ya en Bruselas las nubes cubrían el cielo, pero la lluvia había parado, tregua que aprovechaba Óscar para desayunar y hacer algunas compras antes de viajar a su tierra, haciendo una escala en Londres.

 

Marruecos, Rabat


 
 
La mañana era más bien fría en Rabat, cuando en la plaza de Golán, cerca de la catedral de San Pedro de Roma se reunían cuatro hombres; dos vestidos de traje de chaqueta oscuro y los otros con ropas informales que pasaban desapercibidos por los transeúntes que disfrutaban del aroma de las flores mezcladas con los aromas de los restaurantes cercanos. Los cuatro hombres miraban a un lado y al otro antes de saludarse.
¾    As Salamu 'Alaikum (La paz sea contigo)
¾    Wa’ Alaikum as Salamu wa Rahmatullah (Y que la paz y la misericordia de Alá sea con vosotros) Nuestros hombres están pendientes de los alemanes. Al parecer, estando en Calatayud, les dijeron que iban a visitar el Museo de Piedra y fueron al Hotel Monasterio de Benedictino. Entraron directos a la cafetería donde hablaron con otro alemán que estaba hospedado. Desde el teleobjetivo de la cámara vieron al desconocido una cadena al cuello con un Ojo de Horus. Sacaron esta fotografía, para identificarlo.
¾    ¡Buen trabajo! Si se reunieron tan arriesgadamente es síntoma de que sus jefes están nerviosos. Diles que estén pendientes si nombran a Devoss. Últimamente se mueve mucho y evita las fotos. Envíales a nuestros amigos la foto. ¡Ah! Y que no pierdan detalle de las religiosas, ni de las tres amigas.
¾    Sí, señor. Con su permiso vamos a enviar la foto
¾    Mantenerme informado. Quiero saber que pasa en cada momento.
¾    Sí señor. Ma´as salama (Adiós)
Se alejaban los hombres trajeados mientras los otros hablaban, con aspavientos, por el teléfono móvil. Los que se iban alejando sonreían a un turista, que se acercaba hasta ellos, echando migas de pan a las palomas que se posaban a su alrededor.
¾    Saba´al khair (Buenos días)
El turista no contestó ni levantó la mirada de las palomas que iban siendo más numerosas las que se le acercaban hasta las migas.
 
 

Países Bajos, Leiden



Herman y Zeeman caminaba a paso ligero por Haarlemmerstraat, probablemente la calle comercial más larga de Europa, de Leiden, sin apreciar el día apacible que ofrecía la ciudad con pequeños rayos solares que asomaban tímidamente. No reparaban en los músicos que tocaban canciones melódicas que iban directas al corazón, ni en las palomas que revoloteaban presumidas desafiando al viento. No se percataban de los transeúntes, que, al contrario de ellos, sí descubrían al nuevo día agradeciendo la paz que en esos momentos las calles les daban. No, sus tendones encogidos les dejaban observar ni sonreír, no había tiempo puesto que Devoss los esperaba sin saber con qué ánimo les recibiría.

Entraban en la sede saludando correctamente al que se iban encontrando hasta llegar a la oficina de Devoss. La tensión se acentuaba cuando vieron la puerta abierta.

¾    Decirme algo nuevo.

Como siempre, Zeeman tomaba la palabra con la voz temblorosa ante la mirada impasible de Devoss, y Herman intentaba saludarlo con una leve sonrisa, pero ante la indiferencia dirigió su mirada al Ojo de Horus con la esperanza de que Devoss no reparara en su nerviosismo.

¾     Hablamos con ellos en Calatayud. Sospechan de las tres amigas. Piensan que saben más de lo que dicen y además escucharon como una de las monjas, le dijo a la más vieja, que podía hablar en latín con ella. Cova, que es como la llaman, le dijo que imposible que leyera latín porque no lo sabía. También sospechan de otra de las chicas, la más reservada, piensan que, si está pendiente de que la llamen para trabajar, lo lógico es que no hiciera el camino. Dicen que se ponen en alerta cada vez que sus amigas le dicen que mire el correo. No ven lógica.

¾    Sí, lo más lógico es que no peregrinara y que intenten saber en qué oficina de empleo está. Si dice que está desempleada tiene que tener una agencia. Que le pregunten, aunque no la crean ¿Y qué hay de la otra?

¾    Con la otra están tranquilos. Si creen que trabaja en una fábrica, su cultura es básica, y solo habla catalán y castellano.

¾    Las investigaremos pero que no pierdan de vista a las monjas. Esta es la segunda vez que hacen el camino y eso tampoco tiene lógica. Avisarles que vigilen los movimientos de los árabes. Pueden estar diciendo la verdad, aunque también la mentira. Y en cuanto al matrimonio silencioso ya veo que no sabemos nada. Hablar con nuestros amigos por si pueden aportarnos algo. Que la luz os ampare.

Herman salía por delante de Zeeman, que cerraba la puerta a la vez que respiraba hondo. Devoss descolgaba el teléfono, no muy satisfecho con el corto informe, hasta se diría que inexistente, y mientras marcaba meditaba si los destituía Sus pesquisas quedaban en el aire, y como jugador de póker, usaba su as guardado en la manga.

 

 

miércoles, 4 de abril de 2018

Suiza, Ginebra



Apenas había amanecido en Ginebra y el frio se sentía estando parado, obligando a abrigarse con bufanda a Óscar y a Cristóbal que esperaban pacientemente, en una cafetería con vistas al lago Lemán, a John, un americano residente en Ginebra, y a Pier, un francés que viajaba con frecuencia por motivos laborales. Los dos hombres, pertenecientes a la masonería, los habían citado para intercambiar información.

¾    ¡Buenos días, caballeros! Disculpen nuestra tardanza, siempre somos puntuales pero una llamada inesperada nos impidió acudir a la hora fijada

¾    ¡Buenos días, caballeros! No deben disculparse si la llamada era importante. Las vistas son inmejorables y el café, aunque no es el que tomamos en España, está aceptable y calienta el cuerpo.

Mientras pedían al camarero, los recién llegados, Óscar y Cristóbal se miraban expectantes y ansiosos de saber para qué, los habían citado.

¾    Caballeros, les citamos porque sabemos lo que un general francés encontró en Afganistán. Al enterarnos, infiltramos a un marroquí y a un saudí, en el camino de la Cruz de Caravaca. También sabemos que tenéis infiltrados ¡Cómo veis! Venimos como amigos. Queremos ayudar en lo que podamos y solo queríamos decirles que confíen en nosotros. Un marroquí, nos envió estas fotos de dos alemanes que están haciendo el camino. Hasta ahora no hicieron ningún movimiento extraño pero sus apellidos no coinciden con las fotos que nuestros amigos no enviaron. Estamos rastreando a ver si son alemanes o de otra nacionalidad y si nos podemos fiar de ellos.

¾    Si tenemos noticas de ellos, lo que hasta ahora no teníamos las fotos. ¿Cómo saben que tenemos infiltrados en el camino?

John, que era el de más alto rango y el de mayor edad, sacaba del bolsillo derecho de la americana un papel escrito a mano.

¾    Compréndanme, pero de momento no puedo revelar mis fuentes. Como iba diciendo, nuestro rastreo fue descubierto por un importante Iluminati, que es el que me estaba llamando, y de ahí el retraso. Son alemanes, es cierto, y sus nombres son Bernard Köler y Madison Höhner. Eran miembros del club de los Iluminati, y digo eran, porque junto a otros cinco miembros fueron expulsados de la orden, por conducta ignominiosa. Los sietes miembros se organizaron y están haciendo un club al que llaman “Los Nuevos Iluminati”. Son peligrosos y ya cuentan con un número importante de seguidores. Deciros, que fueron boinas azules, y que también estuvieron en Afganistán por lo que pensamos que pueden estar en contacto con chiíes, puesto que un importante islamista quiere la Cruz de Caravaca para destruirla y golpear al cristianismo. Naturalmente el Vaticano está informado, y creemos que ellos también tienen sus infiltrados.

¾    Hemos pedido ayuda a la OTAN y a la CIA, así como a varios amigos de los estados árabes. No tenemos respuesta a nuestra petición y de momento es todo lo que les puedo contar. Por otra parte, los masones están hermanados con los templarios, por eso no hace falta decir que vienen como amigos. Lo sabemos.

¾    ¿Eso es todo? Pesaba que eras un miembro importante en tu orden y por lo que veo me equivocaba. Hablaremos con el Senescal, Robin.

¾    Me parece estupendo que hable con el hermano Robin. Señores, mi trabajo en la OTAN me reclama y debo de partir para Bruselas. Muchas gracias por su ayuda y lamento no poder informarles de más cosas en estos momentos. Que tengan un buen día y saluden al Venerable Maestro de mi parte.

Acababan el café y con un apretón de manos despidiéndose con un ¡hasta pronto! Cristóbal no acaba de fiarse de las intenciones de los masones y sobre todo le preocupaba la información que ellos tenían de la operación. Las Damas podrían estar en peligro si desvelaban más de la cuenta. Óscar, con santa paciencia, lo tranquilizaba.

¾    No les contamos nada que ellos no supieran. Lo de los árabes será una infiltración de las agencias. Y tampoco nos dijeron nada de Las Damas, por lo que deduzco que no lo sospechan. De momento están a salvo. Ahora infórmate de los nombres que nos dieron. No te preocupes demasiado.

¾    Óscar no saben nada de ellas, ¿o no quisieron ponernos en guardia? No me fio. Ellos ya se llevaron el mérito de todos los éxitos de los primeros templarios y estoy seguro de que ante el mundo también se quieren llevar éste. ¡Pero eso sí!, nosotros hacemos todo el trabajo y ponemos todos los medios. Espero que la CIA no nos falle y nos mantenga informados a nosotros antes que a ellos.

¾    Hermano Cristóbal, donde se concentran un número importantes de masones, es en Estados Unidos. En la CIA, no te quepa la menor duda, de que los hay también. No bajemos la guardia, pero no alarmes sin tener más pruebas.

Los masones que todavía seguían en la cafetería no estaban contentos con el resultado de la entrevista.

¾    Esperaba más información por parte de Óscar. John creo que nos ocultan mucho más de lo que saben.

¾    Lo sé, Pier. Pero tarde o temprano vendrán a nosotros y nosotros pondremos nuestras condiciones. Los árabes hablan mucho con tres mujeres que van en el camino. No sabemos si están relacionadas con los templarios, cosa inusual en ellos, pero si pidieron ayuda a los Rosacruces, igual las enviaron. Lo estamos investigando. Ahora, parte hacia Leiden, y ponte en contacto con Zeeman, es uno de los Iluminati que echaron. Infórmate de todo lo que puedas.

 

 

 

El nuevo día parecía amable con los peregrinos, acallando al viento y levantando las nubes. Una etapa de unos 38 kilómetros les esperaba, por carretera nacional donde apenas había carriles para ellos ni caminos de peregrinaje. Después de mirar el mapa una y otra vez, decidieron las tres amigas hacer una parada para comer en Caparroso, a la que se unían el resto de los peregrinos. Las llanuras, entre viñedos y camioneros que los saludaban con sus bocinas hacían que el silencio hiciera una pausa para seguir con sus rezos, que les mitigaba el cansancio y espantara al aburrimiento. El matrimonio que iba con las monjas aceleró el paso hasta llegar a la altura de las Damas.

¾    Se hace pesado el camino, hermana Ana (Montserrat, trataba de ser amable sin demasiadas ganas) Deberían las autoridades hacer un camino digno para el peregrino, no es muy aconsejable para el peatón cruzar por carreteras nacionales.

¾    Un poco, hija. No encontraremos árboles ni áreas de descanso hasta cerca de Caparroso. Luego se hace más ameno.

¾    ¿Conoce el camino?

¾    Esta es la segunda vez que lo hago. La hermana Belén quería hacerlo y la acompaño.

¾    ¿A qué orden pertenecen?

¾    A la cisterciense de San Bernardo. En el monasterio de la Huelgas, en Burgos

¾    Entonces por eso no llevan el hábito. Nosotros pecamos de ser primerizas, en esto de la peregrinación y en Pamplona tuvimos que comprar calzado adecuado y ropa de más abrigo. ¿Y qué le piden o agradecen a la Cruz?

