Apenas había amanecido en
Ginebra y el frio se sentía estando parado, obligando a abrigarse con bufanda a
Óscar y a Cristóbal que esperaban pacientemente, en una cafetería con vistas al
lago Lemán, a John, un americano residente en Ginebra, y a Pier, un francés que
viajaba con frecuencia por motivos laborales. Los dos hombres, pertenecientes a
la masonería, los habían citado para intercambiar información.
¾
¡Buenos días, caballeros! Disculpen
nuestra tardanza, siempre somos puntuales pero una llamada inesperada nos
impidió acudir a la hora fijada
¾
¡Buenos días, caballeros! No deben
disculparse si la llamada era importante. Las vistas son inmejorables y el
café, aunque no es el que tomamos en España, está aceptable y calienta el
cuerpo.
Mientras pedían al
camarero, los recién llegados, Óscar y Cristóbal se miraban expectantes y
ansiosos de saber para qué, los habían citado.
¾
Caballeros, les citamos porque sabemos lo
que un general francés encontró en Afganistán. Al enterarnos, infiltramos a un
marroquí y a un saudí, en el camino de la Cruz de Caravaca. También sabemos que
tenéis infiltrados ¡Cómo veis! Venimos como amigos. Queremos ayudar en lo que
podamos y solo queríamos decirles que confíen en nosotros. Un marroquí, nos
envió estas fotos de dos alemanes que están haciendo el camino. Hasta ahora no
hicieron ningún movimiento extraño pero sus apellidos no coinciden con las
fotos que nuestros amigos no enviaron. Estamos rastreando a ver si son alemanes
o de otra nacionalidad y si nos podemos fiar de ellos.
¾
Si tenemos noticas de ellos, lo que hasta
ahora no teníamos las fotos. ¿Cómo saben que tenemos infiltrados en el camino?
John, que era el de más
alto rango y el de mayor edad, sacaba del bolsillo derecho de la americana un
papel escrito a mano.
¾
Compréndanme, pero de momento no puedo
revelar mis fuentes. Como iba diciendo, nuestro rastreo fue descubierto por un
importante Iluminati, que es el que me estaba llamando, y de ahí el retraso.
Son alemanes, es cierto, y sus nombres son Bernard Köler y Madison Höhner. Eran
miembros del club de los Iluminati, y digo eran, porque junto a otros cinco
miembros fueron expulsados de la orden, por conducta ignominiosa. Los sietes
miembros se organizaron y están haciendo un club al que llaman “Los Nuevos Iluminati”.
Son peligrosos y ya cuentan con un número importante de seguidores. Deciros, que
fueron boinas azules, y que también estuvieron en Afganistán por lo que
pensamos que pueden estar en contacto con chiíes, puesto que un importante
islamista quiere la Cruz de Caravaca para destruirla y golpear al cristianismo.
Naturalmente el Vaticano está informado, y creemos que ellos también tienen sus
infiltrados.
¾
Hemos pedido ayuda a la OTAN y a la CIA,
así como a varios amigos de los estados árabes. No tenemos respuesta a nuestra
petición y de momento es todo lo que les puedo contar. Por otra parte, los
masones están hermanados con los templarios, por eso no hace falta decir que
vienen como amigos. Lo sabemos.
¾
¿Eso es todo? Pesaba que eras un miembro
importante en tu orden y por lo que veo me equivocaba. Hablaremos con el
Senescal, Robin.
¾
Me parece estupendo que hable con el
hermano Robin. Señores, mi trabajo en la OTAN me reclama y debo de partir para
Bruselas. Muchas gracias por su ayuda y lamento no poder informarles de más
cosas en estos momentos. Que tengan un buen día y saluden al Venerable Maestro
de mi parte.
Acababan el café y con un
apretón de manos despidiéndose con un ¡hasta pronto! Cristóbal no acaba de
fiarse de las intenciones de los masones y sobre todo le preocupaba la
información que ellos tenían de la operación.
Las Damas podrían estar en peligro si desvelaban más de la cuenta. Óscar, con
santa paciencia, lo tranquilizaba.
¾
No les contamos nada que ellos no
supieran. Lo de los árabes será una infiltración de las agencias. Y tampoco nos
dijeron nada de Las Damas, por lo que
deduzco que no lo sospechan. De momento están a salvo. Ahora infórmate de los
nombres que nos dieron. No te preocupes demasiado.
¾
Óscar no saben nada de ellas, ¿o no
quisieron ponernos en guardia? No me fio. Ellos ya se llevaron el mérito de
todos los éxitos de los primeros templarios y estoy seguro de que ante el mundo
también se quieren llevar éste. ¡Pero eso sí!, nosotros hacemos todo el trabajo
y ponemos todos los medios. Espero que la CIA no nos falle y nos mantenga
informados a nosotros antes que a ellos.
¾
Hermano Cristóbal, donde se concentran un número
importantes de masones, es en Estados Unidos. En la CIA, no te quepa la menor
duda, de que los hay también. No bajemos la guardia, pero no alarmes sin tener
más pruebas.
Los masones que todavía
seguían en la cafetería no estaban contentos con el resultado de la entrevista.
¾
Esperaba más información por parte de
Óscar. John creo que nos ocultan mucho más de lo que saben.
¾
Lo sé, Pier. Pero tarde o temprano vendrán
a nosotros y nosotros pondremos nuestras condiciones. Los árabes hablan mucho
con tres mujeres que van en el camino. No sabemos si están relacionadas con los
templarios, cosa inusual en ellos, pero si pidieron ayuda a los Rosacruces,
igual las enviaron. Lo estamos investigando. Ahora, parte hacia Leiden, y ponte
en contacto con Zeeman, es uno de los Iluminati que echaron. Infórmate de todo
lo que puedas.
El nuevo día parecía
amable con los peregrinos, acallando al viento y levantando las nubes. Una
etapa de unos 38 kilómetros les esperaba, por carretera nacional donde apenas
había carriles para ellos ni caminos de peregrinaje. Después de mirar el mapa
una y otra vez, decidieron las tres amigas hacer una parada para comer en
Caparroso, a la que se unían el resto de los peregrinos. Las llanuras, entre
viñedos y camioneros que los saludaban con sus bocinas hacían que el silencio
hiciera una pausa para seguir con sus rezos, que les mitigaba el cansancio y
espantara al aburrimiento. El matrimonio que iba con las monjas aceleró el paso
hasta llegar a la altura de las Damas.
¾
Se hace pesado el camino, hermana Ana (Montserrat,
trataba de ser amable sin demasiadas ganas) Deberían las autoridades hacer un
camino digno para el peregrino, no es muy aconsejable para el peatón cruzar por
carreteras nacionales.
¾
Un poco, hija. No encontraremos árboles ni
áreas de descanso hasta cerca de Caparroso. Luego se hace más ameno.
¾
¿Conoce el camino?
¾
Esta es la segunda vez que lo hago. La
hermana Belén quería hacerlo y la acompaño.
¾
¿A qué orden pertenecen?
¾
A la cisterciense de San Bernardo. En el
monasterio de la Huelgas, en Burgos
¾
Entonces por eso no llevan el hábito.
Nosotros pecamos de ser primerizas, en esto de la peregrinación y en Pamplona
tuvimos que comprar calzado adecuado y ropa de más abrigo. ¿Y qué le piden o
agradecen a la Cruz?
¾
Le agradecemos que no, nos desampara en
los momentos más difíciles y nos llene cada día la despensa del monasterio para
alimentar a los más necesitados. Nosotras vivimos de nuestro trabajo, pero
también recibimos donativos de devotos y feligreses. Nosotras no cobramos
alojamiento ni comida, solo pedimos la voluntad a los que pueden y con ello
ayudamos a otros. Pero por cosas de la
naturaleza, las hermanas nos estamos haciendo mayores y nuestro trabajo se ve
disminuido por falta de fuerzas. La hermana Belén, tiene la fe de que el Señor
traerá al monasterio hermanas jóvenes que sigan con nuestra labor; y con esta
fe, nuestro Señor nos oirá cuando abracemos a la Cruz.
Covadonga que escuchaba
la conversación, no daba crédito de como Montserrat asentaba la cabeza a cada
frase que la hermana Ana decía. No dejaba de pensar en las atrocidades que, a
lo largo de los años, hizo la religión católica, apostólica y romana a todos
sus feligreses.
¾
Discúlpame que me meta Ana, pero lo llevan
jodido si esperan adeptos a sus causas. No hay nada más que poner la tele, para
ver que todavía hay curas pederastas. Si de verdad quieren ayudar que empiece
el Papa a hacerlo.
¾
Su Santidad ya lo hace con sus oraciones,
y con sus siervos. Es verdad que hay miembros de la iglesia que se desviaron
del camino, pero el Señor nos manda perdonarlos y reconducirlos al rebaño.
Nuestro Santo Padre, pide a los religiosos, dar alojamiento y comida a todo el
que venga a nuestro monasterio, no cobrando, pero sí apelando a la bondad de
los que pueden, para ayudar al más necesitado. Y créeme Covadonga, que su Santidad
con sus oraciones también alimenta el alma de quien le escucha.
¾
Perdone a Cova, hermana. Me parece
encomiable la labor que ustedes hacen. Lo que yo, si fuera de su congregación, abriría
una cuenta en las redes sociales y pondría una cuenta corriente donde ingresar
donativos sin falta de acercarse al monasterio. Recibirían ayuda de muchas
partes y con ello ayudaría a más almas necesitadas. Negocien con un banco para
que nos les cobre comisiones y les habrá una cuenta que resulte fácil de
recordar. Yo ingresaría cuanto pudiera y estoy segura de que Cova también lo
hará. Piensen en ello.
¾
No te preocupes, hija que todo aquel que
reniegue al Señor, más temprano que tarde, le suplicará y lo amará. Estos no,
nos preocupan sino los que con engaños entran en nuestra fe para quebrantar las
leyes que Dios nos mandó, por medio de Moisés. Jesús, murió por todos nosotros,
en él debemos de fijarnos para encontrar nuestro camino. Te contaré un poema
que una atea, entre comillas, escribió a nuestro Señor. La tituló Semana Santa:
Señor,
eres el pastor que guía mis pasos,
el
que nunca me abandona, y me quiere
el
que escucha mis lamentos, callado
el
que cura mis heridas, si me hieren;
y
al que no, quité los clavos.
Ya
viene la Cruz y la primavera,
la
corona de espinas y los soldados,
con
el látigo, negro, en la mano
posándolo
en tu cuerpo, ensangrentado;
arrogantes
y despiadados.
No
quiero cerrar los ojos a tu paso,
para
que mi sufrimiento vea tu amor
rodeado
de mercaderes malvados,
profesando
su devoción sin pavor,
sabiendo,
que no son cristianos.
Ya
las lágrimas se van recogiendo
que
Dios a su hijo le quita los clavos;
los
profetas y María van subiendo,
la
Semana Santa, se va marchando
Ahora
entenderás lo que te digo de Cova. Ella también ama al Señor, aunque no lo
diga. Como te dije, cuanto más reniega, más lo ama.
¾
Cuando vaya a Burgos iré a visitarla.
¾
Bienvenida serás tanto tú como tus amigas.
Vosotras tres, soy mucho más inteligentes de lo que aquí dais a entender. Que el
Señor esté con vosotras.
La hermana Belén adelantaba
a Montserrat, a Covadonga, y a la hermana Ana, susurrando el Salmo: “Tú Señor, eres mi lámpara, mi Dios que
alumbra mis tinieblas; con tu ayuda yo fuerzo el cerco, con mi Dios asalto la
muralla. Dios es integro en su proceder, la palabra del Señor acrisolada escudo
de quienes se acogen a Él.”
Se hizo un largo silencio
que duró algo más de una hora, cuando el matrimonio que iba al frente de la
fila, dio aviso de una gasolinera donde tomar algo caliente. La mayoría, se
decidió por llegar a Caparroso que ya estaba cerca.