¾    Le agradecemos que no, nos desampara en los momentos más difíciles y nos llene cada día la despensa del monasterio para alimentar a los más necesitados. Nosotras vivimos de nuestro trabajo, pero también recibimos donativos de devotos y feligreses. Nosotras no cobramos alojamiento ni comida, solo pedimos la voluntad a los que pueden y con ello ayudamos a otros.  Pero por cosas de la naturaleza, las hermanas nos estamos haciendo mayores y nuestro trabajo se ve disminuido por falta de fuerzas. La hermana Belén, tiene la fe de que el Señor traerá al monasterio hermanas jóvenes que sigan con nuestra labor; y con esta fe, nuestro Señor nos oirá cuando abracemos a la Cruz.

Covadonga que escuchaba la conversación, no daba crédito de como Montserrat asentaba la cabeza a cada frase que la hermana Ana decía. No dejaba de pensar en las atrocidades que, a lo largo de los años, hizo la religión católica, apostólica y romana a todos sus feligreses.

¾    Discúlpame que me meta Ana, pero lo llevan jodido si esperan adeptos a sus causas. No hay nada más que poner la tele, para ver que todavía hay curas pederastas. Si de verdad quieren ayudar que empiece el Papa a hacerlo.

¾    Su Santidad ya lo hace con sus oraciones, y con sus siervos. Es verdad que hay miembros de la iglesia que se desviaron del camino, pero el Señor nos manda perdonarlos y reconducirlos al rebaño. Nuestro Santo Padre, pide a los religiosos, dar alojamiento y comida a todo el que venga a nuestro monasterio, no cobrando, pero sí apelando a la bondad de los que pueden, para ayudar al más necesitado. Y créeme Covadonga, que su Santidad con sus oraciones también alimenta el alma de quien le escucha.

¾    Perdone a Cova, hermana. Me parece encomiable la labor que ustedes hacen. Lo que yo, si fuera de su congregación, abriría una cuenta en las redes sociales y pondría una cuenta corriente donde ingresar donativos sin falta de acercarse al monasterio. Recibirían ayuda de muchas partes y con ello ayudaría a más almas necesitadas. Negocien con un banco para que nos les cobre comisiones y les habrá una cuenta que resulte fácil de recordar. Yo ingresaría cuanto pudiera y estoy segura de que Cova también lo hará. Piensen en ello.

¾    No te preocupes, hija que todo aquel que reniegue al Señor, más temprano que tarde, le suplicará y lo amará. Estos no, nos preocupan sino los que con engaños entran en nuestra fe para quebrantar las leyes que Dios nos mandó, por medio de Moisés. Jesús, murió por todos nosotros, en él debemos de fijarnos para encontrar nuestro camino. Te contaré un poema que una atea, entre comillas, escribió a nuestro Señor. La tituló Semana Santa:

Señor, eres el pastor que guía mis pasos,

el que nunca me abandona, y me quiere

el que escucha mis lamentos, callado

el que cura mis heridas, si me hieren;

y al que no, quité los clavos.

Ya viene la Cruz y la primavera,

la corona de espinas y los soldados,

con el látigo, negro, en la mano

posándolo en tu cuerpo, ensangrentado;

arrogantes y despiadados.

No quiero cerrar los ojos a tu paso,

para que mi sufrimiento vea tu amor

rodeado de mercaderes malvados,

profesando su devoción sin pavor,

sabiendo, que no son cristianos.

Ya las lágrimas se van recogiendo

que Dios a su hijo le quita los clavos;

los profetas y María van subiendo,

la Semana Santa, se va marchando

Ahora entenderás lo que te digo de Cova. Ella también ama al Señor, aunque no lo diga. Como te dije, cuanto más reniega, más lo ama.

¾    Cuando vaya a Burgos iré a visitarla.

¾    Bienvenida serás tanto tú como tus amigas. Vosotras tres, soy mucho más inteligentes de lo que aquí dais a entender. Que el Señor esté con vosotras.

La hermana Belén adelantaba a Montserrat, a Covadonga, y a la hermana Ana, susurrando el Salmo: “Tú Señor, eres mi lámpara, mi Dios que alumbra mis tinieblas; con tu ayuda yo fuerzo el cerco, con mi Dios asalto la muralla. Dios es integro en su proceder, la palabra del Señor acrisolada escudo de quienes se acogen a Él.”

Se hizo un largo silencio que duró algo más de una hora, cuando el matrimonio que iba al frente de la fila, dio aviso de una gasolinera donde tomar algo caliente. La mayoría, se decidió por llegar a Caparroso que ya estaba cerca.

 Caparroso, los recibía con las calles casi desiertas, si no fuera porque los más mayores salían a las puertas a saludarlos. < “Hay un bar aquí al dar la vuelta”>, decía un hombre al que le faltaba una pierna. No pararon mucho y siguieron camino de Castejón teniendo Las Damas, la misma compañía y a la que se sumaron Bernard y Madison. El matrimonio les sonreía al igual que Las Damas, pero Covadonga observaba a las monjas que inclinaban la cabeza a la vez que se miraban de reojo. Covadonga, se acercó a Marina para que no perdiera detalle de ellas.

Entre desniveles, magnolios, álamos blancos, robles y molinos de viento, se iba haciendo corto el camino. Las monjas llevaban ya unos cuantos kilómetros en silencio, con un rosario en la mano, Montserrat hablaba con Bernard sobre arte y Madison hablaba con el matrimonio sobre la orden religiosa, a la que profesaban su admiración, y alabándola con sentimiento y con respeto a tan loable labor. Covadonga, se esforzaba por escuchar la conversación, a la que tanta atención ponía Bernard, al cual, pilló en tres ocasiones mirarlos de reojo. Marina seguía los gestos religiosos de las monjas sin desviar la mirada del camino. Bernard al ver a Marina y le preguntó si se unían a ellas.

¾    Bernard, me temo que están de recogimiento.

¾    Bueno creo que ya llevan bastante tiempo de rezos. Los quince misterios del rosario ya los pasaron, por lo menos, dos veces.

Bernard no aguantaba más el recogimiento de las monjas y rompió tan delicado momento, con la voz más baja, pero lo suficientemente alta para que lo escucharan.

¾     Hermanas, esperamos no interrumpir sus oraciones. Solo queríamos conversación para no pensar en el cansancio que ya llevamos acumulado.

La hermana Ana, con dulzura en sus gestos y seriedad en sus palabras, le respondía

¾    La fe abre los muros, y con fuego y azufre destruye cimientos.

Las monjas seguirían el camino escuchando a sus rezos, al tráfico y a la arboleda que las escoltaba. Por otra parte, Marina había perdido el interés en las monjas en las que no había visto nada alarmante, por lo que se unió al grupo de Omar y Hakim cuyas conversaciones eran sobre los templarios que estuvieron en la zona. Hakim, simpatizaba con un peregrino que era extremadamente cristiano, pero no despreciaba la compañía de los musulmanes marchantes.

¾    ¡Menos mal que ustedes no hacen la guerra santa, y los templarios eran unos monjes pacíficos que no desenvainaban una espada! Y me pregunto si eso viene en la biblia que no leí. Pero lo que sí les puedo asegurar, es que nosotros no somos los salvajes. Nosotros seguimos los mandamientos del islán.

¾    Pues sí, amigo. Nosotros tuvimos que usar la fuerza para llevarlos por buen camino. Si quiere le canto la canción de la Cruz de Caravaca.

¾    No, gracias amigo, que estaba de broma, Ya sabe que me gusta picarlo. Háblame de las cosas que hicieron por aquí los templarios.

¾    Nada interesante. Por aquí pasaban los Templarios camino de Tudela donde se hospedaban para continuar hasta Caravaca. Lo que de verdad interesa de este camino es que busques en tu interior y escuches al Señor.

¾    Y compañeros tan ambles y serviciales, como los que en este grupo nos encontramos. Es un placer viajar con vosotros, aunque no tengamos la misma religión, somos creyente y nobles con nuestro actos y pensamientos.

Volvieron los cánticos, cuando más apretaba el cansancio, los últimos pasos cada vez se hacían más pesados agotando las últimas energías que les quedaban. Al ver las calles de Castejón., todos buscaban información, sobre hospedajes, a los primeros ciudadanos con los que se encontraban. Al final se repartieron en dos hostales, menos Bernard y Madison que fueron al hotel. Montserrat se fue a sor Ana.

¾    Hermana Ana, tenía razón en cuanto al viaje. Es más bonito a partir de Caparroso. Buenas noches y gracias por la compañía

¾    Buenas noches, hija. Escucha a tu corazón porque el Señor está contigo.

Covadonga miraba a Montserrat, al igual que Sofía. Se despidieron del matrimonio y de las monjas que se hospedaban con Omar y Hakim, y ellas seguían en busca del otro. No tardaron en alojarse en cómodas habitaciones no muy amplias pero acogedoras.

¾    Covadonga, no te podrás quejar de nosotras. Bueno de mí, que a Marina le gusta. Me voy a la ducha, así que cuidadito con lo que decís, que os oigo.

Marina daba los por menores que observó durante el camino, sin nada interesante que pudiera dar luz al caso que las ocupaba. La siguiente en la ducha, era ella.

¾    Espero que me quede algo de agua caliente. ¿Alguna conversación interesante durante el camino?

¾    Si, la que tuve con Sor Ana. Cova, observé a las dos monjas cuando Bernard trató de entablar conversación con ella y algo me dicen que saben algo de ellos que no les gusta. Te lo dije, me fio más de Omar y de Hakim que de los alemanes.

¾    Montse, si no salieron del convento nada más que para hacer camino, no creo que sepan algo de ellos.

¾    No las tengo todas conmigo. Hay algo que se nos escapa.

Covadonga se metía en el baño, a la vez que salía Marina. Montserrat, le comentaba todos sus temores a Marina, y al igual que Covadonga, les restaba importancia. La luna iluminaba Castejón y el viento descansaba cuando Las Damas se iban a cenar a un bar cercano especializado en tapas. La velada se volvió distendida, entre risas, anécdotas del pasado y recuerdos para sus seres queridos, sin nombrarlos.

Un nuevo día asomaban cuando Covadonga, despertaba a sus amigas. Era la hora en la que habían quedado con el grupo para emprender la marcha y desayunar en Tudela, a unas cuatro horas de camino por una carretera comarcal entre campos de arados, lejos del tráfico que llenaba la carretera nacional. Los peregrinos, iban soñolientos ensimismados en sus pensamientos y en sus rezos, con la tranquilidad que te da el camino.  Montse se estaba aburriendo con la etapa y le pedía a sor Ana que continuara con la historia de los Templarios. Sor Ana no se hizo de rogar, y Omar le dio el pie por donde lo había dejado. Bebía un poco de agua y comenzaba la historia.

¾    Pocos son los que no conocen las cruzadas. ¿Quién no vio la película del Rey Arturo y Lancelot? Os voy a contar la historia de la Vera Cruz. Balduino II llamó a Palacio a Hugo de Payns, donde le daba un caja de madera bañada en oro, en la cual estaba depositado un pergamino lacrado con dos cintas doradas, y donde se podía leer: “Dicen nuestros mayores, que hacia el año 326, en un viaje que hizo a estas tierras de Jerusalén, la emperatriz Elena, madre de Constantino I “El Grande”, lo primero que ordenó fue derribar el Templo de Venus, que se encontraba en el Gólgota, pues pensaba que allí se encontraba el Santo Sepulcro. Estuvieron excavando sin cesar hasta que encontraron tres cruces, para exultación de los presentes. Sabiendo que dos de las cruces eran de los dos ladrones, y una la Vera Cruz, la duda les asaltó, al ser las tres iguales, el no poder saber cuál había sido la de Jesús. La emperatriz, intentaba relajarse dando vueltas sobre un círculo pensando el modo de resolverlo y no tardó en encontrar la solución, ordenando traer a un difunto que no estuviera enterrado; los obreros que eran supersticiosos estaban paralizados y solo comenzaron a moverse, a la amenaza del látigo que enseñaban los soldados. Corrían los obreros presos del miedo por el pueblo y tras cerrarles una puerta en las narices, en la siguiente no pidieron permiso y sobre los hombros se llevaron al finado. Cuando llegaron hasta la emperatriz, ésta les ordenaba que pasaran al difunto por delante de las cruces. Los obreros pasaban por delante de la segunda cruz, la de Jesucristo, la Vera Cruz, y el finado intentaba bajarse a la vez que preguntaba dónde estaba, dejando a los allí presentes estupefactos. La emperatriz abrazaba a su hijo, Constantino, sabiendo, que estaban ante uno de los descubrimientos más importantes para el cristianismo y hablando, con él, acordaron construir en el lugar un majestuoso templo, la Basílica del Santo Sepulcro, donde guardaron la Santa Reliquia.”