Caparroso, los recibía con las calles casi
desiertas, si no fuera porque los más mayores salían a las puertas a
saludarlos. < “Hay un bar aquí al dar
la vuelta”>, decía un hombre al que le faltaba una pierna. No pararon
mucho y siguieron camino de Castejón teniendo Las Damas, la misma compañía y a la que se sumaron Bernard y
Madison. El matrimonio les sonreía al igual que Las Damas, pero Covadonga observaba a las monjas que inclinaban la
cabeza a la vez que se miraban de reojo. Covadonga, se acercó a Marina para que
no perdiera detalle de ellas.
Entre desniveles,
magnolios, álamos blancos, robles y molinos de viento, se iba haciendo corto el
camino. Las monjas llevaban ya unos cuantos kilómetros en silencio, con un
rosario en la mano, Montserrat hablaba con Bernard sobre arte y Madison hablaba
con el matrimonio sobre la orden religiosa, a la que profesaban su admiración,
y alabándola con sentimiento y con respeto a tan loable labor. Covadonga, se
esforzaba por escuchar la conversación, a la que tanta atención ponía Bernard,
al cual, pilló en tres ocasiones mirarlos de reojo. Marina seguía los gestos
religiosos de las monjas sin desviar la mirada del camino. Bernard al ver a
Marina y le preguntó si se unían a ellas.
¾
Bernard, me temo que están de
recogimiento.
¾
Bueno creo que ya llevan bastante tiempo
de rezos. Los quince misterios del rosario ya los pasaron, por lo menos, dos
veces.
Bernard no aguantaba más
el recogimiento de las monjas y rompió tan delicado momento, con la voz más
baja, pero lo suficientemente alta para que lo escucharan.
¾
Hermanas, esperamos no interrumpir sus
oraciones. Solo queríamos conversación para no pensar en el cansancio que ya
llevamos acumulado.
La hermana Ana, con
dulzura en sus gestos y seriedad en sus palabras, le respondía
¾
La fe abre los muros, y con fuego y azufre
destruye cimientos.
Las monjas seguirían el
camino escuchando a sus rezos, al tráfico y a la arboleda que las escoltaba.
Por otra parte, Marina había perdido el interés en las monjas en las que no
había visto nada alarmante, por lo que se unió al grupo de Omar y Hakim cuyas
conversaciones eran sobre los templarios que estuvieron en la zona. Hakim,
simpatizaba con un peregrino que era extremadamente cristiano, pero no
despreciaba la compañía de los musulmanes marchantes.
¾
¡Menos mal que ustedes no hacen la guerra
santa, y los templarios eran unos monjes pacíficos que no desenvainaban una espada!
Y me pregunto si eso viene en la biblia que no leí. Pero lo que sí les puedo
asegurar, es que nosotros no somos los salvajes. Nosotros seguimos los
mandamientos del islán.
¾
Pues sí, amigo. Nosotros tuvimos que usar
la fuerza para llevarlos por buen camino. Si quiere le canto la canción de la
Cruz de Caravaca.
¾
No, gracias amigo, que estaba de broma, Ya
sabe que me gusta picarlo. Háblame de las cosas que hicieron por aquí los
templarios.
¾
Nada interesante. Por aquí pasaban los
Templarios camino de Tudela donde se hospedaban para continuar hasta Caravaca.
Lo que de verdad interesa de este camino es que busques en tu interior y
escuches al Señor.
¾
Y compañeros tan ambles y serviciales,
como los que en este grupo nos encontramos. Es un placer viajar con vosotros,
aunque no tengamos la misma religión, somos creyente y nobles con nuestro actos
y pensamientos.
Volvieron los cánticos,
cuando más apretaba el cansancio, los últimos pasos cada vez se hacían más
pesados agotando las últimas energías que les quedaban. Al ver las calles de
Castejón., todos buscaban información, sobre hospedajes, a los primeros
ciudadanos con los que se encontraban. Al final se repartieron en dos hostales,
menos Bernard y Madison que fueron al hotel. Montserrat se fue a sor Ana.
¾
Hermana Ana, tenía razón en cuanto al
viaje. Es más bonito a partir de Caparroso. Buenas noches y gracias por la
compañía
¾
Buenas noches, hija. Escucha a tu corazón
porque el Señor está contigo.
Covadonga miraba a Montserrat,
al igual que Sofía. Se despidieron del matrimonio y de las monjas que se
hospedaban con Omar y Hakim, y ellas seguían en busca del otro. No tardaron en
alojarse en cómodas habitaciones no muy amplias pero acogedoras.
¾
Covadonga, no te podrás quejar de
nosotras. Bueno de mí, que a Marina le gusta. Me voy a la ducha, así que
cuidadito con lo que decís, que os oigo.
Marina daba los por
menores que observó durante el camino, sin nada interesante que pudiera dar luz
al caso que las ocupaba. La siguiente en la ducha, era ella.
¾
Espero que me quede algo de agua caliente.
¿Alguna conversación interesante durante el camino?
¾
Si, la que tuve con Sor Ana. Cova, observé
a las dos monjas cuando Bernard trató de entablar conversación con ella y algo
me dicen que saben algo de ellos que no les gusta. Te lo dije, me fio más de
Omar y de Hakim que de los alemanes.
¾
Montse, si no salieron del convento nada
más que para hacer camino, no creo que sepan algo de ellos.
¾
No las tengo todas conmigo. Hay algo que
se nos escapa.
Covadonga se metía en el
baño, a la vez que salía Marina. Montserrat, le comentaba todos sus temores a Marina,
y al igual que Covadonga, les restaba importancia. La luna iluminaba Castejón y
el viento descansaba cuando Las Damas
se iban a cenar a un bar cercano especializado en tapas. La velada se volvió
distendida, entre risas, anécdotas del pasado y recuerdos para sus seres
queridos, sin nombrarlos.
Un nuevo día asomaban
cuando Covadonga, despertaba a sus amigas. Era la hora en la que habían quedado
con el grupo para emprender la marcha y desayunar en Tudela, a unas cuatro
horas de camino por una carretera comarcal entre campos de arados, lejos del
tráfico que llenaba la carretera nacional. Los peregrinos, iban soñolientos
ensimismados en sus pensamientos y en sus rezos, con la tranquilidad que te da
el camino. Montse
se estaba aburriendo con la etapa y le pedía a sor Ana que
continuara con la historia de los Templarios. Sor Ana no se hizo de rogar, y
Omar le dio el pie por donde lo había dejado. Bebía un poco de agua y comenzaba
la historia.
¾
Pocos son los que no conocen las cruzadas.
¿Quién no vio la película del Rey Arturo y Lancelot? Os voy a contar la
historia de la Vera Cruz. Balduino II llamó a Palacio a Hugo de Payns, donde le
daba un caja de madera bañada en oro, en la cual estaba depositado un pergamino
lacrado con dos cintas doradas, y donde se podía leer: “Dicen nuestros mayores, que hacia el año 326, en un viaje que hizo a estas
tierras de Jerusalén, la emperatriz Elena, madre de Constantino I “El Grande”,
lo primero que ordenó fue derribar el Templo de Venus, que se encontraba en el Gólgota,
pues pensaba que allí se encontraba el Santo Sepulcro. Estuvieron excavando sin
cesar hasta que encontraron tres cruces, para exultación de los presentes. Sabiendo
que dos de las cruces eran de los dos ladrones, y una la Vera Cruz, la duda les
asaltó, al ser las tres iguales, el no poder saber cuál había sido la de Jesús.
La emperatriz, intentaba relajarse dando vueltas sobre un círculo pensando el
modo de resolverlo y no tardó en encontrar la solución, ordenando traer a un difunto
que no estuviera enterrado; los obreros que eran supersticiosos estaban
paralizados y solo comenzaron a moverse, a la amenaza del látigo que enseñaban
los soldados. Corrían los obreros presos del miedo por el pueblo y tras
cerrarles una puerta en las narices, en la siguiente no pidieron permiso y
sobre los hombros se llevaron al finado. Cuando llegaron hasta la emperatriz,
ésta les ordenaba que pasaran al difunto por delante de las cruces. Los obreros
pasaban por delante de la segunda cruz, la de Jesucristo, la Vera Cruz, y el
finado intentaba bajarse a la vez que preguntaba dónde estaba, dejando a los
allí presentes estupefactos. La emperatriz abrazaba a su hijo, Constantino,
sabiendo, que estaban ante uno de los descubrimientos más importantes para el
cristianismo y hablando, con él, acordaron construir en el lugar un majestuoso
templo, la Basílica del Santo Sepulcro, donde guardaron la Santa Reliquia.”
Esa
poderosa razón que daba el rey Balduino II, llevó a Hugo y a Godofredo, a fundar
la Orden, tomando consejos, en sus primeros años, del Priorato Sion, para luego
independizarse de ellos. ¡Pero a lo que íbamos!, Jerusalén estaba bien
custodiado y cada vez eran más numerosos los cristianos e incluso algún
islamista abrazó la fe cristiana. Pero cuando los Caballeros más influyentes,
viajaban a Roma, o a Francia, quedaban un vacío que aprovechaban los sarracenos,
con Saladino al frente, saqueándola. Saladino, conquistó Tierra Santa y como
castigo se llevó la Vera Cruz, humillándonos viendo como la despreciaba y no
podíamos hacer nada, Después de varios años de castigo, y ya abatidos, un
catorce de septiembre, Heraclio recuperó la Cruz, siendo recibido por el pueblo
con aplausos mientras la exaltaban, camino del Gólgota. Tuvieron que pasar
bastantes años más, cuando el patriarca de Jerusalén, Arnulfo de Chocques,
colaboró en la construcción de una estatua de Cristo, en el Sitio de Jerusalén.
Arnulfo, descubrió en el Santo Sepulcro, la Vera Cruz, la reliquia más sagrada
de nuestro pueblo. Su satisfacción llenaba su orgullo, pero sabida su enemistad
con su sucesor Dagoberto de Pisa, se la confió a Balduino I, y éste a su muerte,
a Balduino II. Y como ya comenté, confió su custodia a los Caballeros del
Templo de Salomón, a los nueve amigos y fundadores de la Orden, que no dudaron
en viajar a Francia en busca de aliados y en busca de donativos para sufragar
todos los gastos que conllevaba. Hugo de Payns, nada más llegar a Francia, fue
a ver a su pariente, al que Balduino II sin saber el parentesco le había
escrito para que lo recibiera junto con sus amigos, el abad del monasterio de
Claraval. Bernardo de Claraval, los recibía con los brazos abiertos ya sabiendo
de los planes de la Orden y aceptando redactar los estatutos que no sólo
protegería a los peregrinos camino de Tierra Santa, sino que también combatiría
el islam. Una vez constituidos los estatutos, pediría una audiencia al Papa
para oficializar la Orden y convocara un concilio, en Troyes. Concilio, al que acudió
Bernardo de Claraval, exponiendo los severos estatutos por los que se regiría
la Orden. Los estatutos, eran una mezcla militar/religioso, donde sus miembros
venían a ser un monje guerrero protector de peregrinos y de reliquias sagradas.
Y una vez hechos los votos de obediencia, castidad, pobreza y oración, todo
voluntario, pasaría a formar parte de ella. Los estatutos terminaban con “.
Dominus mihi custos et ego dispersam inimico meos (El Señor es mi pastor y
esporádicamente mis enemigos)” La Orden del Temple fue reconocida oficialmente,
por el cardenal Mateo de Albano, representante del Papa Honorio II.
¾
Mucho sabes Ana, de los Templarios.
¾
Don Quijote me animo a leer los libros de
caballerías, y si a eso, le añadimos que es historia… Pues este es el resultado.
Me gusta la historia, Cova.
¾
Cova, si es que tenemos que leer la
Biblia. Hermana Belén avíseme cuando hagan un resumen de pocas hojas
¾
Marina, acuérdate de lo que siempre os
digo. Seréis las mejores defensoras del Señor ¡Y pena me dará no veros!
¾
Omar y yo esperamos que alguna vez cuentes
la historia negra, que asocian a los templarios con Baphomet. Y por la que
fueron quemados los cuarenta templarios con Jacques de Morlay a la cabeza.
¾
No olvides amigo Hakim, que confesaron lo
que sus carceleros, con crueles torturas, quisieron. Muchos de los que
sobrevivieron confesaron que Jacques hasta el último segundo de su muerte,
repetía ser inocente y lo último que les dijo al Papa y al Rey, se cumplió… Pero hay una historia sobre ello.
¾
¿Nos la contará, hermana?
¾
Ya veremos si la recuerdo Montse, pero por
hoy terminé mis historias. A ver cuando vosotras contáis alguna. ¿Sabéis que
hubo Damas Templarias? Dos concretamente, una era La Orden de las Damas de
Tortosa, fundada por el Conde de Barcelona, Ramón Berenguer IV, por su ayuda
para la conquista de Tortosa que estaba en manos de los musulmanes, y la otra,
era La Orden de las Damas de la Banda, que por su defensa de Palencia.
¾
Pues no, no lo sabíamos, pero ya lo
sabemos. Muchas gracias Ana por las historias tan heroicas que cuentas. Fíjate
que ya me apetece alistarme. Lo que no sé si hacerlo en la castellana o en la
catalana.
¾
Cuidado Cova, que las hermanas se ofenden
¾
No Madison, si ya sabemos que Cova es una
buena católica.
Entraban en Tudela por
estrechas calles de adoquines, donde el vecino abrazaba para dar los buenos
días al de enfrente, desde la ventana. Donde los barrios de la morería y la
judería vivían en armonía, hasta la llegada de los católicos. Lejano quedaba
cuando Alfonso I, entraba victorioso en la ciudad, y parte de sus campos
servían de sustento para los templarios. Lejos y cercanos, en ese mismo
instante donde los peregrinos rememoraban, según sus deseos, las batallas que
allí sus ídolos libraron. Ya no caminaban, sino que el viento los conducía por
el centro histórico para detenerse en la catedral de Santa María, frente a la
puerta del Juicio Final cuya belleza es resaltada por la representación de las
escenas del Génesis y del Antiguo Testamento. Accedían a ella, deteniéndose las
monjas en la capilla de estilo barroco de Santa Ana y continuar hasta la
capilla de Espíritu Santo, donde todos oraron.
¾
¿Estás bien, Cova?
¾
¡Pues claro! ¿Por qué iba a estar mal?
¾
Por el tiempo que llevas callada. Oye, ¿os
pasa lo que a mí? Ahora mismo tengo una paz, que hacía tiempo que no tenía.
¾
Yo también la tengo, Marina. ¿Y tú, Cova?
¾
Yo tengo la misma paz que tenía antes de
entrar. Me gustó la catedral, pero su puerta del Juicio Final es fascinante,
por lo bien representado que está el infierno donde creo que yo tengo sitio... ¡Vale!,
en serio, me gustó mucho. Vamos a preguntar dónde vamos a desayunar, mis tripas
ya se quejan.
Se acercaron a la plaza
de los Fueros, donde un suculento desayuno acompañado de músicos callejeros que
amenizaban la plaza, y donde todos seguían hablando con sus silencios. Bernard
se levantó con su cámara fotográfica e hizo fotos de la plaza y de los músicos,
a los que pidió la melodía Claro de Luna, de Beethoven, echándoles unas
monedas, en cambio su amigo, se quedó sentado viendo como el matrimonio que iba
con las monjas también se acercaban a echarles monedas. La mañana estaba
resultando encantadora al no recordar que todavía les quedaba un largo trecho
hasta llegar a Tarazona, en la comunidad de Aragón. Covadonga se levantando pidiendo
permiso a un pie, para mover el otro, Montserrat se levantaba seguida de Marina
provocando la risa del grupo al verlas. Covadonga, con su fina ironía en la
mirada, se enderezó, y con pase de modelo Montserrat pasaba ante ellos. Marina
seguía su paso sin apenas despeinarse.
Volvían a la carretera nacional,
la cual los acompañaría unas seis horas de camino, contando la parada para
almorzar, según la ruta prevista. Ruta, donde se veía la generosidad de los
cultivos, alguna que otra arboleda y tráfico algo denso. Los cánticos volvían a
pleno pulmón cuando entonaban los estribillos, con algún que otro sonido
estridente, hasta llegar al primer kilómetro en el que Bernard se acercaba a
Covadonga,
¾
Parece que las monjitas acabaron sus rezos
y ayudan a amenizar el camino. ¡Sabes, Cova! Que no paro de darle vueltas a mi
memoria para acordarme de que conozco yo a Sor Ana. Sé que ya la había visto
pero no recuerdo donde.
¾
Bueno Bernard, hay veces que crees conocer
a la gente y solo es que se parece a alguien conocido. Puede sucederte eso si
no pisaste Burgos.
¾
¿Es de Burgos? No lo sabía. Y no, yo nunca
estuve allí. Ya me acordaré.
¾
Bonita la música que le pediste a los
músicos y muy patriótico por tu parte.
¾
No me discutirás que es una bella melodía.
¾
Si, bonita. Pero si es cierta la historia
que dicen de ella, además de bonita, tierna.
Llegaban entre pinares y
encinares a Monteagudo, el último pueblo de Navarra, fronterizo con Aragón. Un
pueblo hospitalario donde había sido hallado, un códice hebreo, de una parte,
de la biblia que hace referencia a Jeremías. Madison sostenía que allí tuvo que
haber una sinagoga, mientras que la hermana Belén aseguraba que no había
pruebas, tan solo certificaba el poder adquisitivo que tenían por aquel
entonces los judíos. Este pequeño debate los llevo hasta el convento de
Monteagudo, donde murió Fray Ezequiel, al que dedican plegarias todos los
enfermos de cáncer. A escasos metros del convento, Marina volvía a ver a la
desaparecida Ducati.
¾
Cova, ¿ves lo que estoy viendo?
¾
Sí, Marina. No debe de andar muy lejos.
Se acercaron hasta
Montserrat para advertirla, con la mirada, de que el misterioso motero de la
Ducati, andaba cerca. Ya las tres en guardia, se unieron al grupo que intentaba
ponerse de acuerdo de si entrar en la capilla del monasterio o tomar un café
primero, cuando Las Damas vieron
salir al motero del monasterio mirándolas, con cierta frialdad, ante el descaro
con que lo miraban. El motero, cogió la Ducati para cabalgar por las calles del
pueblo perdiéndose en el horizonte.
¾
¿Chicas estáis enfermas? Os noto pálidas
¾
Tranquilo Bernard, estamos bien.
Bernard cogió por el
brazo a Covadonga apartándola del grupo:
¾
Ya sé de qué conozco a sor Ana. En verdad
se llama Ester y no es de Burgos que es de Lérida. Fue acusada y estuvo presa
por ladrona.
¾
¿Estás seguro de lo que dices? Esa
acusación es muy grave.
¾
Sí y por eso nos rehúye a Madison y a mí,
porque sabe que la conocemos de cuando estuvimos estudiando en Lérida, el
catalán.
¾
¿No sabía que hablaras catalán?
¾
Si me gusta mucho Francisco Ribalta,
Antonio Tapies, María Girona entre otros catalanes y por eso estudie catalán,
para poder leer todo sobre sus obras.
¾
Pues Montse ya tiene con quien hablarlo,
ya sabes que ella es catalana. Pero a lo
que íbamos, ¿qué, supuestamente, robo Ana?
¾
Alimentos, ropa y calzado. Y creo que
también robo el cepillo de la iglesia a la que acudía con sus hermanos. ¿Ahora
me vas a decir que os pasa? No sé si es que os gustó el motero o es que os
asustó.
¾
Pues no lo conocemos, y sí, está muy
bueno. Pero ya lo vimos unas cuantas veces por distintos sitios del camino.
¾
Bueno yo lo vi en Jean Pie d’ Port, que se
portó groseramente con Montse y luego también lo vi en Pamplona. No quiero asustarte,
pero o le gusta Montse o es un arrogante niñito de papá. No le des más vueltas.
Estáis con nosotros y no consentiremos que os suceda nada.
Fueron los últimos del
grupo en entrar en el monasterio, donde los sacerdotes agustinos recoletos, los
conducían hasta la capilla de San Ezequiel, y a petición de la hermana Ana, les
mostraba el códice hebreo. Cerca de una hora estuvieron en el monasterio para
salir con caras de no haberse enterado de nada unos, y otros de haber
comprendido su porqué del camino. No era una ruta más, era una ruta por
descubrir, llena de encantos y contratiempos a los que Dios ponía
significado. No había un camino
específico para el peregrino, que más de una vez tenían que sortear el tráfico
de las carreteras nacionales, y este no era nada del otro mundo, ¿pero acaso el
desierto de Egipto, en el Éxodo, fue más bonito? Algo les impulsaba a tener más
fe en el camino, que no sabían explicar. Sonrientes ante la paz que sentían, se
iban en busca de bares o restaurante donde el menú del día se ajustara a sus
presupuestos.
Las
Damas, se fueron a la mesa de las monjas, cerca de la mesa
de Omar y Hakim que compartían mantel con el más beato del camino, y al que
contrariaba y zahería el entrañable Omar, con su cultura musulmana. Bernard y
Madison se sentaban solos en una mesa aparte.
Covadonga, tomaba el
mando de la conversación de la mesa, y preguntaba a la hermana Belén sobre su
procedencia natural y sus estudios.
¾
Yo soy vallisoletana, y soy filóloga del
latín, arameo y hebreo. Podemos hablar en latín tú y yo, si deseas practicarlo.
¾
Yo no hablo latín (Covadonga se ponía a la
defensiva)
¾
Perdona, me pareció que lo leías en el
monasterio cuando el sacerdote nos mostraba los libros. Te pido disculpas.
¾
No por favor, yo fui a un colegio de
monjas y ellas nos mandaban rezar en latín, cosa que nunca entendí, pero lo
repetía al igual que el lorito.
¾
Pues yo sí sé latín “Iesvs Nazarenvs Rex
Ivdaeorvm” Jesús de Nazaret, Rey de los Judíos. ¡No me mirar así! Es latín.
¾
Marina, eso lo sabe todo el mundo. Está en
todas las cruces que representan a Jesucristo. Anda Cova, aprende de sor Belén
que el latín no está de más.
¾
Ana, estás muy callada.
¾
Yo no tengo estudios de latín, pero
aprendí el hebreo leyendo el antiguo testamento que hay en el monasterio. A mí
se me da el arte, y decoro la porcelana que luego vendemos. No tengo estudios
al igual que vosotras.
Covadonga viendo que se
iba por las ramas, e intuyendo cierta ironía en sus estudios, volvió a
preguntarle más directamente
¾
¿Y dónde naciste?
¾
En Lérida. Pero llevo muchos años en
Burgos, ¡tantos! que apenas recuerdo casi nada de allí.
¾
Perdona, ¿eres catalana como yo? Hablando
contigo por el camino y no te note acento catalán. Me alegro de que seamos
paisanas.
¾
¿No extrañas a tu familia? Lo digo por lo
que dices de que no recuerdas nada de allí… Yo al menos iría a visitar a mi
familia, si no al año, al menos cada tres.
¾
No mi familia vive en Barcelona, y por
supuesto que me carteo con ellos. Sé que Dios está con ellos porque siempre los
tengo en mis plegarias.
¾
Mira Ana, no me voy a andar con rodeos.
Llegaron hasta mis oídos que tu nombre es Ester, que tienes dos hermanos y que
te metiste en problemas. No sé si es verdad o mentira, solo que me gusta saber
con quién ando.
A la hermana Belén se le
empañaban las pupilas y la hermana Ana bajaba la cabeza, para acto seguido
levantarla con fuerza.