Esa poderosa razón que daba el rey Balduino II, llevó a Hugo y a Godofredo, a fundar la Orden, tomando consejos, en sus primeros años, del Priorato Sion, para luego independizarse de ellos. ¡Pero a lo que íbamos!, Jerusalén estaba bien custodiado y cada vez eran más numerosos los cristianos e incluso algún islamista abrazó la fe cristiana. Pero cuando los Caballeros más influyentes, viajaban a Roma, o a Francia, quedaban un vacío que aprovechaban los sarracenos, con Saladino al frente, saqueándola. Saladino, conquistó Tierra Santa y como castigo se llevó la Vera Cruz, humillándonos viendo como la despreciaba y no podíamos hacer nada, Después de varios años de castigo, y ya abatidos, un catorce de septiembre, Heraclio recuperó la Cruz, siendo recibido por el pueblo con aplausos mientras la exaltaban, camino del Gólgota. Tuvieron que pasar bastantes años más, cuando el patriarca de Jerusalén, Arnulfo de Chocques, colaboró en la construcción de una estatua de Cristo, en el Sitio de Jerusalén. Arnulfo, descubrió en el Santo Sepulcro, la Vera Cruz, la reliquia más sagrada de nuestro pueblo. Su satisfacción llenaba su orgullo, pero sabida su enemistad con su sucesor Dagoberto de Pisa, se la confió a Balduino I, y éste a su muerte, a Balduino II. Y como ya comenté, confió su custodia a los Caballeros del Templo de Salomón, a los nueve amigos y fundadores de la Orden, que no dudaron en viajar a Francia en busca de aliados y en busca de donativos para sufragar todos los gastos que conllevaba. Hugo de Payns, nada más llegar a Francia, fue a ver a su pariente, al que Balduino II sin saber el parentesco le había escrito para que lo recibiera junto con sus amigos, el abad del monasterio de Claraval. Bernardo de Claraval, los recibía con los brazos abiertos ya sabiendo de los planes de la Orden y aceptando redactar los estatutos que no sólo protegería a los peregrinos camino de Tierra Santa, sino que también combatiría el islam. Una vez constituidos los estatutos, pediría una audiencia al Papa para oficializar la Orden y convocara un concilio, en Troyes. Concilio, al que acudió Bernardo de Claraval, exponiendo los severos estatutos por los que se regiría la Orden. Los estatutos, eran una mezcla militar/religioso, donde sus miembros venían a ser un monje guerrero protector de peregrinos y de reliquias sagradas. Y una vez hechos los votos de obediencia, castidad, pobreza y oración, todo voluntario, pasaría a formar parte de ella. Los estatutos terminaban con “. Dominus mihi custos et ego dispersam inimico meos (El Señor es mi pastor y esporádicamente mis enemigos)” La Orden del Temple fue reconocida oficialmente, por el cardenal Mateo de Albano, representante del Papa Honorio II.

¾    Mucho sabes Ana, de los Templarios.

¾    Don Quijote me animo a leer los libros de caballerías, y si a eso, le añadimos que es historia… Pues este es el resultado. Me gusta la historia, Cova.

¾    Cova, si es que tenemos que leer la Biblia. Hermana Belén avíseme cuando hagan un resumen de pocas hojas

¾    Marina, acuérdate de lo que siempre os digo. Seréis las mejores defensoras del Señor ¡Y pena me dará no veros!

¾    Omar y yo esperamos que alguna vez cuentes la historia negra, que asocian a los templarios con Baphomet. Y por la que fueron quemados los cuarenta templarios con Jacques de Morlay a la cabeza.

¾    No olvides amigo Hakim, que confesaron lo que sus carceleros, con crueles torturas, quisieron. Muchos de los que sobrevivieron confesaron que Jacques hasta el último segundo de su muerte, repetía ser inocente y lo último que les dijo al Papa y al Rey, se cumplió…  Pero hay una historia sobre ello.

¾    ¿Nos la contará, hermana?

¾    Ya veremos si la recuerdo Montse, pero por hoy terminé mis historias. A ver cuando vosotras contáis alguna. ¿Sabéis que hubo Damas Templarias? Dos concretamente, una era La Orden de las Damas de Tortosa, fundada por el Conde de Barcelona, Ramón Berenguer IV, por su ayuda para la conquista de Tortosa que estaba en manos de los musulmanes, y la otra, era La Orden de las Damas de la Banda, que por su defensa de Palencia.

¾    Pues no, no lo sabíamos, pero ya lo sabemos. Muchas gracias Ana por las historias tan heroicas que cuentas. Fíjate que ya me apetece alistarme. Lo que no sé si hacerlo en la castellana o en la catalana.

¾    Cuidado Cova, que las hermanas se ofenden

¾    No Madison, si ya sabemos que Cova es una buena católica.

Entraban en Tudela por estrechas calles de adoquines, donde el vecino abrazaba para dar los buenos días al de enfrente, desde la ventana. Donde los barrios de la morería y la judería vivían en armonía, hasta la llegada de los católicos. Lejano quedaba cuando Alfonso I, entraba victorioso en la ciudad, y parte de sus campos servían de sustento para los templarios. Lejos y cercanos, en ese mismo instante donde los peregrinos rememoraban, según sus deseos, las batallas que allí sus ídolos libraron. Ya no caminaban, sino que el viento los conducía por el centro histórico para detenerse en la catedral de Santa María, frente a la puerta del Juicio Final cuya belleza es resaltada por la representación de las escenas del Génesis y del Antiguo Testamento. Accedían a ella, deteniéndose las monjas en la capilla de estilo barroco de Santa Ana y continuar hasta la capilla de Espíritu Santo, donde todos oraron.

¾    ¿Estás bien, Cova?

¾    ¡Pues claro! ¿Por qué iba a estar mal?

¾    Por el tiempo que llevas callada. Oye, ¿os pasa lo que a mí? Ahora mismo tengo una paz, que hacía tiempo que no tenía.

¾    Yo también la tengo, Marina. ¿Y tú, Cova?

¾    Yo tengo la misma paz que tenía antes de entrar. Me gustó la catedral, pero su puerta del Juicio Final es fascinante, por lo bien representado que está el infierno donde creo que yo tengo sitio... ¡Vale!, en serio, me gustó mucho. Vamos a preguntar dónde vamos a desayunar, mis tripas ya se quejan.

Se acercaron a la plaza de los Fueros, donde un suculento desayuno acompañado de músicos callejeros que amenizaban la plaza, y donde todos seguían hablando con sus silencios. Bernard se levantó con su cámara fotográfica e hizo fotos de la plaza y de los músicos, a los que pidió la melodía Claro de Luna, de Beethoven, echándoles unas monedas, en cambio su amigo, se quedó sentado viendo como el matrimonio que iba con las monjas también se acercaban a echarles monedas. La mañana estaba resultando encantadora al no recordar que todavía les quedaba un largo trecho hasta llegar a Tarazona, en la comunidad de Aragón. Covadonga se levantando pidiendo permiso a un pie, para mover el otro, Montserrat se levantaba seguida de Marina provocando la risa del grupo al verlas. Covadonga, con su fina ironía en la mirada, se enderezó, y con pase de modelo Montserrat pasaba ante ellos. Marina seguía su paso sin apenas despeinarse.

Volvían a la carretera nacional, la cual los acompañaría unas seis horas de camino, contando la parada para almorzar, según la ruta prevista. Ruta, donde se veía la generosidad de los cultivos, alguna que otra arboleda y tráfico algo denso. Los cánticos volvían a pleno pulmón cuando entonaban los estribillos, con algún que otro sonido estridente, hasta llegar al primer kilómetro en el que Bernard se acercaba a Covadonga,

¾    Parece que las monjitas acabaron sus rezos y ayudan a amenizar el camino. ¡Sabes, Cova! Que no paro de darle vueltas a mi memoria para acordarme de que conozco yo a Sor Ana. Sé que ya la había visto pero no recuerdo donde.

¾    Bueno Bernard, hay veces que crees conocer a la gente y solo es que se parece a alguien conocido. Puede sucederte eso si no pisaste Burgos.

¾    ¿Es de Burgos? No lo sabía. Y no, yo nunca estuve allí. Ya me acordaré.

¾    Bonita la música que le pediste a los músicos y muy patriótico por tu parte.

¾    No me discutirás que es una bella melodía.

¾    Si, bonita. Pero si es cierta la historia que dicen de ella, además de bonita, tierna.

Llegaban entre pinares y encinares a Monteagudo, el último pueblo de Navarra, fronterizo con Aragón. Un pueblo hospitalario donde había sido hallado, un códice hebreo, de una parte, de la biblia que hace referencia a Jeremías. Madison sostenía que allí tuvo que haber una sinagoga, mientras que la hermana Belén aseguraba que no había pruebas, tan solo certificaba el poder adquisitivo que tenían por aquel entonces los judíos. Este pequeño debate los llevo hasta el convento de Monteagudo, donde murió Fray Ezequiel, al que dedican plegarias todos los enfermos de cáncer. A escasos metros del convento, Marina volvía a ver a la desaparecida Ducati.

¾    Cova, ¿ves lo que estoy viendo?

¾    Sí, Marina. No debe de andar muy lejos.

Se acercaron hasta Montserrat para advertirla, con la mirada, de que el misterioso motero de la Ducati, andaba cerca. Ya las tres en guardia, se unieron al grupo que intentaba ponerse de acuerdo de si entrar en la capilla del monasterio o tomar un café primero, cuando Las Damas vieron salir al motero del monasterio mirándolas, con cierta frialdad, ante el descaro con que lo miraban. El motero, cogió la Ducati para cabalgar por las calles del pueblo perdiéndose en el horizonte.

¾    ¿Chicas estáis enfermas? Os noto pálidas

¾    Tranquilo Bernard, estamos bien.

Bernard cogió por el brazo a Covadonga apartándola del grupo:

¾    Ya sé de qué conozco a sor Ana. En verdad se llama Ester y no es de Burgos que es de Lérida. Fue acusada y estuvo presa por ladrona.

¾    ¿Estás seguro de lo que dices? Esa acusación es muy grave.

¾    Sí y por eso nos rehúye a Madison y a mí, porque sabe que la conocemos de cuando estuvimos estudiando en Lérida, el catalán.

¾    ¿No sabía que hablaras catalán?

¾    Si me gusta mucho Francisco Ribalta, Antonio Tapies, María Girona entre otros catalanes y por eso estudie catalán, para poder leer todo sobre sus obras.

¾    Pues Montse ya tiene con quien hablarlo, ya sabes que ella es catalana.  Pero a lo que íbamos, ¿qué, supuestamente, robo Ana?

¾    Alimentos, ropa y calzado. Y creo que también robo el cepillo de la iglesia a la que acudía con sus hermanos. ¿Ahora me vas a decir que os pasa? No sé si es que os gustó el motero o es que os asustó.

¾    Pues no lo conocemos, y sí, está muy bueno. Pero ya lo vimos unas cuantas veces por distintos sitios del camino.

¾    Bueno yo lo vi en Jean Pie d’ Port, que se portó groseramente con Montse y luego también lo vi en Pamplona. No quiero asustarte, pero o le gusta Montse o es un arrogante niñito de papá. No le des más vueltas. Estáis con nosotros y no consentiremos que os suceda nada.

Fueron los últimos del grupo en entrar en el monasterio, donde los sacerdotes agustinos recoletos, los conducían hasta la capilla de San Ezequiel, y a petición de la hermana Ana, les mostraba el códice hebreo. Cerca de una hora estuvieron en el monasterio para salir con caras de no haberse enterado de nada unos, y otros de haber comprendido su porqué del camino. No era una ruta más, era una ruta por descubrir, llena de encantos y contratiempos a los que Dios ponía significado.  No había un camino específico para el peregrino, que más de una vez tenían que sortear el tráfico de las carreteras nacionales, y este no era nada del otro mundo, ¿pero acaso el desierto de Egipto, en el Éxodo, fue más bonito? Algo les impulsaba a tener más fe en el camino, que no sabían explicar. Sonrientes ante la paz que sentían, se iban en busca de bares o restaurante donde el menú del día se ajustara a sus presupuestos.

Las Damas, se fueron a la mesa de las monjas, cerca de la mesa de Omar y Hakim que compartían mantel con el más beato del camino, y al que contrariaba y zahería el entrañable Omar, con su cultura musulmana. Bernard y Madison se sentaban solos en una mesa aparte.

Covadonga, tomaba el mando de la conversación de la mesa, y preguntaba a la hermana Belén sobre su procedencia natural y sus estudios.

¾    Yo soy vallisoletana, y soy filóloga del latín, arameo y hebreo. Podemos hablar en latín tú y yo, si deseas practicarlo.

¾    Yo no hablo latín (Covadonga se ponía a la defensiva)

¾    Perdona, me pareció que lo leías en el monasterio cuando el sacerdote nos mostraba los libros. Te pido disculpas.

¾    No por favor, yo fui a un colegio de monjas y ellas nos mandaban rezar en latín, cosa que nunca entendí, pero lo repetía al igual que el lorito.

¾    Pues yo sí sé latín “Iesvs Nazarenvs Rex Ivdaeorvm” Jesús de Nazaret, Rey de los Judíos. ¡No me mirar así! Es latín.

¾    Marina, eso lo sabe todo el mundo. Está en todas las cruces que representan a Jesucristo. Anda Cova, aprende de sor Belén que el latín no está de más.

¾    Ana, estás muy callada.

¾    Yo no tengo estudios de latín, pero aprendí el hebreo leyendo el antiguo testamento que hay en el monasterio. A mí se me da el arte, y decoro la porcelana que luego vendemos. No tengo estudios al igual que vosotras.

Covadonga viendo que se iba por las ramas, e intuyendo cierta ironía en sus estudios, volvió a preguntarle más directamente

¾    ¿Y dónde naciste?

¾    En Lérida. Pero llevo muchos años en Burgos, ¡tantos! que apenas recuerdo casi nada de allí.

¾    Perdona, ¿eres catalana como yo? Hablando contigo por el camino y no te note acento catalán. Me alegro de que seamos paisanas.

¾    ¿No extrañas a tu familia? Lo digo por lo que dices de que no recuerdas nada de allí… Yo al menos iría a visitar a mi familia, si no al año, al menos cada tres.

¾    No mi familia vive en Barcelona, y por supuesto que me carteo con ellos. Sé que Dios está con ellos porque siempre los tengo en mis plegarias.

¾    Mira Ana, no me voy a andar con rodeos. Llegaron hasta mis oídos que tu nombre es Ester, que tienes dos hermanos y que te metiste en problemas. No sé si es verdad o mentira, solo que me gusta saber con quién ando.

A la hermana Belén se le empañaban las pupilas y la hermana Ana bajaba la cabeza, para acto seguido levantarla con fuerza.

¾    A la edad de 14 años me quedé al cargo de mis hermanos, Mireia de 7 y Pau de 5. Mi mamá murió al dar a luz a Pau, y mi papá moría de cáncer tras una larga agonía. Ahora a mi hermana le diagnosticaron un cáncer; por eso fui a rezarle a Fray Ezequiel… (Sor Ana volvía del pensamiento al leve toque de sor Belén) Como iba diciendo, al morir mi papá teníamos más deudas que ingresos por huérfanos, y aunque los vecinos nos daban las ropas y calzados que iban dejando sus hijos y con la estimable ayuda de una vecina que nos pagaba el recibo del agua, mis hermanos seguían sin poder tener el uniforme para el colegio, ni los lápices, ni las libretas, ni los libros. Imaginaros las largas noches que me pasaba llorando, rezando lo que sabía y buscando soluciones. Mis hermanos no fueron admitidos en el colegio y los juguetes ya no había por dónde cogerlos. A los pocos días tuve la suerte, por medio de una vecina, de encontrar un trabajo limpiando escaleras y portales, y otras, me llamaban para que cuidara de sus hijos o de sus padres por las noches; pero el trabajo nocturno me duró poco. Mi hermano al no verme en casa rompía a llorar despertando a los vecinos y las quejas fueron cada vez más amenazantes. Así que pensé un plan B, que era ir con mis hermanos todas las tardes, al cierre de las tiendas, para aprovechar todo lo que tiraban a la basura. Mis hermanos se comían los yogures caducados, las tapas de los embutidos y con la fruta que estaba medio podrecida, les hacía un batido. Pero ese festín no era muy a menudo así que le tocaba el turno a otro plan; pedir limosna por las calles y eso hice, pero por las de mal ambiente, que era donde se movía el dinero y nadie hacia preguntas. Una noche, en mala hora, me vio un vecino que sabía mi historia y se acercó a mí diciéndome que con mi cuerpo esbelto haría felices a muchos hombres. Él se encargaría de buscarme clientes, ofrecimiento que amablemente decliné conociendo el oficio que me ofrecía; pues la vecina que teníamos puerta con puerta se dedicaba a ello… Era muy buena con nosotros; nos daba golosinas y cuando era nuestro cumpleaños, nos traía un dulce para cada uno. Así que me armé de valor, pues le tenía miedo, y me di media vuelta, pero él me sujetaba por un brazo, con el que me acercó hasta él, y con la otra me abofeteaba. Otro vecino que lo vio vino a socorrerme apartándome de él y enzarzándose los dos en una pelea para ver quien se llevaba el trofeo, y así fue. El que ganó, se dedicaba al hurto y me ofreció ser su socia, declinando también esta oferta me di la vuelta con el temor de que también me pegara, pero me dejó ir. Al cabo seis meses, lo que tardaron en quitarnos la luz, a lo que se sumaba el abrir los armarios y no tener nada para comer, comencé a pensarlo. Mis hermanos no paraban de llorar porque tenían hambre, porque sus juguetes estaban rotos y eran viejos, porque querían ir a la escuela... Sólo me llegaba el dinero para el alquiler, para el pan, leche y patatas. Así que busqué al ladronzuelo, y él al verme tan desesperada, no se apiadó de mí. Me llevó a un solar abandonado y cuando acabó de desahogarse me tiro unos billetes y me enseño el arte del robo. Al principio eran pequeños hurtos, como los cepillos de la iglesia y algún que otro comercio del que nos llevábamos ropa y zapatillas. El párroco me vigilaba al sospechar de mí, y me pillo metiéndome el dinero en una taleguilla que llevaba debajo de la camisa. Le supliqué que no llamara a la policía, pero la llamó y me llevaron al cuartelillo donde me manosearon con la disculpa de registrarme. Mi socio y violador, pues cuando no tenía mujer con quien satisfacer sus necesidades me cogía a mí, tenía contactos y enseguida me sacó de la cárcel para seguir delinquiendo. Una noche, pensábamos que no había alarma en una joyería y la asaltamos apresurándonos a coger todo lo que había en los mostradores. Yo estaba feliz pensando que podía pasar una temporada sin robar. dedicándome a mis hermanos y a estudiar lo más elemental pero el sueño se desvaneció cuando llego la policía nacional y me arrestaron. Les rogué que no me detuvieran que tenía dos hermanos pequeños que dependían de mí; pero me preguntaron donde vivía y se llevaron a mis hermanos al orfanato sin permitirme verlos. Cuando salí, al cabo de siete años, ya pensaba en meterme a monja, y suplicaba a Dios que mis hermanos estuvieran con buenas familias. Y así fue. Cuando los encontré yo era novicia, con la ayuda impagable que me ofrecieron las hermanas, las piernas me temblaban recuperando el orgullo al verlos en buenos colegios, y también vestidos con ropas tan elegantes. Dudé en acercarme a ellos, pero Mireia fue la primera en verme y con una gran sonrisa corrió hacia mi seguida de Pau, los abracé y los besé con todo mi corazón. Ya oscureciendo, regrese al convento, donde tengo todo lo que necesito y puedo socorrer al que me lo pide. La felicidad no hay que buscarla en las grandes cosas sino en las cosas más pequeñas a las que hoy en día no se les da importancia, No se necesita un ordenador si tienes a tu lado quien te escuche y no necesitas regalar lujos para tener cariño. Pídele y te dará.

¾    Arrepentidos quiere Dios.

¾    Sí, Marina. Dios nos quiere a todos, porque todos somos sus hijos.

Acabaron de almorzar, cuando entre todas pagaron la cuenta, y se reunieron con el resto para tomar el camino hacia la carretera de Tarazona. No volvieron hablar durante el trayecto del tema de sor Ana, ni de nada que tuviera que ver con su pasado.

La tarde ya jugaba al escondite con el sol, cuando un ciprés les daba la bienvenida a Tarazona. Ciudad bella donde su escudo nos dice que fue fundada por Tubalcaín, hijo de Lamec, descendiente de Caín y por lo tanto pueblo del progreso y del avance cultural, al que reedificó Hércules. Los lugareños los recibían con los brazos abiertos, no tardando en encontrar alojamiento. Las Damas se hospedaban con Bernard y Madison, ya que se sentían más seguras por si volvía el misterioso motorista. La hermana Belén al verlas irse con ellos, se acercaba a Marina,

¾    A este paso aprenderéis alemán, aunque no es un idioma que me guste mucho.

¾    Ten cuidado, sor Belén, que el Papa Emérito, es alemán.

¾    Sí, si me gustan los alemanes, pero no mucho el idioma. Buenas noches.

Todos fueron a dar descanso a sus hinchadas piernas, sus irritadas voces y a sus enrojecidos ojos. Las Damas, como siempre cogían una habitación con cama supletoria.

¾    ¿Hay algo nuevo, Marina?

¾    No Cova. No hay trabajo.

¾    Cova, creo que tus amigos ven fantasmas donde no los hay. No creo que ninguno del grupo sea un potencial peligroso.

¾    Yo pienso igual que Montse. Aunque la historia que nos contó sor Ana es muy común, no sé en cuantas pelis dieron esa versión... No sé, no me la acabo de creer. Creo que fue una cleptómana o era una chica caprichosa y ociosa.

¾    Yo no lo tengo tan claro, Marina. Bernard me dijo lo del cepillo de la iglesia y ello lo colaboró. Ahora, ¡qué fuera una chiquillada!, no lo discuto.

¾    Pues yo me creí todas sus palabras. Es verdad que es una historia recurrente, pero la tristeza que tenía sus palabras y a las que acompañaba su rostro, por no mencionar las lágrimas de sor Belén; me hace que la crea.

¾    Puro teatro, como dice la canción, Montse. A mí me llamó la atención que sor Belén estuviera pendiente de Cova. ¿Vosotras observasteis si alguna hablaba otro idioma que no fuera el castellano? De verdad creéis que con la cultura que tiene sor Ana, ¿no tiene estudios? No confíes mucho en ellas, Montse.

¾    Tiene razón Marina, no te confíes a ellas. Vale más prevenir que curar. ¿Y qué pensáis del motorista?

¾    Lo mismo que opina Bernard, es un niñato.

¾    Sigo sin ver peligro, chicas.

¾    Yo tampoco lo veo. Si queréis volvemos para casa. Vosotras decidís.

¾    A mí me hace ilusión que se abra otro camino hasta mi tierra, y que las desgracias que asolan Murcia den paso a las alegrías.

¾    Por mi seguimos ¡ya que llegamos hasta aquí! Me gusta el grupo en el que estamos y es otra forma de ver la vida. Me parece una experiencia enriquecedora. Y ya lo sé, estáis atónitas, pero soy de mente abierta.

¾    No si al final te echas novio, y te casa por la iglesia como Dios manda.

¾    ¡Hasta ahí hemos llegado! Como dice sor Belén. Por lo que hablan de la biblia y lo que cantan, Dios está en todas partes y ama a todos sus hijos. Soy como soy, y Dios así me quiere. Mis sentimientos son los mismos de siempre.