¾ A
la edad de 14 años me quedé al cargo de mis hermanos, Mireia de 7 y Pau de 5.
Mi mamá murió al dar a luz a Pau, y mi papá moría de cáncer tras una larga
agonía. Ahora a mi hermana le diagnosticaron un cáncer; por eso fui a rezarle a
Fray Ezequiel… (Sor Ana volvía del pensamiento al leve toque de sor Belén) Como
iba diciendo, al morir mi papá teníamos más deudas que ingresos por huérfanos,
y aunque los vecinos nos daban las ropas y calzados que iban dejando sus hijos
y con la estimable ayuda de una vecina que nos pagaba el recibo del agua, mis
hermanos seguían sin poder tener el uniforme para el colegio, ni los lápices,
ni las libretas, ni los libros. Imaginaros las largas noches que me pasaba
llorando, rezando lo que sabía y buscando soluciones. Mis hermanos no fueron
admitidos en el colegio y los juguetes ya no había por dónde cogerlos. A los
pocos días tuve la suerte, por medio de una vecina, de encontrar un trabajo
limpiando escaleras y portales, y otras, me llamaban para que cuidara de sus
hijos o de sus padres por las noches; pero el trabajo nocturno me duró poco. Mi
hermano al no verme en casa rompía a llorar despertando a los vecinos y las
quejas fueron cada vez más amenazantes. Así que pensé un plan B, que era ir con
mis hermanos todas las tardes, al cierre de las tiendas, para aprovechar todo
lo que tiraban a la basura. Mis hermanos se comían los yogures caducados, las
tapas de los embutidos y con la fruta que estaba medio podrecida, les hacía un
batido. Pero ese festín no era muy a menudo así que le tocaba el turno a otro plan;
pedir limosna por las calles y eso hice, pero por las de mal ambiente, que era
donde se movía el dinero y nadie hacia preguntas. Una noche, en mala hora, me
vio un vecino que sabía mi historia y se acercó a mí diciéndome que con mi
cuerpo esbelto haría felices a muchos hombres. Él se encargaría de buscarme
clientes, ofrecimiento que amablemente decliné conociendo el oficio que me
ofrecía; pues la vecina que teníamos puerta con puerta se dedicaba a ello… Era
muy buena con nosotros; nos daba golosinas y cuando era nuestro cumpleaños, nos
traía un dulce para cada uno. Así que me armé de valor, pues le tenía miedo, y
me di media vuelta, pero él me sujetaba por un brazo, con el que me acercó
hasta él, y con la otra me abofeteaba. Otro vecino que lo vio vino a socorrerme
apartándome de él y enzarzándose los dos en una pelea para ver quien se llevaba
el trofeo, y así fue. El que ganó, se dedicaba al hurto y me ofreció ser su
socia, declinando también esta oferta me di la vuelta con el temor de que
también me pegara, pero me dejó ir. Al cabo seis meses, lo que tardaron en
quitarnos la luz, a lo que se sumaba el abrir los armarios y no tener nada para
comer, comencé a pensarlo. Mis hermanos no paraban de llorar porque tenían
hambre, porque sus juguetes estaban rotos y eran viejos, porque querían ir a la
escuela... Sólo me llegaba el dinero para el alquiler, para el pan, leche y
patatas. Así que busqué al ladronzuelo, y él al verme tan desesperada, no se
apiadó de mí. Me llevó a un solar abandonado y cuando acabó de desahogarse me
tiro unos billetes y me enseño el arte del robo. Al principio eran pequeños
hurtos, como los cepillos de la iglesia y algún que otro comercio del que nos
llevábamos ropa y zapatillas. El párroco me vigilaba al sospechar de mí, y me
pillo metiéndome el dinero en una taleguilla que llevaba debajo de la camisa.
Le supliqué que no llamara a la policía, pero la llamó y me llevaron al
cuartelillo donde me manosearon con la disculpa de registrarme. Mi socio y
violador, pues cuando no tenía mujer con quien satisfacer sus necesidades me
cogía a mí, tenía contactos y enseguida me sacó de la cárcel para seguir delinquiendo.
Una noche, pensábamos que no había alarma en una joyería y la asaltamos
apresurándonos a coger todo lo que había en los mostradores. Yo estaba feliz
pensando que podía pasar una temporada sin robar. dedicándome a mis hermanos y
a estudiar lo más elemental pero el sueño se desvaneció cuando llego la policía
nacional y me arrestaron. Les rogué que no me detuvieran que tenía dos hermanos
pequeños que dependían de mí; pero me preguntaron donde vivía y se llevaron a mis
hermanos al orfanato sin permitirme verlos. Cuando salí, al cabo de siete años,
ya pensaba en meterme a monja, y suplicaba a Dios que mis hermanos estuvieran
con buenas familias. Y así fue. Cuando los encontré yo era novicia, con la ayuda
impagable que me ofrecieron las hermanas, las piernas me temblaban recuperando
el orgullo al verlos en buenos colegios, y también vestidos con ropas tan
elegantes. Dudé en acercarme a ellos, pero Mireia fue la primera en verme y con
una gran sonrisa corrió hacia mi seguida de Pau, los abracé y los besé con todo
mi corazón. Ya oscureciendo, regrese al convento, donde tengo todo lo que
necesito y puedo socorrer al que me lo pide. La felicidad no hay que buscarla
en las grandes cosas sino en las cosas más pequeñas a las que hoy en día no se les
da importancia, No se necesita un ordenador si tienes a tu lado quien te
escuche y no necesitas regalar lujos para tener cariño. Pídele y te dará.
¾ Arrepentidos
quiere Dios.
¾ Sí,
Marina. Dios nos quiere a todos, porque todos somos sus hijos.
Acabaron de almorzar,
cuando entre todas pagaron la cuenta, y se reunieron con el resto para tomar el
camino hacia la carretera de Tarazona. No volvieron hablar durante el trayecto
del tema de sor Ana, ni de nada que tuviera que ver con su pasado.
La tarde ya jugaba al
escondite con el sol, cuando un ciprés les daba la bienvenida a Tarazona. Ciudad
bella donde su escudo nos dice que fue fundada por Tubalcaín, hijo de Lamec, descendiente
de Caín y por lo tanto pueblo del progreso y del avance cultural, al que
reedificó Hércules. Los lugareños los recibían con los brazos abiertos, no tardando
en encontrar alojamiento. Las Damas
se hospedaban con Bernard y Madison, ya que se sentían más seguras por si
volvía el misterioso motorista. La hermana Belén al verlas irse con ellos, se
acercaba a Marina,
¾
A este paso aprenderéis alemán, aunque no
es un idioma que me guste mucho.
¾
Ten cuidado, sor Belén, que el Papa
Emérito, es alemán.
¾
Sí, si me gustan los alemanes, pero no
mucho el idioma. Buenas noches.
Todos fueron a dar
descanso a sus hinchadas piernas, sus irritadas voces y a sus enrojecidos ojos.
Las Damas, como siempre cogían una
habitación con cama supletoria.
¾
¿Hay algo nuevo, Marina?
¾
No Cova. No hay trabajo.
¾
Cova, creo que tus amigos ven fantasmas
donde no los hay. No creo que ninguno del grupo sea un potencial peligroso.
¾
Yo pienso igual que Montse. Aunque la
historia que nos contó sor Ana es muy común, no sé en cuantas pelis dieron esa
versión... No sé, no me la acabo de creer. Creo que fue una cleptómana o era
una chica caprichosa y ociosa.
¾
Yo no lo tengo tan claro, Marina. Bernard
me dijo lo del cepillo de la iglesia y ello lo colaboró. Ahora, ¡qué fuera una
chiquillada!, no lo discuto.
¾
Pues yo me creí todas sus palabras. Es
verdad que es una historia recurrente, pero la tristeza que tenía sus palabras
y a las que acompañaba su rostro, por no mencionar las lágrimas de sor Belén;
me hace que la crea.
¾
Puro teatro, como dice la canción, Montse.
A mí me llamó la atención que sor Belén estuviera pendiente de Cova. ¿Vosotras
observasteis si alguna hablaba otro idioma que no fuera el castellano? De
verdad creéis que con la cultura que tiene sor Ana, ¿no tiene estudios? No
confíes mucho en ellas, Montse.
¾
Tiene razón Marina, no te confíes a ellas.
Vale más prevenir que curar. ¿Y qué pensáis del motorista?
¾
Lo mismo que opina Bernard, es un niñato.
¾
Sigo sin ver peligro, chicas.
¾
Yo tampoco lo veo. Si queréis volvemos
para casa. Vosotras decidís.
¾
A mí me hace ilusión que se abra otro
camino hasta mi tierra, y que las desgracias que asolan Murcia den paso a las
alegrías.
¾
Por mi seguimos ¡ya que llegamos hasta
aquí! Me gusta el grupo en el que estamos y es otra forma de ver la vida. Me
parece una experiencia enriquecedora. Y ya lo sé, estáis atónitas, pero soy de
mente abierta.
¾
No si al final te echas novio, y te casa
por la iglesia como Dios manda.
¾
¡Hasta ahí hemos llegado! Como dice sor
Belén. Por lo que hablan de la biblia y lo que cantan, Dios está en todas
partes y ama a todos sus hijos. Soy como soy, y Dios así me quiere. Mis
sentimientos son los mismos de siempre.
¾
Me alegra oír eso. No quisiera sentirme
culpable de una ruptura. David, el que derrotó a Goliat, juró amor eterno a
Jonatán, el hijo de Saúl.
Montserrat y Marina se
reían hasta el punto de que sus mandíbulas contagiaban a sus ojos
¾ No
Cova, David juró amistad eterna a su amigo Jonatán
¾ ¡Vale
Marina`!, pero es muy raro que el hijo del rey de Israel dijese que quería a
David como así mismo, y que lo salvara de las garras de su padre.
¾ Fuera
lo que fuera, Dios lo amó como al resto de sus hijos. Eso lo tendría que ver la
iglesia católica y no importarles con quien se acuesta cada cual.
Las tres se quedaban
dormidas en un profundo sueño. Un descanso que las daría las energías
suficientes para el día que las esperaba. No hubo comunicación con Madrid. No
hubo pensamientos de nostalgia, solo se oía el silencio que vigilaba el sueño.
El día soleado junto a la
brisa que tocaba en las ventanas despertaba a todo rezagado en las sábanas. Las Damas salían del hostal cuando se
cruzaron con Omar y Hakim que iban al barrio de Tórtoles para ir a la mezquita,
convertida en iglesia al ser expulsados los musulmanes. Ellas iban a desayunar
para luego hacer turismo por la ciudad mudéjar.
Entre paso y admiración llegaban
a la Catedral, después de visitar el barrio judería donde sus casas colgantes,
contempladas por la Torre de la Magdalena, hacían una postal preciosa. Las
monjas y el matrimonio estaban a la entrada discutiendo, si gótica o mudéjar.
¾
¡Buenos días! ¿Está cerrada?
¾
Sí, Cova. La tuvieron que cerrar ante el
peligro de derrumbamiento. No hay dinero para reformarla, los donativos no son
todo lo generosos que se esperaban.
¾
Estamos en tiempos de crisis. Si apenas
hay alimentos para las bocas, menos habrá para el ladrillo. Que vayan al
Vaticano que allí les atenderán.
¾
Los caminos del Señor son inescrutables, y
la reforma de esta catedral se hará con el corazón de su pueblo y el de sus
visitantes. Aquí cerca, hay una oficina donde aceptan donaciones, nosotras
vamos ahora para allá. ¿Nos acompañáis?
Covadonga miró a sus
amigas asombrada al igual que Marina, no así Montserrat, que siguió a las
monjas. Todos dieron los donativos acordes con sus bolsillos; nada era poco y
todo era mucho para ayudar a la restauración. Salían de dar el donativo, Marina
incluida, cuando vieron a Covadonga con un mapa de la autonomía. Decidieron continuar
el recorrido turístico por el bello pueblo de Tarazona, quedando todos en reunirse
al terminar sus rutas junto al ayuntamiento para continuar rumbo a Caravaca.