¾    Me alegra oír eso. No quisiera sentirme culpable de una ruptura. David, el que derrotó a Goliat, juró amor eterno a Jonatán, el hijo de Saúl.

Montserrat y Marina se reían hasta el punto de que sus mandíbulas contagiaban a sus ojos

¾    No Cova, David juró amistad eterna a su amigo Jonatán

¾    ¡Vale Marina`!, pero es muy raro que el hijo del rey de Israel dijese que quería a David como así mismo, y que lo salvara de las garras de su padre.

¾    Fuera lo que fuera, Dios lo amó como al resto de sus hijos. Eso lo tendría que ver la iglesia católica y no importarles con quien se acuesta cada cual.

Las tres se quedaban dormidas en un profundo sueño. Un descanso que las daría las energías suficientes para el día que las esperaba. No hubo comunicación con Madrid. No hubo pensamientos de nostalgia, solo se oía el silencio que vigilaba el sueño.

 
El día soleado junto a la brisa que tocaba en las ventanas despertaba a todo rezagado en las sábanas. Las Damas salían del hostal cuando se cruzaron con Omar y Hakim que iban al barrio de Tórtoles para ir a la mezquita, convertida en iglesia al ser expulsados los musulmanes. Ellas iban a desayunar para luego hacer turismo por la ciudad mudéjar.

Entre paso y admiración llegaban a la Catedral, después de visitar el barrio judería donde sus casas colgantes, contempladas por la Torre de la Magdalena, hacían una postal preciosa. Las monjas y el matrimonio estaban a la entrada discutiendo, si gótica o mudéjar.

¾    ¡Buenos días! ¿Está cerrada?

¾    Sí, Cova. La tuvieron que cerrar ante el peligro de derrumbamiento. No hay dinero para reformarla, los donativos no son todo lo generosos que se esperaban.

¾    Estamos en tiempos de crisis. Si apenas hay alimentos para las bocas, menos habrá para el ladrillo. Que vayan al Vaticano que allí les atenderán.

¾    Los caminos del Señor son inescrutables, y la reforma de esta catedral se hará con el corazón de su pueblo y el de sus visitantes. Aquí cerca, hay una oficina donde aceptan donaciones, nosotras vamos ahora para allá. ¿Nos acompañáis?

Covadonga miró a sus amigas asombrada al igual que Marina, no así Montserrat, que siguió a las monjas. Todos dieron los donativos acordes con sus bolsillos; nada era poco y todo era mucho para ayudar a la restauración. Salían de dar el donativo, Marina incluida, cuando vieron a Covadonga con un mapa de la autonomía. Decidieron continuar el recorrido turístico por el bello pueblo de Tarazona, quedando todos en reunirse al terminar sus rutas junto al ayuntamiento para continuar rumbo a Caravaca. Esta jornada los llevaría hasta Tabuenca, con una duración aproximada de diez horas contando los descansos. Hakim tomaba la palabra, pensando lo mejor para las mujeres.

¾    Pienso que es mejor la ruta del Campo de Borja, que la del Moncayo. Es más larga, y no nos llevará más horas. Pero nos dijeron que el camino del Moncayo es inhóspito y sus pendientes pronunciables, sin áreas de descanso donde poder reponer fuerzas. Y el Campo de Borja tiene pendientes suaves, tendremos menos frio y con pueblos donde descansar.

Covadonga tomaba la palabra al ver que nadie se movía.

¾    Yo voto por la ruta del vino, es decir, la del Campo de Borja. El tramo hasta Tabuenca es pesado, nos llevara unas 10 horas, los casi 40 km., pero suave. En cambio, sí vamos por el Moncayo, puede que, en los últimos kilómetros, las piernas parecerán moles, y mínimo movimiento será toda una proeza, Las bajadas y las subidas son pronunciadas y los llanos engañosos.

Con resignación y sabiendo lo que les esperaba, tomaron el camino del Campo de Borja, aprovisionándose de todo lo necesario hasta llegar a Tabuenca.

Marina rompía el silencio de sus compañeras para informar de lo que sor Belén le dijo.

¾    Bueno, igual pensaba que hacía gracia al no dar dinero y entregar la tarjeta.

¾    Puede Montse, pero ¿no os parece raro, y también te pregunto a ti Marina, que la monja se haya fijado en que yo leo latín y que Bernard entregó una tarjeta de memoria? A veces dudo que sean monjas.

¾    Algo raro si es, Cova. Y tú, Montse, ten cuidado con lo que cuentas, no vayan infiltradas como insinúa Cova.

¾    No les conté nada. Ni tan siquiera mi trabajo falso. Solo saben que me llamo Montserrat y que soy catalana, de Tarrasa.

¾    Ya todo el mundo en guardia, vámonos a cenar algo con los cinco sentidos en alerta. No sé si tengo más ganas de fumar o de comer.

Los tabuenquinos les indicaba el lugar próximo a la iglesia de San Juan Bautista donde podía comer. Allí ya estaban Omar y Hakim que sacaban fotos a un peirón, típico de la zona aragonesa, mientras esperaban al resto del grupo. Las Damas llegaban y Covadonga, no daba crédito como unos musulmanes fotografiaran un pericón de la Vera Cruz. Las monjas, desde un segundo plano, también los observaban mientras entraban en el local donde, por primera vez entre bromas de los lugareños, cenaban todos juntos al calor de una chimenea los platos típicos del lugar acompañados del buen vino de la zona y de refrescos para los musulmanes.

La luna todavía estaba espléndida, con su maquillaje intacto cuando todos se retiraron a descansar a una casa de piedra tallada, adornada con balcón de madera, sin lujos aparentes. Sus paredes interiores pintadas de blanco roto, donde solo tenían un crucifijo las habitaciones y la Virgen del Niño Perdido, patrona de la villa, en la pared más amplia del salón. Las mujeres ocupaban una habitación, con dos camas cada una en la cual colocaron dos colchones hinchables, y la otra habitación y el salón entre los hombres. No hubo preguntas impertinentes, ni conversaciones imprudentes, solo memorizaban todo lo que vieron y oyeron durante el día.

El reloj daba las seis de la mañana cuando Omar despertaba al grupo, las monjas fueron las primeras en despertar y susurraban al resto para que se levantaran. Madison preparaba el café, mientras Hakim ponía la fruta para el desayuno. El resto del grupo estaba alrededor de la mesa del salón mirando la ruta que tomar, hasta Calatayud. El camino templario de la Cruz de Caravaca, se volvía por momentos inhóspito. No queriendo dar más vueltas al mapa, ya que no había cobertura para GPS, se pusieron en marcha. Pasarían por la iglesia, para que el párroco les sellara el carné de peregrino, como hacían en todas las iglesias del camino templario caravaqueño, antes de tomar la recta del sur, a la salida de Tabuenca. Una carretera secundaria franqueada por cultivos de vid, olivos y almendros los llevaba hasta un camino de tierra rojiza con recuerdos de un pasado donde el hierro era parte de las riquezas de la villa. El sendero polvoriento que labradores y pastores, con vaivenes, hicieron recordando las monjas al poeta Antonio Machado, caminante de las rutas del Moncayo. En la zona de fumadores, al final de la fila, iban Marina, Covadonga, Bernard, Omar y Alfredo, el gentleman, alto y silencioso que acompañaba a las monjas. En el trascurso de la conversación que mantenían Bernard y Omar, Alfredo osó por primera a interrumpirlos, dado su parecer del camino que el apóstol Santiago hizo hasta la Vera Cruz, y de las cruzadas de los templarios. Todos le escuchaban con atención sin interrumpirle hasta que Alfredo ennobleció la figura del aragonés San Josemaría Escrivá de Balaguer.

Bernard le preguntó sin dejar que terminara la biografía.

¾    ¿Perteneces al Opus?

Alfredo silenció su boca mirando la tierra con la esperanza que su color rojizo se confundiera con el tono de su piel. Sus topes piernas continuaban con los pasos, que, por momentos, se acortaban.

¾    No, pero oí por la televisión que lo habían santificado, el Santo Padre, y como era de la tierra, me leía algo de sus buenas obras. Dicen que nunca se apartó del camino que nos trazó el Señor.

¾    Pamplinas, como decís los españoles. Ése creo una secta y engañó a los más descerebrados. En cuanto a los Templarios, eran Benardistas, otra secta al igual que la del Opus. Hay que fijarse en la Santa Sede y seguir sus mandamientos. Eso es no salirse del camino, mi querido amigo.

¾    No estoy de acuerdo, amigo Bernard. Lee el Corán y comprenderás que nuestra religión es blanca. Yo por mi parte, leeré la Biblia.

Retomaron todas sus conversaciones, más comedidos en sus opiniones, que no dieran lugar a malas interpretaciones, como le pasó a Alfredo. Los primeros de la fila ya atisbaban el castillo de Mesones de Isuela, calculando que en una hora darían descanso a sus piernas.

Entraban al pueblo de viñedos, donde el cava se está haciendo un lugar en las buenas bodegas, maravillados por el castillo de los Lunas, que desde las alturas cobija al pueblo. Cerca del centro entre sonrisas y amabilidades de los mesoneros que les indicaban un local donde tomar un tentempié, cerca del ayuntamiento, y donde a dos pasos estaba la iglesia de la Asunción. El sacerdote les esperaba al ser avisado por los vecinos para sellarles el carné de peregrino.  El párroco junto con otros vecinos, los acompañaron al castillo desde donde contemplar el pequeño pueblo, y orgullosos les mostraban la bonita capilla que poseía en la cual rezaron las monjas acompañadas del matrimonio. Afuera, el sacerdote estaba con el resto del grupo dibujándoles una ruta por caminos agrestes que les acortaría el camino, y que antaño fueron usados por los templarios. Agradecidos se despidieron dándoles las gracias y prosiguieron la ruta marcada por el sacerdote. El próximo pueblo por el que pasarían seria Nigüella y por el que pasarían de largo hasta llegar a Morés, a poder ser con el permiso de sus fuerzas, parar para almorzar.

Durante el trayecto apenas había conversaciones interesantes, solo de vez en cuando se lamentaban que no hubiese un camino más propicio para el peregrino hasta Caravaca; lamento que al segundo perdonaban por la fe que profesaban o por el cumplimiento de las misiones de cada uno. Volvieron a los cánticos, acompañados por la guitarra española, por las callejuelas enrevesadas, recordando la época árabe que allí habitaba. Morés, es un pueblo de la comarca de Calatayud, de gentes nobles y serviciales que a orillas del rio Jalón viven de la agricultura y ganadería. Hombres curtidos en la naturaleza, con el orgullo naciente de los restos de un castillo, que, en épocas doradas, fue protector del pueblo. Los moresanos, los acogía de buen grado indicándoles el camino más corto, y de fácil caminar hasta llegar a Calatayud. Entre paso y paso habían pasado diez minutos, desde la salida de Morés, y se ponían de acuerdo en almorzar en Sabiñán, que estaba a pocos kilómetros del final de la etapa. Al entrar en el pueblo preguntaban por la iglesia de estilo barroso con torre mudéjar de San Pedro Apóstol para sellar el carné de peregrino y luego almorzar sosegadamente continuando con las risas y espantando a la melancolía. Paraban delante del Palacio de los condes de Argillo, del que destaca el estilo renacentista aragonés, para fotografiarse y volver a mirar los mapas que llevaban en busca del mejor camino, siendo el elegido la carretera comarcal de buen caminar y mejores vistas. Covadonga tanteaba lo que sabían las monjas de los Templarios.

¾    Ana ¿nos cuentas más de los templarios? No sé, pero me intriga por qué a este camino se le llama templario

¾    Porque por aquí, por donde nosotras estamos pisando, pisaron los Caballeros de la Orden del Temple.

¾    ¿Te vas a hacer de rogar, hermana?