Esta jornada los llevaría hasta Tabuenca, con una duración aproximada de diez
horas contando los descansos. Hakim tomaba la palabra, pensando lo mejor para
las mujeres.
¾
Pienso que es mejor la ruta del Campo de
Borja, que la del Moncayo. Es más larga, y no nos llevará más horas. Pero nos
dijeron que el camino del Moncayo es inhóspito y sus pendientes pronunciables, sin
áreas de descanso donde poder reponer fuerzas. Y el Campo de Borja tiene
pendientes suaves, tendremos menos frio y con pueblos donde descansar.
Covadonga tomaba la
palabra al ver que nadie se movía.
¾
Yo voto por la ruta del vino, es decir, la
del Campo de Borja. El tramo hasta Tabuenca es pesado, nos llevara unas 10
horas, los casi 40 km., pero suave. En cambio, sí vamos por el Moncayo, puede que,
en los últimos kilómetros, las piernas parecerán moles, y mínimo movimiento
será toda una proeza, Las bajadas y las subidas son pronunciadas y los llanos
engañosos.
Con resignación y
sabiendo lo que les esperaba, tomaron el camino del Campo de Borja,
aprovisionándose de todo lo necesario hasta llegar a Tabuenca.
Marina rompía el silencio
de sus compañeras para informar de lo que sor Belén le dijo.
¾
Bueno, igual pensaba que hacía gracia al
no dar dinero y entregar la tarjeta.
¾
Puede Montse, pero ¿no os parece raro, y
también te pregunto a ti Marina, que la monja se haya fijado en que yo leo
latín y que Bernard entregó una tarjeta de memoria? A veces dudo que sean
monjas.
¾
Algo raro si es, Cova. Y tú, Montse, ten
cuidado con lo que cuentas, no vayan infiltradas como insinúa Cova.
¾
No les conté nada. Ni tan siquiera mi
trabajo falso. Solo saben que me llamo Montserrat y que soy catalana, de
Tarrasa.
¾
Ya todo el mundo en guardia, vámonos a
cenar algo con los cinco sentidos en alerta. No sé si tengo más ganas de fumar
o de comer.
Los tabuenquinos les
indicaba el lugar próximo a la iglesia de San Juan Bautista donde podía comer.
Allí ya estaban Omar y Hakim que sacaban fotos a un peirón, típico de la zona
aragonesa, mientras esperaban al resto del grupo. Las Damas llegaban y Covadonga, no daba crédito como unos
musulmanes fotografiaran un pericón de la Vera Cruz. Las monjas, desde un
segundo plano, también los observaban mientras entraban en el local donde, por
primera vez entre bromas de los lugareños, cenaban todos juntos al calor de una
chimenea los platos típicos del lugar acompañados del buen vino de la zona y de
refrescos para los musulmanes.
La luna todavía estaba
espléndida, con su maquillaje intacto cuando todos se retiraron a descansar a
una casa de piedra tallada, adornada con balcón de madera, sin lujos aparentes.
Sus paredes interiores pintadas de blanco roto, donde solo tenían un crucifijo
las habitaciones y la Virgen del Niño Perdido, patrona de la villa, en la pared
más amplia del salón. Las mujeres ocupaban una habitación, con dos camas cada
una en la cual colocaron dos colchones hinchables, y la otra habitación y el
salón entre los hombres. No hubo preguntas impertinentes, ni conversaciones
imprudentes, solo memorizaban todo lo que vieron y oyeron durante el día.
El reloj daba las seis de
la mañana cuando Omar despertaba al grupo, las monjas fueron las primeras en
despertar y susurraban al resto para que se levantaran. Madison preparaba el
café, mientras Hakim ponía la fruta para el desayuno. El resto del grupo estaba
alrededor de la mesa del salón mirando la ruta que tomar, hasta Calatayud. El
camino templario de la Cruz de Caravaca, se volvía por momentos inhóspito. No
queriendo dar más vueltas al mapa, ya que no había cobertura para GPS, se
pusieron en marcha. Pasarían por la iglesia, para que el párroco les sellara el
carné de peregrino, como hacían en todas las iglesias del camino templario
caravaqueño, antes de tomar la recta del sur, a la salida de Tabuenca. Una
carretera secundaria franqueada por cultivos de vid, olivos y almendros los
llevaba hasta un camino de tierra rojiza con recuerdos de un pasado donde el
hierro era parte de las riquezas de la villa. El sendero polvoriento que
labradores y pastores, con vaivenes, hicieron recordando las monjas al poeta
Antonio Machado, caminante de las rutas del Moncayo. En la zona de fumadores,
al final de la fila, iban Marina, Covadonga, Bernard, Omar y Alfredo, el
gentleman, alto y silencioso que acompañaba a las monjas. En el trascurso de la
conversación que mantenían Bernard y Omar, Alfredo osó por primera a
interrumpirlos, dado su parecer del camino que el apóstol Santiago hizo hasta
la Vera Cruz, y de las cruzadas de los templarios. Todos le escuchaban con
atención sin interrumpirle hasta que Alfredo ennobleció la figura del aragonés
San Josemaría Escrivá de Balaguer.
Bernard le preguntó sin
dejar que terminara la biografía.
¾
¿Perteneces al Opus?
Alfredo silenció su boca
mirando la tierra con la esperanza que su color rojizo se confundiera con el
tono de su piel. Sus topes piernas continuaban con los pasos, que, por
momentos, se acortaban.
¾
No, pero oí por la televisión que lo
habían santificado, el Santo Padre, y como era de la tierra, me leía algo de
sus buenas obras. Dicen que nunca se apartó del camino que nos trazó el Señor.
¾
Pamplinas, como decís los españoles. Ése
creo una secta y engañó a los más descerebrados. En cuanto a los Templarios,
eran Benardistas, otra secta al igual que la del Opus. Hay que fijarse en la
Santa Sede y seguir sus mandamientos. Eso es no salirse del camino, mi querido
amigo.
¾
No estoy de acuerdo, amigo Bernard. Lee el
Corán y comprenderás que nuestra religión es blanca. Yo por mi parte, leeré la
Biblia.
Retomaron todas sus
conversaciones, más comedidos en sus opiniones, que no dieran lugar a malas
interpretaciones, como le pasó a Alfredo. Los primeros de la fila ya atisbaban
el castillo de Mesones de Isuela, calculando que en una hora darían descanso a sus
piernas.
Entraban al pueblo de
viñedos, donde el cava se está haciendo un lugar en las buenas bodegas, maravillados
por el castillo de los Lunas, que desde las alturas cobija al pueblo. Cerca del
centro entre sonrisas y amabilidades de los mesoneros que les indicaban un
local donde tomar un tentempié, cerca del ayuntamiento, y donde a dos pasos
estaba la iglesia de la Asunción. El sacerdote les esperaba al ser avisado por
los vecinos para sellarles el carné de peregrino. El párroco junto con otros vecinos, los
acompañaron al castillo desde donde contemplar el pequeño pueblo, y orgullosos
les mostraban la bonita capilla que poseía en la cual rezaron las monjas
acompañadas del matrimonio. Afuera, el sacerdote estaba con el resto del grupo
dibujándoles una ruta por caminos agrestes que les acortaría el camino, y que
antaño fueron usados por los templarios. Agradecidos se despidieron dándoles
las gracias y prosiguieron la ruta marcada por el sacerdote. El próximo pueblo
por el que pasarían seria Nigüella y por el que pasarían de largo hasta llegar
a Morés, a poder ser con el permiso de sus fuerzas, parar para almorzar.
Durante el trayecto
apenas había conversaciones interesantes, solo de vez en cuando se lamentaban
que no hubiese un camino más propicio para el peregrino hasta Caravaca; lamento
que al segundo perdonaban por la fe que profesaban o por el cumplimiento de las
misiones de cada uno. Volvieron a los cánticos, acompañados por la guitarra
española, por las callejuelas enrevesadas, recordando la época árabe que allí
habitaba. Morés, es un pueblo de la comarca de Calatayud, de gentes nobles y
serviciales que a orillas del rio Jalón viven de la agricultura y ganadería.
Hombres curtidos en la naturaleza, con el orgullo naciente de los restos de un
castillo, que, en épocas doradas, fue protector del pueblo. Los moresanos, los
acogía de buen grado indicándoles el camino más corto, y de fácil caminar hasta
llegar a Calatayud. Entre paso y paso habían pasado diez minutos, desde la
salida de Morés, y se ponían de acuerdo en almorzar en Sabiñán, que estaba a
pocos kilómetros del final de la etapa. Al entrar en el pueblo preguntaban por
la iglesia de estilo barroso con torre mudéjar de San Pedro Apóstol para sellar
el carné de peregrino y luego almorzar sosegadamente continuando con las risas y
espantando a la melancolía. Paraban delante del Palacio de los condes de Argillo,
del que destaca el estilo renacentista aragonés, para fotografiarse y volver a
mirar los mapas que llevaban en busca del mejor camino, siendo el elegido la
carretera comarcal de buen caminar y mejores vistas. Covadonga tanteaba lo que
sabían las monjas de los Templarios.
¾
Ana ¿nos cuentas más de los templarios? No
sé, pero me intriga por qué a este camino se le llama templario
¾
Porque por aquí, por donde nosotras
estamos pisando, pisaron los Caballeros de la Orden del Temple.
¾
¿Te vas a hacer de rogar, hermana?
¾
No Marina, estaba pensando que hoy podía
hablaros de Salomón. El Rey Salomón, hijo de David, al que Dios le concedió el
don de la sabiduría y le dotó de una inteligencia extraordinaria, con una mente
abierta como a nadie hasta el momento se lo había concedido, y todo por
mantener los preceptos que el Señor le legó. Pues era muy importante seguir sus
leyes y cumplir todos sus mandamientos. Una sabiduría que le llevó a ser famoso
entre todos los países vecinos, siendo visitado por reyes que lo agasajaban con
oro, seda y todo el lujo imaginable, que depositaba en el Templo como ofrendas
a Dios. Salomón, compuso tres mil proverbios y más de mil canciones. Trató
sobre plantas, desde el cedro del ´Líbano hasta el hisopo que brota en el muro;
disertó también sobre cuadrúpedo, aves, reptiles y peces. Una vez que Salomón se vio libre de guerras,
y con la tranquilidad que el Señor le dio, decidió que le llegaba el turno a la
construcción del Templo al Nombre del Señor, su Dios. Sin más tardanza, envió
un embajador a Jirán, rey de Tiro que había sido amigo de su padre, con el
siguiente encargo:
“Tú
sabes que mi padre, el rey David, no pudo construir el Templo al Nombre de
Dios, su Dios, debido a las guerras que lo cercaron, pero la tranquilidad llegó
a mi pueblo y me propongo construirlo, por lo que te pido que órdenes a tus
hombres que corten, para mí, cedros de El Líbano. Mis hombres irán con los
tuyos, abonando yo el salario de tus hombres conforme a lo que me digas, pues tú
sabes que no hay entre nosotros quien sepa talar árboles como los sidonios.”
Cuando el embajador terminó de transmitirle al
rey Jirán todo lo que el rey Salomón le ordenó, éste se alegró sobremanera
exclamando; “Bendito es el Señor, que
concedió a David un hijo sabio al frente de ese pueblo tan numeroso” Jirán
antes de contestar lo pensó y lo repensó hasta que le dio una nota al embajador
en la que decía:
“He escuchado lo que me has enviado a decir y
cumpliré tu deseo acerca de la madera de cedro y de ciprés. Mis hombres bajarán
del Líbano hasta el mar y lo cargarán en las balsas que haré llegar por el mar
al lugar que me indiques. Allí, la desembarcarán para que tú las recojas. Por
tu parte, me suministrarás víveres para mi pueblo.”
Jirán cumplió su palabra
y entregaba, anualmente, madera de cedro y ciprés a cambio de veinte mil cargas
de trigo para el aprovisionamiento de su pueblo y veinte mil medidas de oliva
molida. Entre Jirán y Salomón reinó la paz establecida mediante un tratado.
Así
Salomón dispuso de muchos hombres para cada cometido, como maestros artesanos
que dirigían el trabajo que les ordenaban. El rey mando extraer grandes bloques
de piedra de primerísima calidad, para cimentar el templo con sillares. Los
obreros de Salomón, los de Jirán y los guibilitas labraron la piedra y
prepararon la madera para construir el templo bajo las instrucciones que iba
dando el fenicio y maestro artesano del bronce, Jirán de Tiro Del fenicio
podríamos hablar largo y tendido, pero como entre nosotros no hay masones, lo
pasaremos de largo. Tengo que decir que, en muchos libros de textos, se le
conoce por Hiram Adif. La Biblia habla de tres grandes metalúrgicos como
Tubalcain, este fue hijo de Lamec hijo de Caín, constructor de la Torre de
Babel y otras ciudades antiguas, de Aholiab de la tribu de Dan, y de Hiram
Adif. Éste llevó a cabo todos los encargos del rey Salomón, que, con sus
conocimientos, habilidades fundió las dos columnas de bronce, fabricó dos
capiteles de bronce fundido, que estaban en lo alto de las columnas. Fabricó el
Mar de bronce, que reposaba sobre doce bueyes, así como mobiliario de menor
importancia que acondicionaban y eran necesarios para los deseos del Templo de
Salomón. Una vez acabado el templo, Salomón, congregó a todos los jefes de los
pueblos y familias de los israelitas en Jerusalén para hacer subir el Arca de
la Alianza de Dios, desde la ciudad de David, es decir, Sion. Los sacerdotes
llevaron el Arca de la Alianza de Dios, al santuario del Templo, el Santo de
los Santos, a su propio lugar situado bajo las alas de los querubines. En el
Arca no había nada más que las dos tablas de piedra que Moisés deposito allí,
en le Horeb; las tablas de la Alianza que Dios estableció con los israelitas
cuando salieron de la tierra de Egipto. Cómo sabemos, el Templo reconstruido
está en la explanada del Monte Moria, en la ciudad de Jerusalén, donde está el
Muro de los Lamentos, la Cúpula de la Roca y la mezquita de Al-Aqsa. Pero si
leemos la historia de cuando las legiones del emperador Vespasiano destruyeron
el Templo, dejando una parte del muro exterior para que el pueblo judío
recordara el poder de Roma, de ahí el Muro de los Lamentos, sabemos que en
verdad no fue un triunfo de Vespasiano, no; fue el triunfo del Señor que les
recordaba que solo destruirían lo que Él les permitiese. Desde hace unos dos
mil años, es el lugar más sagrado para los cristianos que hacen sus peticiones
y leen los salmos. Muchas veces me pregunto si en esas destrucciones estaba la
codicia del hombre. Creo que por hoy ya dimos bastante historia, ¿no os parece?
¾
Te falta hermana Ana, que a Hiram
estableció el trabajo de los obreros según su valía y les daba la información
específica que quería representar en la obra que ellos llevaran. Como la flor
de lis, los bueyes, las palmeras, etc. Ningún maestro, excepto él, sabía las
medidas y los planos del Gran Templo. Por eso lo mataron.
¾
Bueno Madison, esa teoría es más bien
masónica, de la que no puedo hablar porque la desconozco. Pero en todo caso no
recuerdo haberlo leído en la Biblia.
¾
Ana, yo creo que, si leíste la Biblia,
entre reglones, algo te quedó. Como el acuerdo en el que llegaron Salomón y el
rey de Tiro; según su valía.
¾
No estoy de acuerdo, y perdonar que os
interrumpa, Pero la Biblia dice que Salomón acordó con el Rey de Tiro, como
bien dices Cova, pero no con Jiram. La importancia del Templo es que es la
morada de Nuestro Señor, no los símbolos que nada tienen que ver con otros, mal
llamados, Dioses. Si pusieron esos adornos fueron para embellecer el Templo,
así como el patio al que llamaban Bosque, que era para facilitar la meditación
y el habla con Dios. Salomón, por aquel entonces no hubiera consentido nada que
ofendiese al Señor.
¾
Pero si luego, y por eso su hijo perdió
todo lo conseguido por él y por su padre. Por alabar a los dioses de sus
últimas doncellas.
¾
Si Cova, por eso el Señor lo castigó. Y
por eso debemos seguir sus enseñanzas y temer su cólera, pues nadie más que Él,
te puede dar la felicidad y la resurrección. Si seguimos los mandamientos todo
nos será dado.
¾
Amén hermana, Yo no los sigo al pie de la
letra, pero soy creyente.
¾
Lo que yo te digo, que te comió la bola.
Belén yo solo soy creyente del ron Santa Teresa, y de alguno más de su calidad.
Pero confieso que ahora mismo me tomaría un buen café que me quitara esta
modorra que me dio la historia.
Iban por la derecha del
rio Jalón cuando entraban en el pueblo, donde lo mudéjar se relacionaba con lo
barroco. Pueblo acogedor de buen yantar y
mejor beber, donde el peregrino encuentra el menú adecuado para continuar el
camino. Y donde cuenta la leyenda de las tres hermanas, hijas del árabe Abben
Xumanda, propietario de casi todas las tierras del pueblo de Sabiñán, que ordenó
apresar a tres cristianos que rondaban a sus hijas. Las enamoradas se iban
apagando poco a poco, al no poder ver a sus amados. Duro alejamiento que agravó
sus penas, llevándolas hasta la muerte.
Retornaban al camino
después de almorzar con dirección a Calatayud. Tomaban el camino del antiguo
hospital, de una planta, incorporándose a un camino de tierra, donde los
almendros desnudos parecían extrañados de ver forasteros. Al tomar la ruta por
el Barranco del Puerto, se cruzaban con lugareños que detenían sus coches por
si alguno quería que lo alcanzara a su destino. Todos agradecieron la amabilidad
despidiéndose del lugareño. Su fe y órdenes eran más poderosas que cualquier
dolor o cansancio. Llegaban a la mitad
del camino donde estaban en el puente de la autovía y sentían como, el toro de Osborne
los miraba con ternura, como si supiera que el esfuerzo seria compensado. Los peregrinos
seguían con sus rezos, rompiéndolos con algún cantico o alguna anécdota
graciosa. Tomaron la carretera nacional,
formando fila de a dos, mientras los saludaban los camioneros con sus bocinas
deseándoles un buen peregrinaje. Ya llevaban kilómetros entre polvo y asfalto,
y la sed cada vez apretaba con más entusiasmo, siendo sus provisiones demasiado
justas o sus pies demasiado lentos. Calatayud estaba a un kilómetro; kilómetro
denso y extenso.
Alfredo fue el primero en
ver la ciudad, que fue llamada “Qal’ at Ayyub” cuando estaban los islámicos. Ciudad
a orillas del rio Jalón, que guarda los pasos celtas, los romanos, los árabes y
con el orgullo de ser una ciudad abierta. Ciudad que guarda las diversas culturas
que paseaban por sus calles dejando su sello. Aún recuerda cuando, allá por
1481, un 30 de mayo, los visitó el Thenesor Semeidán (al que bautizaron como
Fernando Guanarteme), Guanarteme de Gáldar, en representación del Reino de
Canarias para firmar en una carta, junto a Fernando el Católico, su adhesión a
los reinos católicos permitiendo la entrada del ejército español en tierras canarias,
pero manteniendo el poder político de las islas.
¾
Ya llegamos, señoras y señores. Calatayud
nos espera
¾
Sí Alfredo nos espera, pero ahora viene lo
más importante si nuestros pies aguantan hasta encontrar un sitio que nos acoja
a todos, al menos, que no nos aleje mucho.
¾
Amigo Omar, ten fe, en tu Alá o en mi Dios,
pero ten fe en que llegaremos.
El cansancio iba haciendo
mella en los peregrinos que iban sintiendo como sus cansadas y doloridas
piernas se quedaban sin fuerza y sus voces se iban apagando. Llegaban al centro
de la ciudad con el paso corto, buscando alojamiento acorde a sus presupuestos.
¾
Yo no tengo hambre, solo quiero beber agua
y luego tomar un ron; un buen ron.
¾
Yo Cova, solo quiero agua. Luego ya
veremos.
¾
Pues yo una cervecita. Que la sed igual la
quita el agua que la cerveza.
¾
No Marina, la cerveza no te la quita. Te
la quita el agua.
¾
Cada una que pida lo que quiera que como
decía Séneca, en las discusiones prolongadas se pierde la razón. Montse me
gusta esa cafetería. Dejamos los bártulos y bajamos. Marina, acuérdate de mirar
las ofertas de trabajo que buena falta te hace.
Marina miraba la Tablet y
tenía un aviso de Cristóbal. “En el
ejercicio G veo una anomalía. Por favor vuelva a hacerlo con la C de
incógnita.” Marina cerraba la Tablet pensativa y desconcertada comunicando
a sus amigas el error en la oposición a Correos.
¾
Nada, que tengo que repetir. Me catearon
en matemáticas por culpa de un C en el ejercicio G. Y ahora yo pregunto, ¿Para
ser cartera que importa las matemáticas? Si ya tienen las plazas ocupadas que
no pongan excusas tontas.
¾
Pues sí que ahora no entiendo nada.
¾
Es fácil Cova, lo que llevo diciéndote
estos días de mi presentimiento. Marina, que los números son importantes para
saber los portales y los pisos.
¾
Muy graciosa ella. Como se nota que tú no
opositas. Te perdono, pero eso de tener que repetirlo como que se me hace
pesado.
La hermana Belén que
estaba escuchando, intervino en la conversación.
¾
Marina, el saber no ocupa lugar y si ellos
piden tanto es porque hay mucha demanda, y poniendo el nivel alto, se quedan
los mejores preparados. Estudia y verás cómo con el tiempo subes escalafones.
¾
Te haré caso, hermana Belén, pero si me
catean más, no sé cuándo me volveré a presentar.
Una vez que dejaron sus
pertenencias en la posada, entraban en la cafetería. Montse le seguía dando
vueltas al mensaje de Cristóbal, sin dejar de mirar por la ventana, teniendo que
llamarla Covadonga, integrándola en la conversación, para no levantar
sospechas. Estaban con la segunda
consumición cuando entraban Bernard, Madison, Hakim y Omar. Los alemanes se
disculpaban por dejarlos, pero querían ver el Monasterio de Piedra. Hakim y
Omar no les hicieron preguntas y se despidieron con un hasta luego. Cuando Hakim
se iba a sentar con el grupo, Omar lo llamó para que los viera alejarse en los
asientos traseros de un coche de alta gama. Se miraron, y con un ¡ya nos vemos!
Salieron de la cafetería llamando a un taxi.
¾ Los extranjeros saben aprovechar los
viajes mejor que nosotros. No pierden el tiempo en cafeterías.
¾ Bueno Alfredo, ellos se lo pierden. Total,
todos los monasterios son iguales y cuando ves uno, ya los viste todos. Yo me
presento desde fuera y ` ¡hala! A otra cosa, mariposa.
¾
¡Ay Cova! Si al final tú serás creyente.
¾
Ana, lo siento por ti que estas
ilusionada, pero solo creo lo que veo.
¾
Los milagros existen, Cova. Yo sé de uno
cuando estaba destinada en Cáceres.
¾
Cuéntalo hermana Belén. Que tenemos tiempo,
y así puede que Cova y yo nos hagamos creyentes.
¾ No te engañes Marina, que creyentes somos
todos los que hacemos el camino. Hasta Bernard y Madison.
¾
Cuéntalo hermana, que ya nos callamos. ¿Verdad
Cova y Marina?