¾    No Marina, estaba pensando que hoy podía hablaros de Salomón. El Rey Salomón, hijo de David, al que Dios le concedió el don de la sabiduría y le dotó de una inteligencia extraordinaria, con una mente abierta como a nadie hasta el momento se lo había concedido, y todo por mantener los preceptos que el Señor le legó. Pues era muy importante seguir sus leyes y cumplir todos sus mandamientos. Una sabiduría que le llevó a ser famoso entre todos los países vecinos, siendo visitado por reyes que lo agasajaban con oro, seda y todo el lujo imaginable, que depositaba en el Templo como ofrendas a Dios. Salomón, compuso tres mil proverbios y más de mil canciones. Trató sobre plantas, desde el cedro del ´Líbano hasta el hisopo que brota en el muro; disertó también sobre cuadrúpedo, aves, reptiles y peces.  Una vez que Salomón se vio libre de guerras, y con la tranquilidad que el Señor le dio, decidió que le llegaba el turno a la construcción del Templo al Nombre del Señor, su Dios. Sin más tardanza, envió un embajador a Jirán, rey de Tiro que había sido amigo de su padre, con el siguiente encargo:

 “Tú sabes que mi padre, el rey David, no pudo construir el Templo al Nombre de Dios, su Dios, debido a las guerras que lo cercaron, pero la tranquilidad llegó a mi pueblo y me propongo construirlo, por lo que te pido que órdenes a tus hombres que corten, para mí, cedros de El Líbano. Mis hombres irán con los tuyos, abonando yo el salario de tus hombres conforme a lo que me digas, pues tú sabes que no hay entre nosotros quien sepa talar árboles como los sidonios.”

 Cuando el embajador terminó de transmitirle al rey Jirán todo lo que el rey Salomón le ordenó, éste se alegró sobremanera exclamando; “Bendito es el Señor, que concedió a David un hijo sabio al frente de ese pueblo tan numeroso” Jirán antes de contestar lo pensó y lo repensó hasta que le dio una nota al embajador en la que decía:

 “He escuchado lo que me has enviado a decir y cumpliré tu deseo acerca de la madera de cedro y de ciprés. Mis hombres bajarán del Líbano hasta el mar y lo cargarán en las balsas que haré llegar por el mar al lugar que me indiques. Allí, la desembarcarán para que tú las recojas. Por tu parte, me suministrarás víveres para mi pueblo.”

 Jirán cumplió su palabra y entregaba, anualmente, madera de cedro y ciprés a cambio de veinte mil cargas de trigo para el aprovisionamiento de su pueblo y veinte mil medidas de oliva molida. Entre Jirán y Salomón reinó la paz establecida mediante un tratado.

Así Salomón dispuso de muchos hombres para cada cometido, como maestros artesanos que dirigían el trabajo que les ordenaban. El rey mando extraer grandes bloques de piedra de primerísima calidad, para cimentar el templo con sillares. Los obreros de Salomón, los de Jirán y los guibilitas labraron la piedra y prepararon la madera para construir el templo bajo las instrucciones que iba dando el fenicio y maestro artesano del bronce, Jirán de Tiro Del fenicio podríamos hablar largo y tendido, pero como entre nosotros no hay masones, lo pasaremos de largo. Tengo que decir que, en muchos libros de textos, se le conoce por Hiram Adif. La Biblia habla de tres grandes metalúrgicos como Tubalcain, este fue hijo de Lamec hijo de Caín, constructor de la Torre de Babel y otras ciudades antiguas, de Aholiab de la tribu de Dan, y de Hiram Adif. Éste llevó a cabo todos los encargos del rey Salomón, que, con sus conocimientos, habilidades fundió las dos columnas de bronce, fabricó dos capiteles de bronce fundido, que estaban en lo alto de las columnas. Fabricó el Mar de bronce, que reposaba sobre doce bueyes, así como mobiliario de menor importancia que acondicionaban y eran necesarios para los deseos del Templo de Salomón. Una vez acabado el templo, Salomón, congregó a todos los jefes de los pueblos y familias de los israelitas en Jerusalén para hacer subir el Arca de la Alianza de Dios, desde la ciudad de David, es decir, Sion. Los sacerdotes llevaron el Arca de la Alianza de Dios, al santuario del Templo, el Santo de los Santos, a su propio lugar situado bajo las alas de los querubines. En el Arca no había nada más que las dos tablas de piedra que Moisés deposito allí, en le Horeb; las tablas de la Alianza que Dios estableció con los israelitas cuando salieron de la tierra de Egipto. Cómo sabemos, el Templo reconstruido está en la explanada del Monte Moria, en la ciudad de Jerusalén, donde está el Muro de los Lamentos, la Cúpula de la Roca y la mezquita de Al-Aqsa. Pero si leemos la historia de cuando las legiones del emperador Vespasiano destruyeron el Templo, dejando una parte del muro exterior para que el pueblo judío recordara el poder de Roma, de ahí el Muro de los Lamentos, sabemos que en verdad no fue un triunfo de Vespasiano, no; fue el triunfo del Señor que les recordaba que solo destruirían lo que Él les permitiese. Desde hace unos dos mil años, es el lugar más sagrado para los cristianos que hacen sus peticiones y leen los salmos. Muchas veces me pregunto si en esas destrucciones estaba la codicia del hombre. Creo que por hoy ya dimos bastante historia, ¿no os parece?

¾    Te falta hermana Ana, que a Hiram estableció el trabajo de los obreros según su valía y les daba la información específica que quería representar en la obra que ellos llevaran. Como la flor de lis, los bueyes, las palmeras, etc. Ningún maestro, excepto él, sabía las medidas y los planos del Gran Templo. Por eso lo mataron.

¾    Bueno Madison, esa teoría es más bien masónica, de la que no puedo hablar porque la desconozco. Pero en todo caso no recuerdo haberlo leído en la Biblia.

¾    Ana, yo creo que, si leíste la Biblia, entre reglones, algo te quedó. Como el acuerdo en el que llegaron Salomón y el rey de Tiro; según su valía.

¾    No estoy de acuerdo, y perdonar que os interrumpa, Pero la Biblia dice que Salomón acordó con el Rey de Tiro, como bien dices Cova, pero no con Jiram. La importancia del Templo es que es la morada de Nuestro Señor, no los símbolos que nada tienen que ver con otros, mal llamados, Dioses. Si pusieron esos adornos fueron para embellecer el Templo, así como el patio al que llamaban Bosque, que era para facilitar la meditación y el habla con Dios. Salomón, por aquel entonces no hubiera consentido nada que ofendiese al Señor.

¾    Pero si luego, y por eso su hijo perdió todo lo conseguido por él y por su padre. Por alabar a los dioses de sus últimas doncellas.

¾    Si Cova, por eso el Señor lo castigó. Y por eso debemos seguir sus enseñanzas y temer su cólera, pues nadie más que Él, te puede dar la felicidad y la resurrección. Si seguimos los mandamientos todo nos será dado.

¾    Amén hermana, Yo no los sigo al pie de la letra, pero soy creyente.

¾    Lo que yo te digo, que te comió la bola. Belén yo solo soy creyente del ron Santa Teresa, y de alguno más de su calidad. Pero confieso que ahora mismo me tomaría un buen café que me quitara esta modorra que me dio la historia.

Iban por la derecha del rio Jalón cuando entraban en el pueblo, donde lo mudéjar se relacionaba con lo barroco.  Pueblo acogedor de buen yantar y mejor beber, donde el peregrino encuentra el menú adecuado para continuar el camino. Y donde cuenta la leyenda de las tres hermanas, hijas del árabe Abben Xumanda, propietario de casi todas las tierras del pueblo de Sabiñán, que ordenó apresar a tres cristianos que rondaban a sus hijas. Las enamoradas se iban apagando poco a poco, al no poder ver a sus amados. Duro alejamiento que agravó sus penas, llevándolas hasta la muerte.

Retornaban al camino después de almorzar con dirección a Calatayud. Tomaban el camino del antiguo hospital, de una planta, incorporándose a un camino de tierra, donde los almendros desnudos parecían extrañados de ver forasteros. Al tomar la ruta por el Barranco del Puerto, se cruzaban con lugareños que detenían sus coches por si alguno quería que lo alcanzara a su destino. Todos agradecieron la amabilidad despidiéndose del lugareño. Su fe y órdenes eran más poderosas que cualquier dolor o cansancio.  Llegaban a la mitad del camino donde estaban en el puente de la autovía y sentían como, el toro de Osborne los miraba con ternura, como si supiera que el esfuerzo seria compensado. Los peregrinos seguían con sus rezos, rompiéndolos con algún cantico o alguna anécdota graciosa.  Tomaron la carretera nacional, formando fila de a dos, mientras los saludaban los camioneros con sus bocinas deseándoles un buen peregrinaje. Ya llevaban kilómetros entre polvo y asfalto, y la sed cada vez apretaba con más entusiasmo, siendo sus provisiones demasiado justas o sus pies demasiado lentos. Calatayud estaba a un kilómetro; kilómetro denso y extenso. 

Alfredo fue el primero en ver la ciudad, que fue llamada “Qal’ at Ayyub” cuando estaban los islámicos. Ciudad a orillas del rio Jalón, que guarda los pasos celtas, los romanos, los árabes y con el orgullo de ser una ciudad abierta. Ciudad que guarda las diversas culturas que paseaban por sus calles dejando su sello. Aún recuerda cuando, allá por 1481, un 30 de mayo, los visitó el Thenesor Semeidán (al que bautizaron como Fernando Guanarteme), Guanarteme de Gáldar, en representación del Reino de Canarias para firmar en una carta, junto a Fernando el Católico, su adhesión a los reinos católicos permitiendo la entrada del ejército español en tierras canarias, pero manteniendo el poder político de las islas.

¾    Ya llegamos, señoras y señores. Calatayud nos espera

¾    Sí Alfredo nos espera, pero ahora viene lo más importante si nuestros pies aguantan hasta encontrar un sitio que nos acoja a todos, al menos, que no nos aleje mucho.

¾    Amigo Omar, ten fe, en tu Alá o en mi Dios, pero ten fe en que llegaremos.

El cansancio iba haciendo mella en los peregrinos que iban sintiendo como sus cansadas y doloridas piernas se quedaban sin fuerza y sus voces se iban apagando. Llegaban al centro de la ciudad con el paso corto, buscando alojamiento acorde a sus presupuestos.

¾    Yo no tengo hambre, solo quiero beber agua y luego tomar un ron; un buen ron.

¾    Yo Cova, solo quiero agua. Luego ya veremos.

¾    Pues yo una cervecita. Que la sed igual la quita el agua que la cerveza.

¾    No Marina, la cerveza no te la quita. Te la quita el agua.

¾    Cada una que pida lo que quiera que como decía Séneca, en las discusiones prolongadas se pierde la razón. Montse me gusta esa cafetería. Dejamos los bártulos y bajamos. Marina, acuérdate de mirar las ofertas de trabajo que buena falta te hace.

Marina miraba la Tablet y tenía un aviso de Cristóbal. “En el ejercicio G veo una anomalía. Por favor vuelva a hacerlo con la C de incógnita.” Marina cerraba la Tablet pensativa y desconcertada comunicando a sus amigas el error en la oposición a Correos.

¾    Nada, que tengo que repetir. Me catearon en matemáticas por culpa de un C en el ejercicio G. Y ahora yo pregunto, ¿Para ser cartera que importa las matemáticas? Si ya tienen las plazas ocupadas que no pongan excusas tontas.

¾    Pues sí que ahora no entiendo nada.

¾    Es fácil Cova, lo que llevo diciéndote estos días de mi presentimiento. Marina, que los números son importantes para saber los portales y los pisos.

¾    Muy graciosa ella. Como se nota que tú no opositas. Te perdono, pero eso de tener que repetirlo como que se me hace pesado.

La hermana Belén que estaba escuchando, intervino en la conversación.

¾    Marina, el saber no ocupa lugar y si ellos piden tanto es porque hay mucha demanda, y poniendo el nivel alto, se quedan los mejores preparados. Estudia y verás cómo con el tiempo subes escalafones.

¾    Te haré caso, hermana Belén, pero si me catean más, no sé cuándo me volveré a presentar.

Una vez que dejaron sus pertenencias en la posada, entraban en la cafetería. Montse le seguía dando vueltas al mensaje de Cristóbal, sin dejar de mirar por la ventana, teniendo que llamarla Covadonga, integrándola en la conversación, para no levantar sospechas.  Estaban con la segunda consumición cuando entraban Bernard, Madison, Hakim y Omar. Los alemanes se disculpaban por dejarlos, pero querían ver el Monasterio de Piedra. Hakim y Omar no les hicieron preguntas y se despidieron con un hasta luego. Cuando Hakim se iba a sentar con el grupo, Omar lo llamó para que los viera alejarse en los asientos traseros de un coche de alta gama. Se miraron, y con un ¡ya nos vemos! Salieron de la cafetería llamando a un taxi.