¾
Os
voy a hablar de Consuelo, una mujer casada con un hombre trabajador y cariñoso,
con el que tiene dos niños en plena adolescencia. Consuelo, es maestra de
escuela, muy hacendosa y tremendamente humanitaria con los más necesitados,
sobre todo con los niños. Os diré que una semana normal en ella, es levantarse
a las cinco y media de la mañana, para preparar el café, planchar la ropa,
recoger la casa, y limpiar la cocina, la solana y el salón antes de hacer el
desayuno e ir a despertar a sus hijos y marido. Cuando ya están todos en la
mesa, hablan de la jornada que les espera, y la planifican sabiendo que a las
ocho de la noche se cena. Después se despide de su marido hasta la hora del
almuerzo y lleva a sus hijos al colegio, esperando hasta que entren, para irse
tranquila a impartir sus clases. Un día, como el de tantas amas de casas. Pero
Consuelo no se conforma con eso, y después de terminar su jornada laboral va a
recoger a sus hijos al colegio, dejando primero a la niña en la escuela de
idiomas, y después al niño en el club de futbol. Mientras los niños dedican dos
horas a sus actividades, Consuelo se dedica a ir, con un grupo de payasos, al
hospital donde hay niños ingresados con enfermedades crónicas o terminales, para
los cuales un segundo es un mundo y una hora el universo, pero para Consuelo el
tiempo camina, a paso joven, avisándola en el momento menos propicio, de que
debe de irse a recoger a sus hijos. Con su nariz de payaso y sus botas enormes
les da las gracias por dedicarles su tiempo y enseñarle lo hermosa que es la
vida, y se despide con una sonrisa. Sus hijos ya acostumbrados que esperarla le
dan dos besos y le cuentan sus problemas, que les parece los más graves del mundo,
a los que ella contesta con las palabras tranquilizadoras. Al llegar a casa,
pone la lavadora, cose, y prepara la cena, en la que todos ayudan, y se sientan
a la mesa. En cuanto terminan de cenar, se da un descanso de cinco minutos
viendo las noticias de la tele, cinco minutos que le saben a poco teniendo que
ponerse a corregir los deberes o exámenes de sus alumnos y a preparar la clase
del día siguiente. Esta es su jornada de lunes a viernes. El sábado y el
domingo, prolonga un poco más el sueño levantándose a las siete, recoge la
casa, hace la comida y la repostería para el fin de semana. A media mañana, se
va al hospital a vestirse de payaso y alegrar la estancia de los niños. Pasa
tres horas sin problemas ni malos pensamientos viendo como los niños siempre
sacan el lado positivo de las cosas; por lo que piensa que sus problemas son
una gota de agua dentro de océano. Al volver del hospital se pasa por la
peluquería de su amiga y llama a su familia para que vayan a buscarla e ir todos
juntos a hacer la compra. De vuelta a casa, el marido y los hijos, ponen en el
coche las bolsas, que prepara Consuelo, para llevarlas a la pequeña finca que
tienen en el pueblo, en la que su marido planta hortalizas, y donde ella tiene
un rosal con el que gana algunos concursos de la zona.
¾
¡Por Dios, qué estrés!
¾
Sí, su familia y amigos lo pensaban y se
lo decían, pero les contestaba que ya descansaría cuando estuviera en el
cementerio. Así que siguió con su frenética vida y con sus dos pasiones; hasta
que llegó un fin de semana que visitaba a su hermana en el convento, donde yo
pasaba unos días. La visita estaba siendo placentera y distendida hasta que la
madre superiora se alarmó, al escuchar a Consuelo pregúntale a su hermana de
cómo se preparaba un almuerzo para tanta gente, de como se hacía la tarta de
cumpleaños, y donde se compraba la bebida y los globos. Su hermana al
escucharla permaneció desconcertada, sin saber si estaba de broma o no estaba
bien. La madre superiora, al ver que la hermana no reaccionaba, se dirigió a
Consuelo en tono más suave de lo habitual en ella aconsejándola llamar a un
restaurante donde preparen comidas para llevar, ofreciéndose ella a encargarlo.
Cuando Consuelo volvió a ausentarse de la conversación, nos sugirió, mediante
señas, que continuáramos con la reunión igual que lo hacíamos siempre. No duró
mucho más, pues Consuelo alego cansancio para dar por terminada la visita. Las
dos hermanas se despedían entre abrazos y besos, Yo cerraba la puerta mientras
la hermana se iba al despacho de la madre superiora para que le explicara lo
que acababa de presenciar y escuchar. La madre, le comunico que la llevaran lo
antes posible a un neurólogo, pues fue un síntoma de Alzhéimer. Yo me apenaba
viendo a la hermana llorar ante lo que se avecinaba, si la madre tenía razón, cómo
quedaba esa casa de la que dependía tanto de ella. Llamó a su cuñado para
contarle todo lo que la madre superiora le sugirió, y éste, enseguida le colgaba
el teléfono, para llamar al mejor neurólogo de Cáceres, concertando una cita,
lo antes posible. El neurólogo le hizo varias preguntas de las cuales le
creaban dudas, por lo que decidió que al día siguiente fueran al hospital donde
le harían más pruebas. Desafortunadamente, las pruebas indicaban que tenía
Alzhéimer en estado moderado, recetándole un tratamiento para intentar
detenerlo. Su marido, llenó la casa de notas poniendo que era cada cosa para
que ella las leyera y se situara. Contrató a una señora para que la ayudara con
la casa, y en sus ratos libres la llevaba al hospital con su grupo de payasos
con los que se divertía. Al cabo de cinco años, la enfermedad avanzó más de lo
esperado y pasó a no recordar ya los nombres, ni el parentesco que la unía a su
familia; el agravamiento era más que evidente, teniéndola que ingresar en una
clínica que cubriera todos los cuidados necesarios para una mejor calidad de
vida.
Su hermana, rezaba todos los días pidiendo por
los más necesitados, y por ella, llorando amargamente al ver que ya no la
conocía. La madre superiora, gran devota de la Cruz de Caravaca, le regaló una
y le aconsejó que la pusiera en la habitación de su hermana, y pidió al resto
de la congregación que hiciera una novena, una vez al mes, pidiendo por
Consuelo y su pronta recuperación. Al día siguiente la hermana le llevó la Cruz
a Consuelo, colgándola en la habitación. Consuelo no sabía que era lo que
colgaba en su habitación, pero todos los días la acariciaba y le daba un beso. La
familia perdía la esperanza y sus hijos lloraban dándose por vencidos al ver
que la enfermedad avanzaba. No había consuelo, nunca mejor dicho, pero al cabo
de cuatro meses del ingreso en la clínica, de que la congregación le rezarse a
la Cruz, y de que Consuelo todos los días la besara, se produjo lo
inexplicable; fue el marido como cada tarde, a visitarla y para su sorpresa Consuelo
enfadada, le preguntaba que hacían allí perdiendo el tiempo, que se quería ir a
casa. El marido, llamó a la enfermera, llegando enseguida el médico. Le
hicieron test, pruebas y todo positivo, no sólo contestaba correctamente, sino
que los llamaba memos, por hacer preguntas tontas. El médico no daba crédito a
los resultados y ordenó que se los volvieran hacer para enviárselos a un colega
suyo, vía internet, de Madrid, y contrastar el diagnostico. Había recuperado la
memoria, regenerándose milagrosamente la parte del cerebro que tenía dañada. Al
cabo de una semana, después de que el neurólogo de Madrid la visitara, le dieron
el alta para irse a casa.
Cuando entró y la vio, comenzó a refunfuñar
por la cantidad de notas que tenía en toda la casa, y se sorprendió de lo
ordenada que estaba hasta que conoció a la mujer que todos los días iba a
limpiarla. Fue muy amable con ella, y con suavidad y agradecimiento le dijo que
solo fuera dos veces por semana. Llamó a su grupo de payasos y volvió al
hospital para seguir haciendo reír a los niños haciendo que se olvidaran de donde
estaban. Su hiperactividad quería volver por sus foros, pero poco a poco se fue
tomando la costumbre de pausar los trabajos caseros. No se olvidó de besar la
Cruz todos los días, dándole las gracias; y prometiéndole que buscaría un hueco
para cumplir la promesa de su familia. Cuando las fuerzas de Consuelo ya
aguantaban el camino, le dijo a su hermana que estaba preparada, pero su
hermana no podía hacer el camino prometido, y me pidió que yo lo hiciera por
ella, acompañando a su hermana. ¡Y eso hice hace dos años! La Santísima Cruz de
Caravaca, hizo el milagro. El Señor, escuchó nuestras plegarias... No pongáis
esa cara porque os llevo a conocerla
¾
Y tiene todo el cerebro. ¿No le falta nada?
¾
Todo Cova. Totalmente recuperada. Es un
milagro de la Cruz de Caravaca.
¾
¡Bueno chicas!, creo que, por hoy, ya tuve
bastante, me voy a descansar que mañana nos queda camino.
¾
Un momento Cova, lo digo por si os
apetece, pero en la iglesia de San Juan el Real hay pinturas de Francisco de
Goya, de cuando era joven. Dejó su arte en las cuatro pechinas bajo la cúpula
central y las tablas de la puerta del armario de las reliquias, de la sala
capitular. Son una maravilla.
¾
¡Ya ves, Ana! Eso me gusta más, pero lo
dejo para las jóvenes mientras echo un cigarrito fuera. ¡Hasta mañana!
También se despedían de
las monjas Montserrat y Marina que seguían a Covadonga. Ésta iba medio molesta
por lo que acaba de escuchar
¾
¡Ay que joderse! Una enferma de Alzhéimer
recupera el cerebro por la gracia de Dios. ¿Entonces por qué Dios no cura a los
demás? Si a veces pienso que me toman por tonta. ¡Lo que hay que escuchar!
¾
Pues si te digo la verdad Cova, yo ya creo
en los milagros
¾
No, si Ana te está comiendo el coco.
Montse, ¡no ves que el cerebro, es de lo menos que saben los médicos y los
científicos! Si el cerebro se pudiera regenerar todos se recuperarían. No me lo creo, es otra historia de la iglesia
para hacernos tontos. ¡Es imposible!
Llegaban a la habitación
y Covadonga le preguntaba a Marina sobre la información de Cristóbal. Que pedía
que hicieran.
¾
No me sugirió nada solo me dijo lo que ya
os conté, que en el ejercicio G había un elemento C con una anomalía. Eso puede
ser que los alemanes no nos dieran su verdadero nombre, o que no son alemanes.
¾
No Marina, alemanes, seguro que son.
Tienen el acento de Colonia si no me equivoco. Lo más lógico es que no, nos dijeran
su verdadero nombre.
¾ No te equivocabas Montse, tenemos que
tener cuidado con ellos. Extrememos las precauciones. Y lo de las monjas no me
las acabo de creer, ya que toda la información que nos dieron la pudieron sacar
de internet. Ahora será mejor que descansemos, mañana será otro día largo.
Con el amanecer
destemplado lleno de aromas que embriaga los sentidos y los sonidos de los
pájaros que daban los buenos días, se reunía de nuevo el grupo entre bostezos y
desgana, pero conscientes de cada paso que daban. Dieron una vuelta por
Calatayud parándose en el Mesón de la Dolores, para desayunar, cediendo el paso
a las mujeres y detrás, entraban los hombres entonando la copla que Alfredo les
había enseñado.
¾
Si vas a Calatayud, pregunta por la
Dolores, que es una chica muy guapa y amiga de hacer favores… Si vas a
Calatayud...
Un bilbilitano, ya
entrado en años, que estaba sentado en un taburete, no daba crédito a lo que
estaba escuchando y dando por sentado que eran forasteros; se dio media vuelta
y mirándolos de arriba abajo, le llamó a la barra,
¾
Señores, hoy me siento generoso, y les voy
a contar la historia de Dolores Peinador Narvión, la Dolores. Venía de una
familia bilbilitana, muy respetable por parte materna; su padre era gallego, y
éste al quedarse viudo, administro la fortuna que su esposa les dejó a su hija,
a la vez que se desentendía de ellos. Cuando a la Dolores le llegó la edad
casadera, tenía pretendientes muy enamorados de ella y de buena posición, pero se
casó con Tovar, un vividor andaluz que le sacaba los cuartos. Era un
pendenciero que denunció a su suegro para que diese a su esposa, y por lo tanto
a él, la herencia que su difunta suegra, Doña Delfina, le había dejado. Una vez
que tuvo la herencia en sus manos, que era una fortuna, la despilfarro en poco
tiempo para gran disgusto de su mujer. Así que la Dolores, que era hermosa y seguía
siendo muy deseada, tuvo que desempeñar el oficio de mesonera llenando el mesón
con apuestos caballeros, para envidia de muchas damas. No tardaron las malas
lenguas en sacarle una copla; la famosa copla que ustedes cantaban. Y lo que pocos
cuentan, es que ya tenía cuatro hijos cuando se marcharon para Madrid en busca
de mejor fortuna, y deseando alejarse de los comentarios malévolos. Pero su
vida tampoco fue fácil allí. Dicen, que
murió abandonada por su marido... Nunca se pudo demostrar que fuera tan
libertina como decían la vecindad, que mancillaron su nombre por la envidia que
suscitaba su hermosura y por su desparpajo, que no era propio de aquella época.
Una mujer enamorada del hombre equivocado que la llevó por el camino de la
desgracia.
¾
Bueno, nosotros no pensamos que las mujeres
de aquí sean fáciles, pero la copla es pegadiza. No pretendíamos ofenderles, por
lo que les rogamos, que no se lo tomen a mal, que vamos de buena fe.
¾
Sigan su camino, y que tengan un buen
jubileo
¾
Gracias por contarnos la historia.
Se despedían de Calatayud
lamentándose de haber cantado la famosa copla; y con paso parsimonioso, ante
las diez horas, minutos arriba o abajo, que les quedaba para llegar a Daroca,
tomaban la carretera nacional de Valencia que les conducía hasta Paracuellos de
Jilona. Lugar elegido por sus aguas termales para hacer un descanso y aliviar
sus doloridos pies. Media hora fue el descanso, para reiniciar el camino
adentrándose en una carretera local escoltada por cultivos que los acompañaban
hasta la carretera comarcal, la cual cruzaban, para seguir por otra carretera
local donde los cultivos eran más salteados, pero que los llevaba hasta Morata
de Jiloca, en donde eran bien recibidos por los lugareños. Con la compañía de
dos campesinos, se dirigieron a la Plaza del Monge, donde descansarían un rato,
al aire libre y de paso para volver a repasar el mapa templario del peregrino. Cuando
sus ideas se aclararon, pero no asís sus piernas, regresaban al camino tomando
la salida por la carretera nacional con la compañía de los coches y camiones
hasta tomar otro desvío por carretera local, con menos tránsito de vehículos,
donde las charlas eran más distendidas teniendo por decorados en partes del
camino a los sus, cada vez más famosos, viñedos que parecían indicarles el
camino hasta Fuentes de Jiloca. Cuando llegaron al pueblo, con la fe en alza,
pero no así sus fuerzas, preguntaron por el camino más corto y menos pesado
para llegar a Montón. Todos les aconsejaron que tomaran la carretera nacional,
pero que fueron con cuidado. El silencio se había adueñado del camino y sus
bocas secas les recordaban que tenían que dosificar el agua. Hakim viendo el
cansancio en cada rostro de sus compañeros, instaba a sor Ana a que continuaran
con la historia de los Templarios.
¾
Bueno hoy vamos a satisfacer a Omar y
Hakim. ¿Qué era Baphomet? Pues yo no lo tengo claro, por lo que parece que éste
presunto numen o divinidad, en el sentido de fuerza, poder y voluntad, era una
cabeza entre cabra y toro, con pequeños cuernos y con torso de mujer, por su
prominente pecho. Pero si en lugar de Baphomet decían Baphé- méteous, que viene
del griego, se puede interpretar como el bautismo de la sabiduría, y si lo que
decían era Bois-phos-métis, lo que estaba diciendo es vida, luz y sabiduría.
Todas las palabras se parecen en su pronunciación, así que no está muy clara
esa acusación. Pero como tenemos tiempo
contaremos las injurias de las que fueron acusados y de cómo Jacques de Molay
los citó para el juicio final ¿Os parece?
¾
Si, hermana Ana. Comienza y así nosotras
sabremos algo de los Templarios. Aunque no creo que a mí me gustara esa época…
¾
Los Templarios, a lo largo de su historia,
y gracias a los donativos de los cristianos, fueron amasando fortunas para
emprender las cruzadas con garantías. Se cree que fueron los primeros banqueros
al crear un billete de viaje que le daban al peregrino, por el importe del
depósito que les dejaban. Este billete, el peregrino lo guardaba con recelo pues
era todo lo que disponía para afrontar el peregrinaje, y agradecían a los
templarios que los acompañasen. Aseguran que los templarios no eran usureros
porque nos les cobraban nada por su custodia, solo la voluntad por tan noble
causa. Como ya os comenté los templarios tenían una regla; la de obediencia,
pobreza y castidad que venía en los Retrais. También los reyes europeos acudían
a ellos si necesitaban liquidez para sus propósitos, y éstos, se lo dejaban con
una pequeña comisión por el servicio prestado. La voz iba corriendo de boca en
boca de la solidez del Temple, y los préstamos se iban incrementando siendo el
principal cliente de los Templarios Felipe IV, El Hermoso. Cuando el rey se vio
incapaz de pagar su elevada deuda con el Temple, y con menos poder que ellos
ante su pueblo, no dudo en aprovecharse de las infamas que los pérfidos decían
de ellos, trazando un plan, que llevaría a cabo el jurista Guillermo de
Nogaret, intimidado, bajo amenaza, al pueblo llano, e incitando a cometer
perjurio a los ruines infiltrados en la Orden a cambio de un botín que el rey
les ofrecía. No dudaron en levantar falsos testimonios contra los nobles
religiosos que defendían a la cristiandad, el honor y la justicia. Algunos de
los templarios vieron como los mismos que les dieron las bendiciones cuando
fundaron la Orden, escuchaban y creían al rey Felipe IV, cuando los acusaban de
simonía, idolatría y herejía, con la única intención de su extinción, y de por
lo tanto de apoderarse de los tesoros templarios. Pero la Inquisición, a la que
le quito lo de Santa, cuando escucharon todas las acusaciones, no dudaron en detener
a muchos templarios para hacerlos confesar mediante crueles torturas. Todos
repetían una y otra vez, que eran inocentes de todo lo que se les acusaba hasta
que las fuerzas los abandonaban, teniendo que firmar lo que les ponían por
delante acabando así con tanto suplicio. Eran acusaciones que se caían por su
propio peso, pero las más llamativas fueron, que debían escupir y pisotear la
cruz todo el que quisiera ingresar en la Orden, que se negaba a Jesucristo como
profeta y aseguraban que no había sido crucificado; se acusaba al Maestre de
creerse Dios al poder perdonar sus pecados y limpiar su alma. Y también de
besar a los jovencitos de forma lasciva e indecente.
¾
Tranquila Ana, que eso siempre lo
hicieron, Los templarios y los no
templarios. El que sale homosexual no hay quien lo haga heterosexual.
¾
Covadonga si quieres me ayudas y descanso
un poco.
¾
Bueno lo que yo digo es que no dudo de
todas las buenas obras que estos hombres hicieron, pero eso de la castidad, no
creo que la cumpliera, ¡qué necesidades tiene el cuerpo! Y en cuanto al novicio
que quería ingresar en la Orden, hay leyendas sobre todo por el libro de
Gillette, en el que dice que era cierto lo de la Cruz, para saber quién
ingresaba por devoción y quien por aventura. Yo sí creo que emplearan esa
norma, tiene su lógica.
¾
Pero el temor al Señor es más grande,
Covadonga.
¾
Hermana Belén, Cova, permitirme que me
meta en la historia, pero eso hombres tenían estudios y venían de buenas
familias, ¿De verdad crees que eran castos porque el Señor así lo mandaba? No.
Y además se dicen que encontraron un hermano de Jesús, que era Juan Bautista
hijo de Isabel, y la otra cosa que cuentan es que cuando resucitó viajo hacia
la India con Magdalena donde tuvo descendencia. Si todo eso, es lo que encontraron en el
Templo de Salomón; mucho temor no tendría.
¾
¿Bernard, eres hijo de la viuda?
¾
No, hermana. No soy masón, ni mucho menos,
sólo aporto algo que leí, no recuerdo ahora en dónde. Pero si me tengo que
elegir entre Abel o Caín, me quedo con la sabiduría; sin discutir que la
espiritualidad también es necesaria.
¾ ¡Bueno mejor será
que siga! ¿Por dónde iba? Así, pues Beltrán de Goth, que luego sería el Papa
Clemente V, llevo a la hoguera a Jacques de Molay, delante de la Catedral de
Notre Dame, en presencia del rey Felipe IV, El Hermoso. Cuando terminaron de
atarlo al palo y antes de encender la leña que lo quemaría, le preguntaron si
se declaraba culpable; a lo que declaró: “Venga
el suplicio con tan noble muerte para estos inocentes. Dios sabe quién se
equivoca y ha pecado y la desgracia se abatirá pronto sobre aquellos que nos
han condenado sin razón. Dios vengará nuestra muerte. Señor, sabed que, en
verdad, todos aquellos que nos son contrarios, por nosotros van a sufrir. Clemente,
y tú también Felipe, traidores a la palabra dada, ¡os emplazo, a los dos, ante
el Tribunal de Dios!... A ti, Clemente, antes de cuarenta días, y a ti, Felipe,
dentro de este año... que Dios sabe que no miento que ni con torturas fui
diciendo”. Se cumplió la medición de Molay y el Papa Clemente V moría el 20
de abril de 1314 en Roquemaure-sur-Rhone, la mano derecha del rey y fiel a sí mismo,
Guillermo de Nogaret, que fue el inductor de las acusaciones de los templarios,
moría esos mismos años y el rey estado de cacería moría también de un posible
derrame cerebral.
¾
Amén.
¾
¿Por qué amén, Montse?
¾
Porque esos buenos caballeros que ayudaban
a todo peregrino no creo que fueran culpable de tan terribles cargos. No
olvidemos que ellos arriesgaban sus vidas ante los sarracenos, sin pedir nada a
cambio.
¾
Montse, sí los peregrinos que iban les
dejaban sus dineros, es que eran pudientes. Un pobre no deja nada porque nada
tiene. Y no te olvides que por guardarles el dinero tenían las comisiones.
¾
¡Parece mentira, Cova! No escuchaste
cuando dije que al peregrino no le cobraban, sólo al pudiente poderoso. Las
hermanas con las que estudiaste algo te habrán enseñado.
¾
Yo no discuto que los templarios eran
inocentes ante semejantes acusaciones, no. Pero que gracias a la bula el
Vaticano tiene lo que tiene, no me lo discutas. ¡Joder! Si hasta se diría que
aquí hay templarios por cómo los defendéis.
Llegaban un poco más alegres
a Montón a pesar de que sus estómagos pedían alimento con insistencia.
Volvieron a mirar el mapa para decidir donde reponer fuerzas para los diecisiete
kilómetros, aproximados, que les quedaba hasta Daroca. Después de cinco minutos
se decantaron por Montón. En el pueblo almorzaban todos juntos, sin una queja
sobre el cansancio y recordando lo que habían visto hasta el momento, de la
belleza de la mayoría de los pueblos por donde pasaron los Templarios, tema que
apasionaba a los hombres y también a Ana. Los lugareños les advertían de lo
rompe piernas que era la carretera que les quedaba hasta Daroca, en cierta
manera, los preparaban para lo que les esperaba. Las bebidas isotónicas fueron
las más solicitadas.