¾   Los extranjeros saben aprovechar los viajes mejor que nosotros. No pierden el tiempo en cafeterías.

¾   Bueno Alfredo, ellos se lo pierden. Total, todos los monasterios son iguales y cuando ves uno, ya los viste todos. Yo me presento desde fuera y ` ¡hala! A otra cosa, mariposa.

¾    ¡Ay Cova! Si al final tú serás creyente.

¾    Ana, lo siento por ti que estas ilusionada, pero solo creo lo que veo.

¾    Los milagros existen, Cova. Yo sé de uno cuando estaba destinada en Cáceres.

¾    Cuéntalo hermana Belén. Que tenemos tiempo, y así puede que Cova y yo nos hagamos creyentes.

¾   No te engañes Marina, que creyentes somos todos los que hacemos el camino. Hasta Bernard y Madison.

¾    Cuéntalo hermana, que ya nos callamos. ¿Verdad Cova y Marina?

¾    Os voy a hablar de Consuelo, una mujer casada con un hombre trabajador y cariñoso, con el que tiene dos niños en plena adolescencia. Consuelo, es maestra de escuela, muy hacendosa y tremendamente humanitaria con los más necesitados, sobre todo con los niños. Os diré que una semana normal en ella, es levantarse a las cinco y media de la mañana, para preparar el café, planchar la ropa, recoger la casa, y limpiar la cocina, la solana y el salón antes de hacer el desayuno e ir a despertar a sus hijos y marido. Cuando ya están todos en la mesa, hablan de la jornada que les espera, y la planifican sabiendo que a las ocho de la noche se cena. Después se despide de su marido hasta la hora del almuerzo y lleva a sus hijos al colegio, esperando hasta que entren, para irse tranquila a impartir sus clases. Un día, como el de tantas amas de casas. Pero Consuelo no se conforma con eso, y después de terminar su jornada laboral va a recoger a sus hijos al colegio, dejando primero a la niña en la escuela de idiomas, y después al niño en el club de futbol. Mientras los niños dedican dos horas a sus actividades, Consuelo se dedica a ir, con un grupo de payasos, al hospital donde hay niños ingresados con enfermedades crónicas o terminales, para los cuales un segundo es un mundo y una hora el universo, pero para Consuelo el tiempo camina, a paso joven, avisándola en el momento menos propicio, de que debe de irse a recoger a sus hijos. Con su nariz de payaso y sus botas enormes les da las gracias por dedicarles su tiempo y enseñarle lo hermosa que es la vida, y se despide con una sonrisa. Sus hijos ya acostumbrados que esperarla le dan dos besos y le cuentan sus problemas, que les parece los más graves del mundo, a los que ella contesta con las palabras tranquilizadoras. Al llegar a casa, pone la lavadora, cose, y prepara la cena, en la que todos ayudan, y se sientan a la mesa. En cuanto terminan de cenar, se da un descanso de cinco minutos viendo las noticias de la tele, cinco minutos que le saben a poco teniendo que ponerse a corregir los deberes o exámenes de sus alumnos y a preparar la clase del día siguiente. Esta es su jornada de lunes a viernes. El sábado y el domingo, prolonga un poco más el sueño levantándose a las siete, recoge la casa, hace la comida y la repostería para el fin de semana. A media mañana, se va al hospital a vestirse de payaso y alegrar la estancia de los niños. Pasa tres horas sin problemas ni malos pensamientos viendo como los niños siempre sacan el lado positivo de las cosas; por lo que piensa que sus problemas son una gota de agua dentro de océano. Al volver del hospital se pasa por la peluquería de su amiga y llama a su familia para que vayan a buscarla e ir todos juntos a hacer la compra. De vuelta a casa, el marido y los hijos, ponen en el coche las bolsas, que prepara Consuelo, para llevarlas a la pequeña finca que tienen en el pueblo, en la que su marido planta hortalizas, y donde ella tiene un rosal con el que gana algunos concursos de la zona.

¾    ¡Por Dios, qué estrés!

¾    Sí, su familia y amigos lo pensaban y se lo decían, pero les contestaba que ya descansaría cuando estuviera en el cementerio. Así que siguió con su frenética vida y con sus dos pasiones; hasta que llegó un fin de semana que visitaba a su hermana en el convento, donde yo pasaba unos días. La visita estaba siendo placentera y distendida hasta que la madre superiora se alarmó, al escuchar a Consuelo pregúntale a su hermana de cómo se preparaba un almuerzo para tanta gente, de como se hacía la tarta de cumpleaños, y donde se compraba la bebida y los globos. Su hermana al escucharla permaneció desconcertada, sin saber si estaba de broma o no estaba bien. La madre superiora, al ver que la hermana no reaccionaba, se dirigió a Consuelo en tono más suave de lo habitual en ella aconsejándola llamar a un restaurante donde preparen comidas para llevar, ofreciéndose ella a encargarlo. Cuando Consuelo volvió a ausentarse de la conversación, nos sugirió, mediante señas, que continuáramos con la reunión igual que lo hacíamos siempre. No duró mucho más, pues Consuelo alego cansancio para dar por terminada la visita. Las dos hermanas se despedían entre abrazos y besos, Yo cerraba la puerta mientras la hermana se iba al despacho de la madre superiora para que le explicara lo que acababa de presenciar y escuchar. La madre, le comunico que la llevaran lo antes posible a un neurólogo, pues fue un síntoma de Alzhéimer. Yo me apenaba viendo a la hermana llorar ante lo que se avecinaba, si la madre tenía razón, cómo quedaba esa casa de la que dependía tanto de ella. Llamó a su cuñado para contarle todo lo que la madre superiora le sugirió, y éste, enseguida le colgaba el teléfono, para llamar al mejor neurólogo de Cáceres, concertando una cita, lo antes posible. El neurólogo le hizo varias preguntas de las cuales le creaban dudas, por lo que decidió que al día siguiente fueran al hospital donde le harían más pruebas. Desafortunadamente, las pruebas indicaban que tenía Alzhéimer en estado moderado, recetándole un tratamiento para intentar detenerlo. Su marido, llenó la casa de notas poniendo que era cada cosa para que ella las leyera y se situara. Contrató a una señora para que la ayudara con la casa, y en sus ratos libres la llevaba al hospital con su grupo de payasos con los que se divertía. Al cabo de cinco años, la enfermedad avanzó más de lo esperado y pasó a no recordar ya los nombres, ni el parentesco que la unía a su familia; el agravamiento era más que evidente, teniéndola que ingresar en una clínica que cubriera todos los cuidados necesarios para una mejor calidad de vida.

 Su hermana, rezaba todos los días pidiendo por los más necesitados, y por ella, llorando amargamente al ver que ya no la conocía. La madre superiora, gran devota de la Cruz de Caravaca, le regaló una y le aconsejó que la pusiera en la habitación de su hermana, y pidió al resto de la congregación que hiciera una novena, una vez al mes, pidiendo por Consuelo y su pronta recuperación. Al día siguiente la hermana le llevó la Cruz a Consuelo, colgándola en la habitación. Consuelo no sabía que era lo que colgaba en su habitación, pero todos los días la acariciaba y le daba un beso. La familia perdía la esperanza y sus hijos lloraban dándose por vencidos al ver que la enfermedad avanzaba. No había consuelo, nunca mejor dicho, pero al cabo de cuatro meses del ingreso en la clínica, de que la congregación le rezarse a la Cruz, y de que Consuelo todos los días la besara, se produjo lo inexplicable; fue el marido como cada tarde, a visitarla y para su sorpresa Consuelo enfadada, le preguntaba que hacían allí perdiendo el tiempo, que se quería ir a casa. El marido, llamó a la enfermera, llegando enseguida el médico. Le hicieron test, pruebas y todo positivo, no sólo contestaba correctamente, sino que los llamaba memos, por hacer preguntas tontas. El médico no daba crédito a los resultados y ordenó que se los volvieran hacer para enviárselos a un colega suyo, vía internet, de Madrid, y contrastar el diagnostico. Había recuperado la memoria, regenerándose milagrosamente la parte del cerebro que tenía dañada. Al cabo de una semana, después de que el neurólogo de Madrid la visitara, le dieron el alta para irse a casa.

 Cuando entró y la vio, comenzó a refunfuñar por la cantidad de notas que tenía en toda la casa, y se sorprendió de lo ordenada que estaba hasta que conoció a la mujer que todos los días iba a limpiarla. Fue muy amable con ella, y con suavidad y agradecimiento le dijo que solo fuera dos veces por semana. Llamó a su grupo de payasos y volvió al hospital para seguir haciendo reír a los niños haciendo que se olvidaran de donde estaban. Su hiperactividad quería volver por sus foros, pero poco a poco se fue tomando la costumbre de pausar los trabajos caseros. No se olvidó de besar la Cruz todos los días, dándole las gracias; y prometiéndole que buscaría un hueco para cumplir la promesa de su familia. Cuando las fuerzas de Consuelo ya aguantaban el camino, le dijo a su hermana que estaba preparada, pero su hermana no podía hacer el camino prometido, y me pidió que yo lo hiciera por ella, acompañando a su hermana. ¡Y eso hice hace dos años! La Santísima Cruz de Caravaca, hizo el milagro. El Señor, escuchó nuestras plegarias... No pongáis esa cara porque os llevo a conocerla

¾    Y tiene todo el cerebro. ¿No le falta nada?

¾    Todo Cova. Totalmente recuperada. Es un milagro de la Cruz de Caravaca.

¾    ¡Bueno chicas!, creo que, por hoy, ya tuve bastante, me voy a descansar que mañana nos queda camino.

¾    Un momento Cova, lo digo por si os apetece, pero en la iglesia de San Juan el Real hay pinturas de Francisco de Goya, de cuando era joven. Dejó su arte en las cuatro pechinas bajo la cúpula central y las tablas de la puerta del armario de las reliquias, de la sala capitular. Son una maravilla.

¾    ¡Ya ves, Ana! Eso me gusta más, pero lo dejo para las jóvenes mientras echo un cigarrito fuera. ¡Hasta mañana!

También se despedían de las monjas Montserrat y Marina que seguían a Covadonga. Ésta iba medio molesta por lo que acaba de escuchar

¾    ¡Ay que joderse! Una enferma de Alzhéimer recupera el cerebro por la gracia de Dios. ¿Entonces por qué Dios no cura a los demás? Si a veces pienso que me toman por tonta. ¡Lo que hay que escuchar!

¾    Pues si te digo la verdad Cova, yo ya creo en los milagros

¾    No, si Ana te está comiendo el coco. Montse, ¡no ves que el cerebro, es de lo menos que saben los médicos y los científicos! Si el cerebro se pudiera regenerar todos se recuperarían.  No me lo creo, es otra historia de la iglesia para hacernos tontos. ¡Es imposible!

Llegaban a la habitación y Covadonga le preguntaba a Marina sobre la información de Cristóbal. Que pedía que hicieran.

¾    No me sugirió nada solo me dijo lo que ya os conté, que en el ejercicio G había un elemento C con una anomalía. Eso puede ser que los alemanes no nos dieran su verdadero nombre, o que no son alemanes.

¾    No Marina, alemanes, seguro que son. Tienen el acento de Colonia si no me equivoco. Lo más lógico es que no, nos dijeran su verdadero nombre.

¾   No te equivocabas Montse, tenemos que tener cuidado con ellos. Extrememos las precauciones. Y lo de las monjas no me las acabo de creer, ya que toda la información que nos dieron la pudieron sacar de internet. Ahora será mejor que descansemos, mañana será otro día largo.

Con el amanecer destemplado lleno de aromas que embriaga los sentidos y los sonidos de los pájaros que daban los buenos días, se reunía de nuevo el grupo entre bostezos y desgana, pero conscientes de cada paso que daban. Dieron una vuelta por Calatayud parándose en el Mesón de la Dolores, para desayunar, cediendo el paso a las mujeres y detrás, entraban los hombres entonando la copla que Alfredo les había enseñado.

¾    Si vas a Calatayud, pregunta por la Dolores, que es una chica muy guapa y amiga de hacer favores… Si vas a Calatayud...

Un bilbilitano, ya entrado en años, que estaba sentado en un taburete, no daba crédito a lo que estaba escuchando y dando por sentado que eran forasteros; se dio media vuelta y mirándolos de arriba abajo, le llamó a la barra,

¾    Señores, hoy me siento generoso, y les voy a contar la historia de Dolores Peinador Narvión, la Dolores. Venía de una familia bilbilitana, muy respetable por parte materna; su padre era gallego, y éste al quedarse viudo, administro la fortuna que su esposa les dejó a su hija, a la vez que se desentendía de ellos. Cuando a la Dolores le llegó la edad casadera, tenía pretendientes muy enamorados de ella y de buena posición, pero se casó con Tovar, un vividor andaluz que le sacaba los cuartos. Era un pendenciero que denunció a su suegro para que diese a su esposa, y por lo tanto a él, la herencia que su difunta suegra, Doña Delfina, le había dejado. Una vez que tuvo la herencia en sus manos, que era una fortuna, la despilfarro en poco tiempo para gran disgusto de su mujer. Así que la Dolores, que era hermosa y seguía siendo muy deseada, tuvo que desempeñar el oficio de mesonera llenando el mesón con apuestos caballeros, para envidia de muchas damas. No tardaron las malas lenguas en sacarle una copla; la famosa copla que ustedes cantaban. Y lo que pocos cuentan, es que ya tenía cuatro hijos cuando se marcharon para Madrid en busca de mejor fortuna, y deseando alejarse de los comentarios malévolos. Pero su vida tampoco fue fácil allí.  Dicen, que murió abandonada por su marido... Nunca se pudo demostrar que fuera tan libertina como decían la vecindad, que mancillaron su nombre por la envidia que suscitaba su hermosura y por su desparpajo, que no era propio de aquella época. Una mujer enamorada del hombre equivocado que la llevó por el camino de la desgracia.

¾    Bueno, nosotros no pensamos que las mujeres de aquí sean fáciles, pero la copla es pegadiza. No pretendíamos ofenderles, por lo que les rogamos, que no se lo tomen a mal, que vamos de buena fe.

¾    Sigan su camino, y que tengan un buen jubileo

¾    Gracias por contarnos la historia.

Se despedían de Calatayud lamentándose de haber cantado la famosa copla; y con paso parsimonioso, ante las diez horas, minutos arriba o abajo, que les quedaba para llegar a Daroca, tomaban la carretera nacional de Valencia que les conducía hasta Paracuellos de Jilona. Lugar elegido por sus aguas termales para hacer un descanso y aliviar sus doloridos pies. Media hora fue el descanso, para reiniciar el camino adentrándose en una carretera local escoltada por cultivos que los acompañaban hasta la carretera comarcal, la cual cruzaban, para seguir por otra carretera local donde los cultivos eran más salteados, pero que los llevaba hasta Morata de Jiloca, en donde eran bien recibidos por los lugareños. Con la compañía de dos campesinos, se dirigieron a la Plaza del Monge, donde descansarían un rato, al aire libre y de paso para volver a repasar el mapa templario del peregrino. Cuando sus ideas se aclararon, pero no asís sus piernas, regresaban al camino tomando la salida por la carretera nacional con la compañía de los coches y camiones hasta tomar otro desvío por carretera local, con menos tránsito de vehículos, donde las charlas eran más distendidas teniendo por decorados en partes del camino a los sus, cada vez más famosos, viñedos que parecían indicarles el camino hasta Fuentes de Jiloca. Cuando llegaron al pueblo, con la fe en alza, pero no así sus fuerzas, preguntaron por el camino más corto y menos pesado para llegar a Montón. Todos les aconsejaron que tomaran la carretera nacional, pero que fueron con cuidado. El silencio se había adueñado del camino y sus bocas secas les recordaban que tenían que dosificar el agua. Hakim viendo el cansancio en cada rostro de sus compañeros, instaba a sor Ana a que continuaran con la historia de los Templarios.

¾    Bueno hoy vamos a satisfacer a Omar y Hakim. ¿Qué era Baphomet? Pues yo no lo tengo claro, por lo que parece que éste presunto numen o divinidad, en el sentido de fuerza, poder y voluntad, era una cabeza entre cabra y toro, con pequeños cuernos y con torso de mujer, por su prominente pecho. Pero si en lugar de Baphomet decían Baphé- méteous, que viene del griego, se puede interpretar como el bautismo de la sabiduría, y si lo que decían era Bois-phos-métis, lo que estaba diciendo es vida, luz y sabiduría. Todas las palabras se parecen en su pronunciación, así que no está muy clara esa acusación.  Pero como tenemos tiempo contaremos las injurias de las que fueron acusados y de cómo Jacques de Molay los citó para el juicio final ¿Os parece?

¾    Si, hermana Ana. Comienza y así nosotras sabremos algo de los Templarios. Aunque no creo que a mí me gustara esa época…

¾    Los Templarios, a lo largo de su historia, y gracias a los donativos de los cristianos, fueron amasando fortunas para emprender las cruzadas con garantías. Se cree que fueron los primeros banqueros al crear un billete de viaje que le daban al peregrino, por el importe del depósito que les dejaban. Este billete, el peregrino lo guardaba con recelo pues era todo lo que disponía para afrontar el peregrinaje, y agradecían a los templarios que los acompañasen. Aseguran que los templarios no eran usureros porque nos les cobraban nada por su custodia, solo la voluntad por tan noble causa. Como ya os comenté los templarios tenían una regla; la de obediencia, pobreza y castidad que venía en los Retrais. También los reyes europeos acudían a ellos si necesitaban liquidez para sus propósitos, y éstos, se lo dejaban con una pequeña comisión por el servicio prestado. La voz iba corriendo de boca en boca de la solidez del Temple, y los préstamos se iban incrementando siendo el principal cliente de los Templarios Felipe IV, El Hermoso. Cuando el rey se vio incapaz de pagar su elevada deuda con el Temple, y con menos poder que ellos ante su pueblo, no dudo en aprovecharse de las infamas que los pérfidos decían de ellos, trazando un plan, que llevaría a cabo el jurista Guillermo de Nogaret, intimidado, bajo amenaza, al pueblo llano, e incitando a cometer perjurio a los ruines infiltrados en la Orden a cambio de un botín que el rey les ofrecía. No dudaron en levantar falsos testimonios contra los nobles religiosos que defendían a la cristiandad, el honor y la justicia. Algunos de los templarios vieron como los mismos que les dieron las bendiciones cuando fundaron la Orden, escuchaban y creían al rey Felipe IV, cuando los acusaban de simonía, idolatría y herejía, con la única intención de su extinción, y de por lo tanto de apoderarse de los tesoros templarios. Pero la Inquisición, a la que le quito lo de Santa, cuando escucharon todas las acusaciones, no dudaron en detener a muchos templarios para hacerlos confesar mediante crueles torturas. Todos repetían una y otra vez, que eran inocentes de todo lo que se les acusaba hasta que las fuerzas los abandonaban, teniendo que firmar lo que les ponían por delante acabando así con tanto suplicio. Eran acusaciones que se caían por su propio peso, pero las más llamativas fueron, que debían escupir y pisotear la cruz todo el que quisiera ingresar en la Orden, que se negaba a Jesucristo como profeta y aseguraban que no había sido crucificado; se acusaba al Maestre de creerse Dios al poder perdonar sus pecados y limpiar su alma. Y también de besar a los jovencitos de forma lasciva e indecente.

¾    Tranquila Ana, que eso siempre lo hicieron, Los templarios y los no templarios. El que sale homosexual no hay quien lo haga heterosexual.

¾    Covadonga si quieres me ayudas y descanso un poco.

¾    Bueno lo que yo digo es que no dudo de todas las buenas obras que estos hombres hicieron, pero eso de la castidad, no creo que la cumpliera, ¡qué necesidades tiene el cuerpo! Y en cuanto al novicio que quería ingresar en la Orden, hay leyendas sobre todo por el libro de Gillette, en el que dice que era cierto lo de la Cruz, para saber quién ingresaba por devoción y quien por aventura. Yo sí creo que emplearan esa norma, tiene su lógica.

¾    Pero el temor al Señor es más grande, Covadonga.

¾    Hermana Belén, Cova, permitirme que me meta en la historia, pero eso hombres tenían estudios y venían de buenas familias, ¿De verdad crees que eran castos porque el Señor así lo mandaba? No. Y además se dicen que encontraron un hermano de Jesús, que era Juan Bautista hijo de Isabel, y la otra cosa que cuentan es que cuando resucitó viajo hacia la India con Magdalena donde tuvo descendencia.  Si todo eso, es lo que encontraron en el Templo de Salomón; mucho temor no tendría.

¾    ¿Bernard, eres hijo de la viuda?

¾    No, hermana. No soy masón, ni mucho menos, sólo aporto algo que leí, no recuerdo ahora en dónde. Pero si me tengo que elegir entre Abel o Caín, me quedo con la sabiduría; sin discutir que la espiritualidad también es necesaria.

¾    ¡Bueno mejor será que siga! ¿Por dónde iba? Así, pues Beltrán de Goth, que luego sería el Papa Clemente V, llevo a la hoguera a Jacques de Molay, delante de la Catedral de Notre Dame, en presencia del rey Felipe IV, El Hermoso. Cuando terminaron de atarlo al palo y antes de encender la leña que lo quemaría, le preguntaron si se declaraba culpable; a lo que declaró: “Venga el suplicio con tan noble muerte para estos inocentes. Dios sabe quién se equivoca y ha pecado y la desgracia se abatirá pronto sobre aquellos que nos han condenado sin razón. Dios vengará nuestra muerte. Señor, sabed que, en verdad, todos aquellos que nos son contrarios, por nosotros van a sufrir. Clemente, y tú también Felipe, traidores a la palabra dada, ¡os emplazo, a los dos, ante el Tribunal de Dios!... A ti, Clemente, antes de cuarenta días, y a ti, Felipe, dentro de este año... que Dios sabe que no miento que ni con torturas fui diciendo”. Se cumplió la medición de Molay y el Papa Clemente V moría el 20 de abril de 1314 en Roquemaure-sur-Rhone, la mano derecha del rey y fiel a sí mismo, Guillermo de Nogaret, que fue el inductor de las acusaciones de los templarios, moría esos mismos años y el rey estado de cacería moría también de un posible derrame cerebral.

¾    Amén.

¾    ¿Por qué amén, Montse?

¾    Porque esos buenos caballeros que ayudaban a todo peregrino no creo que fueran culpable de tan terribles cargos. No olvidemos que ellos arriesgaban sus vidas ante los sarracenos, sin pedir nada a cambio.

¾    Montse, sí los peregrinos que iban les dejaban sus dineros, es que eran pudientes. Un pobre no deja nada porque nada tiene. Y no te olvides que por guardarles el dinero tenían las comisiones.

¾    ¡Parece mentira, Cova! No escuchaste cuando dije que al peregrino no le cobraban, sólo al pudiente poderoso. Las hermanas con las que estudiaste algo te habrán enseñado.

¾    Yo no discuto que los templarios eran inocentes ante semejantes acusaciones, no. Pero que gracias a la bula el Vaticano tiene lo que tiene, no me lo discutas. ¡Joder! Si hasta se diría que aquí hay templarios por cómo los defendéis.

Llegaban un poco más alegres a Montón a pesar de que sus estómagos pedían alimento con insistencia. Volvieron a mirar el mapa para decidir donde reponer fuerzas para los diecisiete kilómetros, aproximados, que les quedaba hasta Daroca. Después de cinco minutos se decantaron por Montón. En el pueblo almorzaban todos juntos, sin una queja sobre el cansancio y recordando lo que habían visto hasta el momento, de la belleza de la mayoría de los pueblos por donde pasaron los Templarios, tema que apasionaba a los hombres y también a Ana. Los lugareños les advertían de lo rompe piernas que era la carretera que les quedaba hasta Daroca, en cierta manera, los preparaban para lo que les esperaba. Las bebidas isotónicas fueron las más solicitadas.

 

España, Madrid

Madrid estaba en pleno auge de manifestaciones y trafico parado, con el ambiente caldeado, que se estaba haciendo cada día más familiar ...